22.12.06

un día

"Hoy he colocado cuatro veces los cepillos de dientes bien. He subido la persiana de mi cuarto, había un pétalo rosa en el balconcito y he recolocado los cepillos de dientes. Ahora todos miran al frente, alineados, uno junto al otro, pegados, la pasta en el centro, mirando al frente. Los he colocado y he vuelto a mi cuarto, he bajado la persiana y de nuevo la he vuelto a subir.

Por fin.
Se ha ido el pétalo."

Alejandra Vanessa.

18.12.06

16.12.06

confusión

Uno de mis recursos para no pasarme el invierno encerrada al calorcito de la lumbre es el teatro. Ayer, con mi atrezzo de princesa de la estepa rusa, después de cenarme un abisinio, y con los labios salpicados de azúcar, me acerqué al liceo para ver la "exitosa" obra de José María Pou, de la que sólo sabía que era "muy divertida, aunque con una temática muy seria: la confusa naturaleza del amor" -con lo que seguía confusa, la verdad, menos mal que me queda mi intuición-. La cabra o ¿Quién es Sylvia? es una obrita de teatro convencional, con sus tres actos y sin efectos especiales que, aderezada con unas raspas de teatro del absurdo, baña en comedida un tronquito de tragedia sentimental cruda y disparatada. Es provocadora; palabras ágiles y despiertas, diálogos cínicos y agudos, te atrapan poco a poco; envuelve en carcajadas la crueldad y el veneno que esconde. Es una historia de amor y cuernos, de un amor "fou", de ese amor ciego que arrasa con todo, es la historia de amor de Martín y Sylvia. De una Sylvia, que sólo alcanzamos a ver en la última escena, maltrecha y dolorida víctima de una venganza doméstica. Muy diferente de la Silvia de "muslos bruñidos, unos muslos livianos y definidos al mismo tiempo como el estilo de Francis Ponge [...] el fuego le desnudaba las piernas y el perfil, adiviné una nariz fina y ansiosa, unos labios de estatua arcaica [...] Sentí que si alguna cosa deseaba saber en ese momento era Silvia, saberla de cerca y sin los prestigios del fuego, devolverla a una probable mediocridad de muchachita tímida o confirmar esa silueta demasiado hermosa y viva como para quedarse en mero espectáculo", de mi querido Cortázar, que he recordado en esta mañana de sol lejano y flechas de hielo.
Y por supuesto, me he acordado de la pequeña Silvia de ojos grandes y pies pequeños.
Ahora, el lunes, toca la apoteosis del Carmina Burana que después de ver los carteles me temo un circo o una mascletá con tanta pirotecnia.

11.12.06

desayuno

El trigo verde sueña aterido bajo una manta de escarcha. Los pajaritos prendidos en los cables eléctricos desayunan al sol. En Valencia, Alba estrena unas manos delgadas y torpes; levanta con tiento su taza de café y sonríe. No puede dejar de mirarlas: "Son preciosas". Es martes; cuarto menguante.

6.12.06

en la carnicería

La mujer talle de avispa esperaba su turno en la carnicería. Sesenta y cinco, negro, impar, parpadeó titubeante en el marcador electrónico de contornos redondeados. La mujer rubia de jersey verde pistacho y culo apretado detalló con voz sibilante su pedido.

Como un golpe de mar sintió un aliento de brisa veraniega en la nuca. Un olor salobre y penetrante la envolvió. Una marea masculina ascendió como un hilillo frío espalda arriba. Se volvió, un hombre moreno de mirada oscura y torrencial exhibía su número. La mujer talle de avispa dio un paso atrás, su nalga rozó aquella verga resbaladiza bajo el vaquero deslucido. Insistió. El hombre no se resistía. Allí seguía agitando su número: él era el siguiente.

3.12.06

crying men

En Crying Men, Sam Taylor-Wood compone una mascarada de hombres solitarios con sus 27 retratos de actores -retratos hermosos, sin transgresiones, que recuerdan algunos cuadros famosos-, que bien podría llamarse "el llanto de los héroes".

Ed Harris de ojos finos, azul agua, piel bruñida por el sol y barba incipiente padece su pena descuidada sin lágrimas. A su lado, unos centímetros más abajo, Sam Shepard, pensativo y abatido en blanco y negro. Arriba cerca del techo, la imponente presencia de Laurence Fishbore nos mira fijamente, con un llanto rotundo y transparente; un surco de lágrimas baja por sus mejillas hasta el suelo. Daniel Craig, un rubio con camisa negra y anillo de plata busca en su mano el consuelo para sus lágrimas. Paul Newman en blanco negro oculta la mitad de su rostro con su mano de número uno, y con el ojo vivo nos mira de lejos, desde la oscuridad del pesar que se oculta a las miradas ajenas; dolor escondido entre las arrugas de su cara. Gabriel Byrne, apoyado en la ventana, nos oculta en su mirada la pena que delata su boca. Forest Whitaker llora desconsoladamente con ojos lavados y boca temblorosa. Sentado en un rincón, Jude Law se abraza a sus rodillas temeroso de mirarnos con ojos afligidos. Benicio del Toro con los ojos cerrados, con el rostro tenso como el de un cantaor a punto a punto de arrancarse el corazón en un quejío. Al fondo de la sala, el retrato luminoso de Robert Downey jr., desnudo, tendido sobre una cama, con los ojos ausentes y la mirada perdida; su calma y serenidad de cristo yacente nos devuelve la calma después del luto.

30.11.06

a euro

La semana pasada, me tuvo confundida aquel sueño de teclados, € y pulsaciones. ¿Qué será, será...? Ahora, ya no tengo dudas, estoy segura de que ese sueño financiero-tecnológico era una premonición de la web del momento, "Un euro para Espe", que unos cuantos blogueros sin escrúpulos han montando para recoger fondos, y ayudar a doña Espe, alias la Presidenta, a llegar a final de mes.

"No tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!"

El periodista Manuel Rico en su blog, "Periodismo Incendiario", propuso que se realizasen pequeñas donaciones para la presidenta madrileña. Los del "Comité de Impulso y Agitación" crearon la web y la colecta no ha hecho más que rodar, rodar y rodar... hasta que ha llegado a la portada de las agencias -Reuters, sin ir más lejos- y de los portales.

Pues nada..., a ver si alguno se anima y me monta una web de "a euro" y consigo llegar a fin de mes, que en esas ando como mi querida Espe.

26.11.06

bambú


Un puente, un punto, una ráfaga y una mueca. Eso es emma en japonés, o, bueno, eso me ha pintado una preciosa japonesita de ojos menudos, pelo esquelético y silueta renegrida.

El montaje de la Japan Week en el Palacio de Congresos es como "para peques": escasa información, pinturas de colegiales, quimonos de sepu y lo del manga..., ni podían leerse las explicaciones de raquíticas. Eso sí, los calígrafos exhaustos de tanto "su nombre en..."; el chef repostero tenía parroquia perenne ante unos preciosistas pastelillos crisantemos multicolores que poco excitaban mi gula; y en la rama de bambú los paseantes habían colgado sus deseos escritos en papelinas de colores, una avanzadilla de la carta a los Reyes Magos en discretito -muy pocos papeles tenían más de un deseo-: "Que gane siempre el madriz. Un ordenador. Un perro y una muñeca. Que el Valencia gane la liga y la copa. Que se acabe el terrorismo. Que nos queramos siempre. Entendimiento entre las culturas. Tener hijos siempre sanos. Que apruebe las oposiciones. Friendship with jsp... Que gane el Valencia." Qué poco romanticismo, por dios!

23.11.06

el crisantemo, el abanico y la espada


Esta semana toca en charricity un desembarco japonés de lo más variopinto: música, ceremonia del té, ikebana, exposición de grabados en la Torre de los Anaya, marionetas, danza, caligrafía, manga, cocina, artesanía, pintura, y la exótica foto de mi Lanzarote, con cara de susto, del ganchete de varias japonesas en kimono -ver El Adelanto de ayer-.

Entre toda esta explosión de exotismo oriental, hecho de menos algún montaje sobre su moda sobria pero sobrada de imaginación -me fascinan los trapitos de Yamamoto-; una muestra de su cine lento y denso, muchas veces impactante. A mis diecinueve años me dejó temblando El imperio de los sentidos, no es fácil digerir tal catarsis de sexo y muerte en la tierna juventud, y más recientemente Nadie sabe o el trágico romanticismo de Dolls, de mi querido Kitano, con un espléndido vestuario de Yamamoto: el colmo de la sofisticación nostálgica. Y ya puesta a pedir, una pizca de acto literario no habría estado mal para indagar y descifrar a los afamados Kawabata o Mishima, o descubrir a esos desconocidos del crisantemo para un momento de felicidad.

20.11.06

pulsaciones

Ayer he tenido un sueño que no sé muy bien por dónde cogerlo. Sueño que estoy escribiendo en el ordenador. Pulso las teclas de Ctrl y el número 7, de inmediato aparece el símbolo en la pantalla. ¡Qué raro!, pienso, el símbolo del euro, si para éste hay una tecla. ¿Por qué sale esto? Repito, marco Ctrl + 7, otra vez escribe la . De nuevo, tecleo Ctrl, pero cambio de número, pruebo el 3. Nada, lo mismo, otra más, y van tres. Una mezcla de sorpresa y curiosidad, me lleva a intentarlo con todos los números. Siempre igual, la dichosa no deja de asomar a cada nuevo intento. Pues, nada, será que lo escribe de las dos maneras, concluyo tan ancha.

Al levantarme, he comenzado a dudar. ¿Será que mi teclado no tiene la ? Tal vez se puede hacer de las dos maneras. Sin dudarlo, antes del desayuno, he revisado el teclado; efectivamente, en la esquina inferior derecha de la tecla E descubro a , algo más pequeña, eso sí, pero es ella. ¿Por qué, en el sueño, no atino a buscarla en el teclado? Encendí el ordenador para comprobar si funcionaba -no vaya a ser-. Presioné despacito la tecla E + AltGr, al instante mi apareció en pantalla. Lo he intentado con Ctrl y todos los números, pero nada, el cursor sin moverse, ni rastro de . Mi sueño no funciona.

18.11.06

chascarrillos en red

Rápido, rápido, queridos niños, que en cualquier momento se termina.

Id a www.google.es
Poned "miserable" como argumento de búsqueda
Pinchad en "Voy a tener suerte" y...
¡Sorpresa!
Caperucita feroz

15.11.06

gladnost

Un tipo delgado con manos grandes y musculosas como de remero del Volga, de pelo gris acerado con corte de ejecutivo, excava un hueco en la arena de la playa de bahía del Duque con la parsimonia y el tesón de quien traza un preciso dibujo matemático.
-Stasi gladnost chejova jlestiakov lossky goncharova -murmura el hombre con voz pausada y caliente como trigo maduro mientras calcula de un vistazo la profundidad que necesita su pequeña rubiecita.
Al otro lado de la sombrilla una mujer rubia de figura siberiana y manos cuidadas, con las uñas pintadas de rojo amapola, aros de oro en los dedos pulgares y anillos de cristal chispeante en sus dedos delgados y severos, esparce la crema solar por su piel pulcramente tostada sin un pliegue mal colocado, ni una mancha despistada.
-Nadia stazhd tolstoi comenci spasiva vasiliev -repite despacio tratando de calmar a la pequeña de pelo amarillo limón que, bajo la sombrilla de triángulos blancos y azules, ha comenzado a patalear con el empeño de quién no tiene palabras.
El hombre de pelo gris platino plancha las paredes del hueco arenoso hasta dejarlas tan bruñidas como los anillos de la mujer, lo cubre con la toalla del ratón mickey tratando de ajustarla a la concha protectora, y con mimo acuesta a la pequeña en esa cuna con sabor marino.
Mientras tanto la rubia de ojos verde esmeralda se coloca la visera blanca de Dior a tono con el estampado de flores azules y blancas de su bañador, retira las asas del bikini, se parapeta tras un gafas azul titanio, y se tiende en la tumbona de lecho blando y crujiente dispuesta a sudar hielo bajo un sol generoso, sin escuchar el rumor de las olas.
-Troika vladimir zhdanov illich nasdriva malevich -musita el hombre de pelo gris a la pequeña de ojos azul boreal.
El hombre de pelo plateado limpia la arena de la cara y el pecho de la pequeña, acaricia sus diminutos pies, centra la sombrilla y se tiende a su lado con su manita entre sus dedos de remero.

10.11.06

les poissons rouges

Otro día más los riscos escarpados de la montaña de Adeje se recortan sobre un cielo azul de verano sureño. En la costa una llanura azul agita sus olas sobre playas de arena gris. Bajo este sol radiante tu ausencia suena machacona como un grifo que gotea. En la calle nadie sigue mis pasos. Las lunas de los escaparates no reflejan sombras fugaces. En este mar no hay algas, ni peces rojos, todo es transparente sin una sombra bajo el agua. Nadie ocupa el otro lado de la toalla. Nadie deja huellas en la arena, huellas menudas y sigilosas tras mis pasos.
Con este sol..., ajena a mis pesares misombra duerme en un armario entre sábanas y abrigos, a miles de kilómetros. ¿Cómo pude olvidarla!
Vuelvo a encontrarme con Marina Tsvietaieva en el libro de Pitol que estoy leyendo: El viaje.
"Soy una sombra de la sombra de alguien". Marina Tsvietaieva.

6.11.06

volar

Lo bueno de volar es que puedo ver las nubes al revés. Desde la tierra se ven lejanas y planas como una fotografía; pero vistas desde arriba pueden descubrirse recovecos, pasillos, montañas y simas de la densidad inconsistente de las claras a punto de nieve. Lo que más me gusta de viajar en avión es despegar cuando el cielo está nublado y llueve, el avión asciende cortante entre una masa de humo compacto, denso y gris. Minutos más tarde alcanza una zona de niebla brillante, luminosa, cegadora, señal de que nuestra ascensión nebulosa va terminando y pronto estaremos bajo un cielo azul, casi añil, más radiante, más frío y más cercano.

3.11.06

listas

Hago la maleta una vez más, y un sin fin de dudas comienza a asaltarme: ¿llevaré el pantalón negro? ¿dos o tres bikinis? Los zapatos blancos, las zapatillas de vichy, alpargatas negras, bolso blanco, lo peor no encuentro las alpargatas blancas, y ¿las rojas? ¡Hum!..., ni con los piratas rosa desteñido ni el short estampado playero me cuajan, un horror... ¿Dónde habré metido las blancas? ¿las habré tirado a la basura? La toalla, la lencería -que milena no expone al vecindario-, una chaqueta, las camisetas: blanca, negra, naranja, pistacho, ¡ah!..., el modelito pantalón marinero francés con camiseta de listas rojas -¡tan chanel!-, el pijama, los cargadores -porque, ahora, se viaja con mucha tecnología a cuestas-, un par de regalos, la cremas y alrededores.

El libro de Cesar Aria o ¿Pitol?, aunque no sé..., tal vez con el "Vivir para contarla" voy sobrada, y tres me parecen demasiados, ni cabrán; los diskettes, la libreta azul y las notas de la boa que últimamente se traen un ajetreo de casa al trabajo y vuelta, y paseos varios por las provincias, pero ni con ésas avanzo, espero que las alturas gélidas de la atmósfera le sienten bien, y vuelva del paraíso con la boa compuesta y rematada, lista para entregar al susodicho.

Se cierra el telón, ¿cómo se titula la película?

28.10.06

adios ilusión

Lo que más me gustaba de la Navidad era el calvo, Clive Arrindell, del anuncio televisivo del sorteo navideño de la lotería; ese tipo elegante y tierno, de ojos transparentes y figura oscura. Aquella mirada envolvente de dulce ilusión y su silencio seductor me cautivaban. Durante estos últimos ocho años noviembre dejaba de ser noviembre al sentir sus sinceros deseos de suerte unos míseros segundos. Un calvo para un gordo que trampea y se nos resiste. Este año no hay calvo. Adiós al anuncio mágico y juguetón. Ahora el color y la tierna infancia se imponen con un spot en plan "ahora toca jugar a la lotería". Una memez.

22.10.06

señas de identidad

Durante mis callejeos veraniegos, sin mirarme los pies, he descubierto esos balcones rebosantes de CD’s brillantes de variado colorido: granates, negros y blancos, verdes y amarillos, que mecen sus surcos entre la brisa y el viento. Algunos penden de barrotes negros amarrados en fila india como un escuadrón de espantapájaros perfectamente alienados, otros contentan el alma de poeta del inquilino artista colgados de la barandilla y suspendidos del techo como serpientes engalanadas de brillos iridiscentes, que recuerdan los móviles de Calder. Calle arriba, en un balcón de barrio otro pinga solitario prendido de una pinza de madera en la cuerda ruin del ¿me quiere? ¿no me quiere? En las esquina de los cines Van Dyck una fila multicolor balancea sus ruedas de platino desde los barrotes de hierro negros, sin prisa, esperando que la noche lance sus destellos nacarados a los ojos de noctámbulos cansinos. Cuatro calles más allá, el más ladino columpia perezoso su trasero nacarado entre las macetas de alhelíes blancos a la sombra de las adelfas del vergel que florece en el balcón del cuarto.

El primer día pensé que una nueva moda que se imponía por el orbe occidental y ahora tocaba el reino de los CD’s en balcones y terrazas, al igual que los quads o el tunning, pero ante la plaga de pajaritos de la última temporada deduje -sí, cavilo mientras camino, aunque no debería-: ¡Anda!... son espantapájaros para que no se coman las plantitas. Y comencé a fijarme si la plaga había llegado a otras ciudades, pero ni en Madrid, Pontevedra, Santiago, Varsovia, Zamora o Cracovia he visto la fiebre de colgar los CD’s en los balcones. Una nueva seña de identidad se fragua en el orbe charro. ¿De soporte de datos a útil de ferretería?
¿Espantapájaros o pieza de arte povera?

19.10.06

chispas


"La noche está estrellada, tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

"Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son tan blancas como mi pena."

Lejos, muy lejos, más allá de los confines de Orion, unos días atrás, el encontronazo temerario -o, tal vez, el abrazo desgarrado- de las galaxias Antannae nos ha dejado miles de millones de nuevas estrellas en nuestro cielo de Salamanca. Un ir abriendo boca de lo que sucederá cuando nuestra Vía Láctea choque con la vecina galaxia Andrómeda dentro de unos 6000 millones de años.

"Las estrellas de la noche se volvieron siemprevivas".

"Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".

-No quiero perdérmelo. ¡Buahh!

14.10.06

amanece

Son las 6,38 y el ring-ring-ring del teléfono móvil consigue despertarme de un sueño "a media luz los besos, a media luz los dos..., y todo a media luz, crepúsculo interior". Suena y suena, y el ring se estampa contra las listas del pijama, casi, casi me zumba en los higadillos antes de pararse. El contestador habrá saltado. ¿Quién será? Sin pestañear y sin curiosidad revuelvo entre las almohadas en busca del sueño a media luz. Ring-ring... otra vez el móvil¿? ¿Habrá pasado algo? Descuelgo y un chorro de ruidos y voces me despierta como de lunes.
-Es van gusdula fen va isfe asdel nisbefam... -El ruido y las voces de fondo apenas me dejan escuchar, pero no entiendo nada.
-¿Diga? ¿Aló? Sí, ¿dígame?
-Feis albel faissa gesdanfe use rafien uvais sulem... -Una mujer lejana, entre murmullos de hombres en un bar, habla apresurada y nerviosa, cada vez más nerviosa. Me temo que no esperaba una voz de mujer.
-Mire, lo siento, creo que se ha equivocado. Lo siento, se ha equivocado. -Le digo con calma, intentando que comprenda mis palabras, y que su nervio bastante desbocado no acabe en llantina. Su voz suave, algo seca y pastosa como esos pasteles de miel y hojaldre, suena irritada y confundida.
-Ulem sifed lurdarma sivauel te ludab esband leurba... -Parlotea la mujer desesperada cada vez mas alto.
-Lo siento se ha equivocado, se ha equivocado. -Repito, cansada de su estupor, pesando que nunca me va a comprender y que me voy a perder mi sueño a media luz. Cuelgo el teléfono. Vuelve a sonar. Lo apago.

La mujer desesperada tiene prefijo 78, el sunday morning es frío y soleado, y mi línea adsl vuelve a funcionar.

12.10.06

oranges de la china



Gracias a Wanadoo -en adelante Orange- he vuelto a la era del tam-tam, tengo el adsl muerto y sin visos de que renazca de sus cenizas después de una semana -y lo que te rondaré morena- y a pesar de mis peleas diarias con el call center -que me están costando una fortuna desde el móvil-. El primer día hacía sol, todo era optimismo, avisé de la avería y "la incidencia quedó registrada", y yo a la espera de su llamada sanadora. El tercero, ante el silencio del servicio técnico de Orange, empezaron las palabritas, pero colgué radiante por mi capacidad de seducción a distancia y satisfecha con mi nuevo nombre de usuario y contraseña para la tarifa plana 24 horas que me habilitaban en tanto no resolvían la "incidencia". El cuarto, quinto y sexto se llenaron de mis quejas, reclamaciones, gruñidos y exabruptos ante la imposibilidad machacona de acceder a la supuesta tarifa plana, mientras los teleoperadores repiten la misma cantinela "le paso el aviso al servicio técnico para que lo solucionen, no se preocupe la llamarán". Sigo esperando.

En una de estas esperas me he ido al cine: "Llamando a las puertas del cielo". La última película del señor Wenders y en la que queda claro que su auténtica media naranja es el señor Shepard -con él ya colaboró en París-Texas-. Juntos cuentan una maravillosa historia en la que nos hablan del AMOR en los desiertos de Nevada, en pequeñas ciudades cutres y aburridas, pero con unos casinos dignos de Las Vegas, y con toques de road movie. A ambos le seducen las solitarias y desérticas carreteras americanas, las pequeñas ciudades de la América profunda con moteles destartalados, borrachos filósofos y camareras de caderas impresionantes.
Lo confieso soy una fan de Sam Shepard, además..., está tan guapo con sus dientes torcidos!

Y el séptimo descansé.

"... sólo para observar a Faye balancear sus increíbles caderas al cruzar las puertas de la cocina, cargando con bandejas de pavo humeante y bocadillos calientes de beicon, tomate y lechuga, y siempre con una sonrisa dedicada a las multitudes que rompía corazones: los gordos, los feos, los maleducados, los borrachos, los locos, no hacía ninguna distinción, todos recibían el mismo rayo radiante de bondad de sus ojos."
El sueño del paraíso. Sam Shepard.

Pero mañana ataco de nuevo... Se admiten apuestas, ¿recuperaré mi adsl esta semana o la tarifa plana esa que supuestamente me han habilitado o lo que sea?

Mientras tanto al bosque a por leña, las señales de humo se disipan.

21.9.06

el fin del verano

Después de las lluvias de la semana, cuando ya lo creía todo perdido ha vuelto a hacer calor, y trato de aprovechar los últimos días de verano. Los pies sin esfuerzo, ligeros y menudos, me llevan a la ribera del Tormes, a lado del Casino. Muy cerca del falso muelle sobre el río, tumbada sobre un césped poco esponjoso y con los juncos a modo de biombos entre el agua y yo, apuro uno de los últimos cigarrillos que me quedan. Como se notan los días..., son las ocho y media, casi de noche. Las luces del puente de hierro estrechan las farolas en un último abrazo de despedida. Una rata asoma el hocico entre los juncos, calada hasta los huesos se recuesta a lomos de un bote de coca-cola y observa con curiosidad mis alpargatas rojas. Detrás de una bolsa de cheetos aparece con paso corto y desparpajo de paseo de domingo una rata de pelo negro reteñido colgada del brazo de un murciélago escuchimizado y ojos achispados. Las amigas se acercan y saludan con el rabo en alto.
-¡Anda!..., pero que novio más feo tienes -le larga al primer golpe la rata ociosa.
-Sí, pero es piloto -le responde engatusada la rata enamorada.
De tal respingo, la rata ociosa me clava el morro envidioso en el empeine de la alpargata roja de ira.

19.9.06

charri ferias/2

En la rueda de prensa post-ferium mi Lanzarote estaba exultante de gozo, aunque lo veo más grueso, va a tener que cuidarse o lo presiento envejecer aún peor: las calles abarrotadas, participación de público a manadas contra las que no pudo ni Eolo, ni el fresco reinante, los espectáculos de calle: un éxito. Claro que no me preguntó.

Querido Darco: fue el año que menos fiestas me he tragado. Por haches o bes, más bien por los último -estaba en pleno descubrimiento de casetas en la plaza de Colón- y luego por haches, no vi ni un espectáculo de Etnohelmántica, tan solo dos canciones de Eliades Ochoa, que me supo a poco para echarme un bailesito. Las casetas, la verdad, acabaron empachándome con tanta sobredosis de olor a carne requemada con aceite perrero por todas las esquinas.

Y lo que más me interesaba, la Crakow Klezmer Band, que figuraba en los avances de la programación, al final no ha tocado para mi desconsuelo. Un polski me los había recomendado con pasión, augurando un buen concierto de magníficos y jóvenes músicos. Así que me he quedado escuchar su homenaje a Bruno Schultz con canciones de John Zorn.

Lo más desternillante de las ferias, la cena en Tormento con mi amigo el rubio, que desayuna en Plutón, rodeados de chicas que despedían su soltería -había cuatro futuras ex dispuestas a calzarse el velo ya mismo-, y con una travesti de madrileña con un desparpajo castizo tan grande como la barriga, que no paraba de meterse con las novias y todas las demás, y ellas tan contentas... ¿¡?, que cantaba -en play back, se entiende- aquello de "Será maravilloso, viajar hasta Mallorca..." con unos leggins de leopardo y un plataformón dignos de las drag neoyorquinas de los 70. En fin, espectáculo de boda sin hombres apenas en las mesas.

Eso por la noche, y a la mañana siguiente me cruzo con una fornida avanzadilla de la Scottish Army con falda de franela y sombrero de piel de mamut, la British Airways Pipe Band, que me provocan tal sofoco que no paro de abanicarme y estoy tentada de llamar a los bomberos para que los refresquen. Seis rúas más abajo me topo con los campestres y jóvenes mozos de la Fanfare Celeste, Les Enjoliveurs, más fresquitos y musicales con aires de jazz y menos raciales, o folk en políticamente correcto, que hicieron temblequear los pies a una afrancesada como yo.

16.9.06

charri ferias/1

Mi canción favorita de Loquillo era: "Yo para ser feliz quiero un camión, llevar el pecho tatuado..., a las chicas meter mano...", que tiene un toque canalla-truck que me pone. Y de aquella suspiraba por sus largos, largos huesos, por su gesto de: "Nena, no me toques...", por sus americanas y sus pantalones pitillo, por sus maneras de fumador con savoir faire, y por aquel modo de agarrar la cebolla del micrófono con fuerza y desgana, con tal ímpetu y que parecía dispuesto a clavársela hasta la garganta -¡qué sexy, por dios!-, y todo esto mientras cantaba aquello de "Pégate a mí...". Toda esa concentración de chulería cantarina, me seducía, no podía evitarlo -de aquella eran mi perdición los tipos distantes, que miraban de soslayo y seguían su camino, eso sí a paso lento para dejarse hacer "En las calles de Madrid"-, y yo quería caer en los brazos de una rock and roll star, mudarme a "Barcelona ciudad", y enloquecer con "Chanel, cocaína y Don Perignon".

Aunque no llego al grado de fan suprema de mi Lanzarote, que ya nos dejó bien clarito en El Adelanto que él no se perdía el concierto de Loquillo -la verdad, no deja de sorprenderme este hombre-, pero no fue o no lo vi para su desgracia y tranquilidad de su señora; estaba dispuesta a bailar el "Rock suave" pegada a su trasero. El que no faltó fue mi querido estanquero, allí estaba en primera fila con su flequillo ladeado enfundado en su pantalón de cuero ajustado de mediados de los 80, ¡todavía le caben!

Esa noche Loquillo no cantó ni "Quiero un camión", ni "Madrid" -otra de mis favoritas-, pero sigue tan chulo como siempre, con las americanas en su sitio y el pantalón bien plantado, y unas tablas que dan para todo un concierto. La verdad, todo hay que decirlo, el niño envejece bien... Una pena, ahora que ya no bebo los vientos por los chulangas. C’est la vie mon ami.

11.9.06

nostalgia


De vuelta a casa el aire denso y cálido de la calle Compañía seca la capa de musgo que me ha crecido con las lluvias y aires otoñales de Cracovia. De la energía serena y traslucida del patio del Castillo de Wawel, que penetra por los poros con pinchazos de seda, al bullicio chirriante y grasiento de las casetas de feria. Estoy contenta por recuperar el calor, olvidarme del paraguas y de los charcos en las aceras. Durante estos días polacos me entristecía levantarme y mirar aquel cielo gris, volátil por el viento del norte, oscuro de otoño y con las hojas de los castaños de indias cubriendo las aceras y los jardines. Era agosto y ya no me apeaba del paraguas y el jersey de lana. Un invierno infinito por delante. En unas horas de las calles de Varsovia amplias y silenciosas a este jolgorio de patio de vecinas, abigarrado y con olor panceta y carne de verano reseco. De las plazas y las calles repletas de puestos flores, con girasoles, rosas de todos los colores, de tallo largo, corto, en bouquet o por cuentagotas..., a las rúas de piedra tostada, sin flores en los balcones. De los coquetos restaurantes de Cracovia, con sus velas y búcaro con flores en las mesas, a este sistema de barra y tentetieso. De las cuevas de jazz de Varsovia o Cracovia en las que músicos inagotables nos deleitaban tocando horas y horas a nuestros bares vociferantes de música enlatada.

Sentía nostalgia del sol en pleno agosto, de los brazos desnudos y de las noches de luna con poca ropa. Ahora que siento nostalgia de las flores en cualquier esquina, del olor de las manzanas que se pudren sobre la hierba mojada de la plaza de Kazimierz, de los músicos apasionados que calentaban las noches de los clubs.

25.7.06

la mujer de rojo


De todas las variantes de austrias, borbones y resto de mortales retratados en la exposición, El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, he elegido para llevarme a casa el retrato de Mª Luisa de Orleans. Esa cabellera negra de gitana desparramada sobre los hombros desnudos, la nariz grande y labios de petit suisse, los enormes ojos negros de mirada lánguida, el vello que sombrea la frialdad de su piel lechosa. El fondo oscuro del cuadro y la marcada androginia de sus rasgos en apasionado contraste con el rojo fulgurante de su vestido y los encajes blancos que bordean el escote palabra honor. Y en su mano un trémulo clavel carmesí desvela un corazón que suspira.

18.7.06

un pastiche veraniego: homero – cortázar


Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. La cólera canta, oh diosa, del Pelida Aquiles, maldita, que causó a los aqueos incontables dolores, precipitó al Hades muchas valientes vidas de héroes y a ellos mismos los hizo presa para los perros desde que por primera vez se separaron tras haber reñido el Atrida, soberano de hombres, y Aquiles de la casta de Zeus.
Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el miedo herrumbra las áncoras.

-Viejo, que no te encuentre yo junto a las cóncavas naves, bien porque ahora te demores o porque vuelvas más tarde, no sea que no te socorran el cetro ni las ínfulas del dios.

Pues aquél, llegó a las veloces naves de los aqueos cargando de inmensos rescates para liberar a su hija, llevando en sus manos las ínfulas del flechador Apolo en lo alto del áureo cetro, y suplicaba a todos los aqueos.

-¿Qué más quiere, que más quiere?

-¡Oh Atridas y demás aqueos, de buenas grebas! Que los dioses, dueños de las olímpicas moradas, os concedan saquear la ciudad de Príamo y regresar bien a casa; a mi hija, por favor, liberádmela, y aceptad el rescate por piedad del flechador hijo de Zeus, de Apolo.

-No la pienso soltar; antes le va a sobrevenir la vejez en mi casa, en Argos, lejos de la patria, aplicándose al telar y compartiendo mi lecho. Mas vete, no me provoques y así podrás regresar sano y salvo.

Así habló, y el anciano sintió miedo y acató sus palabras. Cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. El tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

13.7.06

voyeurismo: el espíritu de nuestra época

Tres petirrojos en línea sobre la tapia del patio de luces me observan con la cabeza bien alta. Llevan varios minutos entregados a husmear tratando de desvelar mi intimidad. Sin pudor alguno y maneras de avezados tertulianos televisivos, comentan con gorjeos de sabelotodo lo sucios que tengo los cristales, que me estoy pasando con el tabaco... Y el que tiene pintas amarillas en la cabeza y la cola, apostilla con aire decidido adelantando una patita delgaducha y deslucida: "¡Anda que ya era hora de que lavase! Lleva seis días sin poner la lavadora."

Con rapidez acabo de tender la última camiseta, corro la cortina amarilla y les vigilo atenta con mi cámara esperando un paso en falso.

"...y el espectáculo consiste, sobre todas las cosas, en poder asistir a la otra intimidad. La intimidad del otro como correlato de aquella verdad mejor guardada. La degustación de lo secreto en cuanto sustancia todavía sin adulterar".

6.7.06

por los pelos

Lo bueno de mi peluquería es que no hay que pedir cita, ni esperar horas de siesta en sofás incómodos ojeando el tipito y los modelazos de las divas del cuché. Es una peluquería colorista en amarillo trigo requemado con listas verdes, azules y rojo inglés en las paredes; con huellas multicolores de la manos de Anita, Pedro, Silvia, Pablo... Los espejos de curvas sinuosas, ondas de mar transparente reflejan nuestros rostros demacrados bajo el pelo recién lavado.

Mi peluquero ronda los cincuenta. Es un tipo apuesto, de ojos verdes, patillas famélicas y dos pelos por perilla. Tiene una lacia melena rubia, bien cuidada, que voltea a un lado y otro con seducción, en agitados lances de manos huesudas, entre tijeretazos y trasquile de mechones. Viste en tonos pasteles: tostados, cremas, azulitos con floja discreción, y calza chancletas para lucir sus pies de dedos proporcionados en escala de sol.

Está empeñado en verme con el pelo cortito. Cada vez que voy, comienza el ataque. Yo me resisto -con lo que me ha costado llegar a mi melenón después de una eternidad con el pelo a lo flapper-: "No guapo, por ahora, no me trasquilas, aunque sea verano y todas las ovejitas hayan repudiado sus lanas merinas". Frustrado su deseo, acomete el corte de la melena a capas con arranque y precisión de maestro pastelero que no se amilana ante la flacidez del merengue. Clava su mirada en mi cabeza con vehemencia y yo me temo lo peor... Sin titubear, con dominio del instrumento, se lanza en picado sobre los pelos mojados. Yo persisto en mi empeño y le replico una vez más: "No las puntas, sólo las puntas, dos dedos nada más".

2.7.06

...

Es domingo. El egipcio ha echado la tranca al bar de la esquina: "Vacaciones del 2 de julio al 31 de agosto"; ya no puedo tomar mi aperitivo con pan árabe. El sol gratina los geranios raquíticos. La penumbra tuesta mi cuerpo a golpes de calor. Y yo..., con abanico y sin pantalla total.

25.6.06

un petit cadeau


Mi sirenita no se parece a Daryl Hannah. Es de otra raza, más bien mediterránea, por su piel tostada, el lunar caprichoso en el hombro y sus escamas azul platino como el mar de Ulises.

Después de dos días de jugueteos con el cubo y la palita, de siestas entre algas deshidratadas -que, al fin, encontré tras recorrer todos los herbolarios de la ciudad-, y de atracón diario; su apetito comenzó a desfallecer. Su canción perdió el entusiasmo de las olas contra los acantilados de Pharos. Una música tristona y melancólica sin rumor de orilla, ni vaivén de deseos brotaba sin cesar de lo más hondo de su cola.

Ni la sal a paladas, ni las raciones extras de algas selectas de las Rías Bajas le arrancaron nuevas sonrisas. Detrás de la puerta entreabierta, escuché sus lamentos de voz oscura: "Una sirena en una bañera... ¡qué triste es tu suerte! Medrosa tirita tu aleta menguada". Sus escamas cada día más resecas por las tardes de calor de fuego perdieron el brillo de la luna en el mar.

Su corazón ya no duerme, está despierto, despierto, los ojos abiertos, la frente arrugada y la aleta callada. La madrugada refresca a eso de las seis. La campana del convento de Dueñas repica con fuerza. El viento del amanecer trastea con saña la ventana de la salita. Ya no huelo a mar salado; ya no escucho el lamento silencioso: "¡Qué triste es tu suerte!". En tres pasos estoy en el baño. Mi pie tropieza con el tapón que rodaba hacia la puerta. La bañera está vacía, cerca del agujero de desagüe un diminuto fósil de unos ocho centímetros, un pequeño caballito de mar descansa entre las ramitas de algas verde arrugado. ¡Qué precioso regalo!

21.6.06

mi sirenita

La Hydropithecus tormelensis Fontanus, alias la sirena de Fontcuberta, hallada en el cerro de San Vicente tiene un esqueleto de gran vertebrado, bien formado, con miembros anteriores desarrollados, falanges bien marcadas y el pulgar perfectamente visible es oponible, por lo que se trata de una "mano" realmente capaz de asir objetos.
El cráneo con su frente corta, mentón prominente y garganta próxima a los labios nos indican una posición general del cuerpo apta a la bipedación. Su dentadura es típica de un omnívoro pero sufre un adelgazamiento del esmalte dental, debido probablemente a una malnutrición. Esta carencia alimentaria podría explicar que durante un período de hambruna hubiesen emigrado hacia zonas más meridionales en busca de alimentación más favorable a las orillas del Tormes hace unos 6 millones de años. Todas estas cualidades, junto con las características de la base craneal, le inclinan a pensar que nos hallamos ante el cráneo de un animal muy próximo al homínido de tipo moderno.
Sin embargo, las características de la columna vertebral, que muestra dos curvaturas en lugar de las cuatro existentes en los bípedos humanos, y la morfología de la aleta caudal, que tiene forma de media luna y está articula al resto del cuerpo mediante la columna, le llevan a pensar que se trata de un vertebrado acuático.

Mi sirenita no es un fósil, aunque luce algo esquelética, la verdad; está tan viva como que me parta un rayo ya mismo delante de la TFT. Es más, ahora escucho un glu-glu acompañado de un batir de palmas para jalear la cuatro ranas de la cena -es su forma de dar las gracias, pobre-. Apareció después de las inundaciones del sábado con carita de no haber roto nunca un plato; y aquí lleva cuatro días a cuerpo de reina tirada en la bañera, atiborrándose a pescado -que me está costando un riñón-, sacando lustre a las escamas y cepillándose la melena de ondas espumosas. En las horas muertas, practica el aleteo sin olas y canta con voz de mar de los sargazos teñida de verde caribe. La verdad, me pone el baño hecho una piscina, y yo arrugo el morro a lo "bulldog" mientras seco todo aquello, pero es de mentiras... Mientras retuerzo la fregona tan sólo deseo: "Me embriagaré una noche de cielo negro y bajo para cantar contigo, orilla al mar salado, una canción que deje cenizas en los labios".

17.6.06

el baile


"Ofaett"

Compañía Erna Omarsdottir y Damien Jalet

Teatro Liceo, 20:30 h.

Dos cuerpos embutidos en un mono casi transparente nos cuentan una historia de seducción entre dos criaturas ingenuas, que se transforman en gigante o araña con cabeza del hombre elefante, en una danza enredada con gracia y poesía.

15.6.06

la sirenita


"La sirenetta"

Compañía Lenz Rifrazioni - Teatro Lenz.

Teatro de Caja Duero, 20: 30 horas

Los acordes del Happy Christmas esparcen sus burbujas en el fondo del mar. Una estrella de mar dormita sobre duna de caramelos con brillantes envoltorios rojos, dorados y azules que acoge en su seno a la pequeña sirenita cruelmente deforme.

Una noche de tormenta, la pequeña se enamora del Príncipe de los comedores de aire, los humanos, después de salvarlo del naufragio.
Por amor, la sirenita sin lágrimas renunciará a sus escamas, su mar y una larga vida sin alma para convertirse en una mujer muda, de pasos ligeros, dolor lacerante y muerte segura.

"Nosotras no tenemos lágrimas por eso sufrimos más".

12.6.06

a caballo

"Conference des chevaux"

Compañía Generik Vapeur

Plaza Mayor, 23 h.

Pegaso sobrevuela las cabezas apiñadas compitiendo en destreza con el bimotor del Barón Rojo.

Un hombre a caballo abre a paso a la manada de yeguas bípedas y senos aireados.

Un flamenco desgarra los lamentos a golpe de yunque.

La sirena colea malherida sobre un mar de piedra.

La rueda del tiempo muele los amasijos de hierros entre fragancias de gasas.

10.6.06

sirenas de río


"Archipiélago del Tormes"

Cía. Ilotopie

Río Tormes, 22:30 h.


Neptuno seduce a la sirena del Tormes bajo la última luna llena de la primavera, mientras navega en la góndola de gárgolas de fuego.

Un viejo utilitario arrastra la caravana en un paseo dominguero por atajos acuáticos entre las dos orillas abarrotadas de juncos.

La giganta de Baudelaire luce corpiño y falda rojo carmesí, sobre su mejor miriñaque, en su caminar doliente sobre las aguas.

8.6.06

vigilancia electrónica

"Super Vision"

Compañía The Builders Association

El Liceo, 20:30 h.


Dos pantallas crean un escenario virtual en el que los actores se desenvuelven, y en el que se entrecruzan tres historias: un businessman comprueba en sucesivos controles de los aeropuertos que su identidad es transparente gracias a sus tarjetas electrónicas; una joven archiva en formato digital todo el pasado de su abuela que pierde la memoria, y un padre explota los datos de su hijo de nueve años para crear un fraude de miles de dólares.

"Tras el 11S, en nuestra vida cotidiana hemos llegado a aceptar, permitir e incluso alentar esta nueva forma de vigilancia, así como sus constantes incursiones en nuestro ámbito particular. ¿Qué fuerzas alientan nuestra permisividad y compromiso en el proceso de exposición de nuestros datos, y cuáles serán los resultados de este proceso?". Marianne Weems.

5.6.06

la decisión

"Kain, Wenn & Aber"

Compañía Nico and the Navigators

CAEM, 20:30 h.

"La primera decisión es para mí mismo, con valentía, a solas..."

"Quién decide quién debe decidir"

"Tengo más escote que tú."

"Rien ne va plus"

"... todo va bien".

Lo único bueno: La canción de Lisa Germano & OP8: Slush

4.6.06

chtsss!

"El Silencio"
Cia. Pippo Delbono
El Liceo, 20 h.

El silencio camina a mi lado dos pasos más allá abrazado a mi sombra. El silencio cuelga de mis orejas prendido en los zarcillos de plata. El silencio duerme de luto entre los pliegues de la falda. El silencio pinta de carmín los labios sellados. El silencio desata los murmullos de los adentros. El silencio de los sordos.

28.5.06

entre rubias anda el juego/3

Ellas son la madre de todas las rubias, son las rubias XL, ya sean altas y fuertes o tamaño chatito, de brillantes ojos claros que apenas se vislumbran medio ocultos entre las cejas y los carrillos. El centelleo de cera de su piel, que delata la grasa latente bajo los poros, contrasta con el tono marmóreo de las rubias gélidas. Simpáticas y ocurrentes, contentas en sus redondeces, de mente ágil y rápida, y lengua afilada, consiguen dejarte patitieso entre sonrisas, guiños de ojos, y un bocado de melón.

Trinidad Ibarra era una rubia oronda y alegre, que cuidaba su lacia melena noche y día sin descanso. Todos sus útiles y herramientas campaban a su anchas por el baño y las afueras: el champú de camomila, la crema suavizante, el peine de carey, la hidratante, la mascarilla, el cepillo de púas metálicas y el de diario. Entre sus cuidados cotidianos practicaba el cepillado y aireado nocturno unas cien veces, mínimo, con la música de Génesis enredada por los rincones de la casa.

Trinidad era una experta cocinera que conocía los secretos trucos familiares para alimentar a la tropa de famélicos, que nos sentábamos a su mesa, con tan sólo medio paquete de espaguetis y un tomate. Aún en los momentos de escasez tipo racionamiento -ni siquiera patatas en la despensa- no faltaba el mantel de algodón en la mesa, rescatado de las sobras del ajuar familiar. Llegaba con la olla, la dejaba al lado de su plato y con ritual de misa de boda nos servía uno por uno, con el cucharón enjaezado en el brazo derecho y un sonrisa complaciente en la mano izquierda. Después de mucho insistir, me enseñó a preparar bonito con arroz -mi plato estrella-, pero a la hora de la verdad nunca me dejaba cocinar, con gesto de diosa de los fogones y voz de pastel de crema, me decía: "Deja que ya, lo hago yo..., tú friegas". Sin opción, ante sabiduría culinaria de tal calibre, me labré una larga carrera de friega platos en los pisos que compartimos esta rubia y yo.

A Trinidad, le gustaba halagar y dar de comer a los hombres. Seduce con la buena mesa: el mantel y las servilletas siempre a punto, los tenedores y cuchillos en su sitio, los vasos de cristal sin manchitas, el pan de horno. Y ellos..., ellos no quedaban nunca con hambre.

25.5.06

entre rubias anda el juego/2.1

A vueltas con las rubias gélidas, y mira tú por dónde ayer mismo, en el último concierto de pop nórdico en la Sala Marte del CAEM, tropiezo de bruces con las tres chicas suecas de Midaircondo. Dos de ellas por el libro: el pelo de un rubio que deslumbraba bajo las luces moradas del escenario, la piel láctea mancillada en el pecho por una rojez soleada, delatora de un escote en pico, y brazos rígidos como filetes de pollo recién sacados del congelador.

Ni el verde trigo verde de sus vestidos emperifollados: escote palabra de honor y falda de tules con todos los colores del verde; ni los tules enredados entre jirones, ahuecados y fruncidos en varias pestañas, con vueltas y recogidos por broches rosa brillante; ni sus amables y educadas palabras podían evocar a las tiernas princesas encantadas.

Las rubias salvaguardadas por una maraña de cables, baterías, mesas de mezclas, micrófonos y varias Apple computer acabaron por aprisionarnos entre los ecos de sonidos tecno-industriales, los gritos agudos de las gargantas quemadas por el viento helado, las voces oscuras de los que viven en los días sin noches, y los gestos sutiles de las manos que pulsaban la flauta y el saxo.

Y me acordé de Björk, pero sobre todo recordé lo que me había confesado mi amigo, el gitano: que no le gustan las nórdicas, siempre hay algo en ellas que permanece oculto, que no desvelan, ni permiten que lo descubramos.

21.5.06

entre rubias anda el juego/2


El tipo rubia gélida, a lo Ingrid Bergman, Tippy Hedren o Kim Novak, encandilaba a nuestro querido Hitchcock por ese supuesto fuego en el cuerpo oculto entre la severidad de los gestos almidonados. Estas rubias con piel blanca de mármol de difuntos, ojos contenidos y afilados, desfilan lejanas y elegantes ante los ojos chispeantes de una reata de embobados que caen seducidos y acojonados.

Si a alguien le sentaba bien aquel uniforme anodino: blusa blanca, chaqueta y falda tableada azul marinos, era a Jimena Olmedo. Alta y escuálida, cara ovalada en la que no destacaban aquellos diminutos ojos verdes paciencia, que dejaban su amplia frente en un vacío absoluto, pelo lacio, largo, de color trigo requemado parecían hechos para el uniforme de chica discreta y aplicada.

El profesor Guitián disfrutaba llamándola al encerado después de un repaso completo a la lista sin resultados, en un fallido intento por resolver el enrevesado problema de integrales con los que solía castigarnos en las mañanas de los lunes.

-Señorita Olmedo, al encerado. -Vociferaba satisfecho después de tomarnos el pelo sin reparo por nuestra poca cabeza numérica.

Y la Olmedo se levantaba más tiesa que una vara, con la melena cargada en los hombros y la cabeza erguida clavando los ojos en el último infinito de un logaritmo que brincaba en la pizarra verde. Caminaba tímida, despacio, pero segura de conocer el camino y la respuesta.

La Olmedo cogía la tiza más larga que encontraba, entre sus dedos aún más largos, no adelantaba ni una remota idea de la solución, ni un gesto delataba sus intenciones, simplemente comenzaba a desarrollar un largo chorizo de fórmulas, asociaciones, y conversiones: despeja aquí, sustituye allá... Nunca explicaba nada, se limitaba a engarzar números y símbolos acertadamente. Remarcaba el resultado en un cuadrado con fuerza y decisión, sacudía las manos y volvía a su pupitre con la cabeza baja y la mirada ausente entre las baldosas del suelo. Y el señor Guitián, en una gracia a su rubia favorita, nos explicaba la resolución del problema al pelotón de las torpes, con desgana y pocas palabras.

La señorita Olmedo, después de terminar la licenciatura en Medicina en los seis años establecidos, se decantó por la psiquiatría contra todo pronóstico y para frustración de su empedernido admirador.

18.5.06

entre rubias anda el juego/1

De las variedades femeninas que voy encontrando, resultan las rubias un complejo vitamínico reconstituyente y dispar. Hay dos tipos de rubias, bueno, pensándolo bien creo que son tres, aunque la doctrina más ortodoxa considera al tipo bellezón como un subtipo de las gélidas.

El tipo rubia bellezón con curvas y salerosa es sensual y atrevida. Suda sexualidad esta mujer frondosa que no usa ningún rexona que la entierre bajo los aromas de los limones del caribe. Una especie de Silvana Mangano en Arroz Amargo pero de piel blanquita y sienes doradas. Desde luego -sí, han acertado ustedes-, es el modelo Marilyn Monroe, Brigitte Bardot..., o Purita, la de Ortega, que detuvo su vestuario en los modelitos de juventud, y continúa fiel a sus falditas ajustadas, zapatos de tacón de aguja, jerseys entallados y blusas con doble pinza en el pecho. Ella es el orgullo de su marido, un médico conocido que dejó estupefacta a la provincia cuando abandonó a su señora, una pavisosa niña bien, por esta rubia que abusaba del maquillaje y no escondía sus gracias, y al que los amigotes aconsejaban ponerle un pisito en la capital. Desde ese día, Purita ha tenido que demostrar día a día que es una excelente cocinera, que su boyante boutique no es un tapadillo prostibulario y, por supuesto, que no es un putón verbenero.

14.5.06

la compra

He necesitado todo un domingo para recuperarme de la hora larga de sábado mañanero en Carrefour. Y eso que mi lista de la compra era escueta, y un primor de organización temática: fruta, verduras, pescado... Pero entre la música orquestal, los aspavientes de los reclamos megafónicos: "Señor García acuda a información" -¿Un García en todo el hiper?- y el barullo ambiente de toda la tropa de hambrientos con los carros cargados hasta el más allá, empecé a sufrir un aturdimiento general que me recordaba esos ciegos obnubilantes del hachís en los que, como decía el señor Baudelaire, el simple hecho de entrar en la farmacia y pedir un remedio resulta una tarea ingente y penosa.

Como no dominaba el mapa del hiper, después de traspasar la barrera metálica, me sentía vagando sin rumbo en megalópolis con tráfico de hora punta. Menos mal, que mi cabeza, que tiene un ojo clínico acelerado, más rápido y acertado que mis ojillos, acabó tomando el control de mis pies y me dejé llevar. Pegué el post-it con mi lista en la barra del carrito y me sentí entrar en el mundo feliz de rellenar el carro sin sobresaltos. Pero..., perdí el turno en la pescadería por atender al mismo tiempo el pesaje de cuatro manzanas y echarle dos tejos al alemán que se debatía entre los tomates cherry o en rama. Después del desliz, milité en la pescadería hasta que llegó mi turno: "Una dorada, por favor". "¿Qué le hago?", me preguntó una recia morena con voz de sargento rusa. En blanco, me quedé en blanco. En un segundo todas mis horas de Ciencias Naturales desfilaron por mis conexiones cerebrales tratando de recordar la anatomía del pez. "Pues... Humm..., las... escamas, le quita las escamas, las agallas, las aletas y la cola, pero NO la cabeza. La cabeza no se la quite", le remaché -qué manía de descabezar el pescado tienen en esta villa-. Al fin libre, tenía tachado el 99 por 100 de la lista, sólo me faltaba la piña en lata. ¿Dónde estará? Un error, nunca debí de incluirla en la lista. Encontrarla me costó varias tournées de ida y vuelta por los pasillos, echar mano de la lógica -pero no funcionó- y preguntarle a dos empleadas, más otro fallido que resultó ser un cliente y me lanzó una mirada de "Anda, guapa, tú qué te crees", que me dieron ganas de contestarle: "Perdón, señor ingeniero" y arrearle una palmadita en el bullarengue. Por una vez tuve suerte: no me tocó la cola de los torpes, y mi trasero y el carrito se deslizaron suaves y ligeros como una Harley Davidson.

11.5.06

milena


Todos los jueves, con el último mordisco en la boca y el yogur esperando sobre la mesa, suena un timbrazo cauto y escueto en la puerta de mi casa. No hace falta que mire el reloj, son las cuatro. Milena llama a mi puerta, y espera paciente con la bolsa repleta de sus herramientas: guantes, zapatillas, un viejo vestido de franela con flores marrones y verdes.

Milena abandonó a sus enfermos del viejo hospital de Cracovia, las noches en blanco cargadas cloroformo y lamentos; guardó sus vestidos demasiado abrigadores para el caluroso verano del Sur; regaló el gato a su mejor amiga; devolvió el violín a su padre y, tras varias vueltas de tuerca, decidió acompañar a Tomasz en la nueva aventura.

Sin mediar palabra, comienza sus tareas con orden y quehacer minucioso: pone la lavadora, recoge los restos de mi desorden, limpia las habitaciones, sacude la alfombra de bolitas de colores –es su favorita, lo noto-, y coloca de nuevo los libros, los recortes de periódicos y los discos en el mismo desorden para que no me pierda. Con precisión programada, a mitad de faena se permite un respiro: se sienta en la cocina, fuma un cigarrillo y come un plátano: “En Polonia, erran muy, muy carrisimos”, me aclaró con ojos azul opaco, la primera vez que la vi con el plátano en la mano. Después de su dosis, cargaría con el mundo a sus espaldas. Termina la cocina; busca un extra en la lista de tareas domésticas más tediosas –los cristales, sin ir más lejos- y se pone a ello con tal ahínco como si la capa de polvo nos impidiera ver la ciudad. Por último, plancha los trapitos sin una arruga, con tal rapidez y tino que me tiene sobrecogida. Milena nunca tiende la ropa interior en el tendedero del patio de luces, prefiere el radiador de mi habitación para las bragas y sostenes.

7.5.06

hartura de titulares

Bush y Merkel expresan su total acuerdo sobre la crisis de Irán.
Eric de Riedmatten: "En 2050 habrá desaparecido la última gasolinera, ya que el hidrógeno se habrá generalizado, al igual que las energías eólica y solar."
USA debe admitir que el dólar necesita depreciarse, M. Felstein, economista de Harvard.
USA teme la chavinización de Nicaragua.
El director de la CIA presenta su dimisión por sorpresa tras año y medio en el cargo.
Javier Arenas dice: "El estatuto andaluz es de segunda".
ERC opta por el 'no' rotundo al Estatuto.
El PP rentabilizará que el 'no' deje se ser anticatalán.
El Gobierno ve insostenible que ERC siga en el tripartito.
Blair sufre un batacazo en las municipales. El laborismo se sitúa como la tercera fuerza política del país.
"Las Fuerzas Armadas no pueden ser una ONG, ni sustituir a Protección Civil o a los bomberos", lo dice Jesús A. Núñez Villaverde.
Un soldado muerto y 11 escolares heridos en una exhibición militar en Zaragoza.
Rubalcaba y Alonso subrayan que la Guardia Civil seguirá teniendo naturaleza militar.
Los policías eran ladrones: dos policías nacionales y un mosso entre los 26 detenidos por robar droga y secuestrar a narcos.
Detenidos en Málaga dos terroristas del IRA Auténtico que traficaban con tabaco para financiar a la banda.
Roma excomulga a los dos obispos ordenados por la Iglesia china y condena con palabras durísimas a la llamada Asociación de la Iglesia Católica en China, dirigida por el Partido Comunista local.
El cardenal Amigo defiende una ley para los transexuales.
La Junta permitirá el tabaco en los bares de las empresas si habilitan zonas de fumadores.
Medio Ambiente permitirá hacer fuego al aire libre en verano. (barra libre a las barbacoas).
La señora Thyssen amenaza, no sólo con atarse a un arbol, sino con subirse a él con la cestita de la merienda para evitar la tala de los árboles del paseo del Prado.
Picasso reina en las subastas: "Dora Maar con gato" alcanzó 75,3 millones de euros el miércoles en Sotheby’s
La Generalitat catalana regula la prostitución: fomentará que las prostitutas autogestionen los burdeles.
El Consejo de Administración de Unión FENOSA cobró un 28,8% más que el año anterior.
Tele 5 ganó un 13,6 % más que el mismo trimestre del año anterior.
Un ex ministro de Berlusconi ingresa en prisión, condenado por sobornar a un juez.
El presidente de e-ON arremete contra Zapatero, al que acusa de inmiscuirse con medidas proteccionistas en un mercado libre.
Botín alerta de la pérdida de competitividad de España en la junta de accionistas de Universia.
El hermano del pentapléjico de Valladolid da las gracias a quienes le hayan ayudado a morir.

¿Y tú que sabes?

Con ustedes el presentador Bob Dylan.

4.5.06

intrépidos



El pasado martes la señora Clemente, acompañada de mi Lanzarote, presentó el II Festival de las Artes que tratará de seducirnos del 2 al 17 de junio: mucho teatro internacional -tal vez demasiado-, dj's, y precios de no perderse nada, la selección de actuaciones musicales un tanto dispersa: Kiko Veneno, Amparanoia, Asia Dub Fundation..., no llega ni a la suela de los zapatos del año pasado. Dicen que está dedicado a Brasil, pero más allá de Rua de Niteroi, Marcelo D2 o la cantante de Zuco 103 no me percato da presencia do Brasil. Mi Lanzarote, tan lanzado como siempre, ha afirmado que llegará a la categoría de los festivales de Salzburgo y Edimburgo. Como dicen en mi pueblo: Muchas veces, y que yo lo vea, querido!

Claro que el arrojo de mi Lanzarote todavía no ha llegado a la osadía de mi Lores que, el pasado sábado -víspera de la fiesta de os maios-, se tiró al río Lérez para dejar bien claro a la oposición y criticones que el saneamiento del río estaba terminado y el agua muy limpita. Luciendo bañador de flores, en el más puro estilo Curro en el Caribe, y aletas, el Alcalde de Pontevedra se pegó un chapuzón purificador en las gélidas aguas del Lérez, acompañado por deportistas, políticos y simpatizantes. De "impactante" calificó mi Lores la experiencia que le permitió corroborar, a pesar de las corrientes, la tesis que tan esperado evento tenía por bandera: "a auga estaba fría, pero limpa".

28.4.06

lilas


Hoy es un día blanco. Esta mañana, la vecina, una jubilada rubia, de lengua afilada y manos ruidosas, me ha regalado un ramo de lilas blancas, perfumadas con olor a jueves de abril.

"Quand je vais chez la fleuriste
Je n'achèt' que des lilas
Si ma chanson chante triste
C'est que l'amour n'est plus là"

Esta tarde el estanquero de los cigarros que casi no fumo, un moreno de nariz judía y ojos de treinta y tantos, me ha regalado un par de kits japoneses para comer: palillos de cerezo, mantel bordado, servilleta y posatacitas de té.

"Dieu est un fumeur de havanes
Tout près de toi, loin de lui
J’aimerais te garder toute ma vie
Comprends-moi ma chérie

Tu n’es qu’un fumeur de gitanes
Et la dernière je veux
La voir briller au fond de mes yeux
Aime-moi nom de Dieu"

Ahora, sólo me queda colarme en el traje chino de seda negra, estampado con dragones verdes, cerezos en flor y puentes de madera; prender las lilas en el pelo, y seducir al moreno rapado de labios de faraón, en la casa de la luna del té de agosto.

25.4.06

vanguardias rusas


Era la primera tormenta del año, los truenos la delataron, y el granizo cubrió de blanco en pocos minutos la plaza de la Guardia de Corps, y el recién estrenado busto de Dña. Clara Campoamor -con un tamaño más de cabezudo de procesión que de un bronce para jardín de capital-. Esto era el sábado a primera hora de la tarde, pero el lunes el calor y el sol relampagueaban con fuerza y sorpresa para todos los madrileños.

Entre una y otra estampas pasaron horas de imágenes abstractas, en la oscuridad programada de las luces que solo iluminaban los radiantes objetos
memoria de una revolución fracasada: el desarrollo virtual del monumento de Tatlin a la III Internacional, los carteles panfletarios para el proletariado ruso, o los cuadros en blanco y negro, declaración programática del suprematismo de Malevich: el Cuadrado negro, el Círculo negro y la Cruz negra.

Bajo los círculos y los triángulos de madera de melocotonero, enroscados, y encajados, círculos dentro círculos, de Ródchenko, la melancolía, que rodaba diez pasos más allá entre los colores planos de Popova: rojo sangriento, un amarillo de trigos requemados de la estepa rusa y el negro del silencio, vuelve y me rodea entre las sombras constructivistas de los cuadrados dentro de cuadrados, y el Negro sobre negro.

Recobrada la nostalgia en otra vuelta entre las sombras, todo parecía perdido, sin embargo, algunos kilómetros más allá, el colorido poético y fantasioso de la Rusia imaginaria de Kandinsky y Chagall, o las formas vanguardistas del juego de té de Suetin, destilaban la energía vibrante de la luz primitiva e ingenua confinando al destierro la morriña latente bajo las válvulas del corazón.

Y en el último piso, alejadas del bullicio entre el silencio oscuro y los marcos de madera, me esperaba la gran sorpresa de la exposición: la fotografía. Allí estaban: El bodegón con Leika , las fotos de engranajes y piezas de máquinas, el retrato del pionero o los pinos tomados en picado de abajo arriba, y como no los retratos de Maiakovski. De pie con gabardina y sombrero, de frente con los ojos a punto de estallar, o con el cigarro en la comisura de los labios, a punto de caerse, y ojos de gallego desconfiado que desafían a la cámara de Ródchenko, en una pose tan bien imitada por un señor de Lalín.

21.4.06

el azar

Joyce Vincent ha pasado estos dos últimos años frente a un televisor encendido que no podía ver ni escuchar. El cadáver de esta londinense de 40 años fue descubierto en enero, después de que su casero echase de menos el alquiler y se decidiese a tirar la puerta abajo. En la salita se encontró con una inquilina apestosa y descompuesta, sentada en su butaca favorita a la lado de la bolsa de la compra y los regalos de Navidad. Joyce murió sola. Nadie la echó de menos. En estos dos últimos años la televisión no dejó de vociferar día y noche acompañando su descanso eterno, sin importar a los vecinos.

En Madrid, un hombre de 30 años apuñala a una compañera de trabajo, golpea al encargado y se tira de un quinto piso, después de recibir la carta de despido de la empresa Mallorca para la que trabajaba. Requiebros del destino han querido que el hombre de 30 años salvase su vida al rebotar en el morro de una furgoneta de la empresa Mallorca, que pasaba por allí.

18.4.06

alto el fuego

La madrugada escurre las horas cuesta abajo, y en las trincheras nubes de polvo rojizo me impiden ver la pantalla. Un fuerte olor a roña galvanizada calienta el cansancio tras horas de combate con los ganchos. Su dureza puede conmigo... Agotados los esfuerzos. Son las cuatro, el camión de la basura pasó hace rato y el vecino acaba de apagar el ordenador. No hay rastro de luz tras las ventanas. Los garfios recién estrenados desafían la luna opaca que no aúlla ni queriendo.

No hay manera, ni las horas de sueño entre almohadones de plumas doblegaron los garfios. El riego con aceite de almendras no ha surtido efecto; me temo que los ganchos no tienen poros. Una pena..., mi gozo en un pozo. Esto se complica cada vez más. Son malísimos: ahora el orín se ha incrustado en el mecanismo de las teclas, y cada vez resulta más difícil conseguir que funcionen. Tres, cinco, nueve..., veces tengo que atizarle para lograr que la s despierte, apenas existe, ¡qué pesada!
Hoy hace sol, y ¡hasta calienta! Pero los garfios han empeorado. Me regalan para desayunar un lamento con chirrido que me atraganta la magdalena. Así no hay manera, no puedo moverlos. Afuera un redoble de tambores y de cornetas desfilando me sube un perfume de claveles y velas entre mantos de terciopelo y oro.

Bueno, ya le empiezo a ver algo, aunque tal vez es efecto de sábado soleado. Pues sí, tiene sus ventajas: rasca estupendamente la espalda con sus puntas afiladas, y de un solo impulso lo clavo en la tierra y ya tengo hueco para plantar un pensamiento. Lo peor es este rechinar y esta parsimonia a todas horas, al polvo ya me he acostumbrado.

Como es domingo, duermo la siesta al sol lejos de los mequetrefes que verdean a las orillas del Tormes. Al despertarme los garfios han desaparecido. Y otra vez las manos con cinco dedos, unos más largos que otros, pueden frotarme los ojos. Más delgadas que antes, un poco más largas, tal vez -como siempre las quise-, impecables. Dos metros más allá, el hombre pelado esconde con pavor sus manos en los bolsillos del chaquetón a cuadros.

Y se ha pasado el puente con éxodo incluido.

12.4.06

la batalla

Mi Finito me dice, unas líneas más abajo, que aún sin manos seguiré escribiendo. Y sí, así parece. Después de todo tenía razón; aunque, tecleo con dificultad, a trompicones. No consigo habituarme. Bueno..., después de todo es poco tiempo el que llevo. Necesito acostumbrarme. Ya sé que las cosas no se logran a la primera. Y yo precisamente, debería saberlo, todo me cuesta mucho trabajo, más de un intento y de dos... Una vez más, me armaré de paciencia, y poco a poco todo será más llevadero. Sin duda, con la práctica adquiriré más agilidad y rapidez. Primero, aprenderé a manejarla bien, con soltura. Y, además, después de todo llevo unas horas tan solo, y eso es muy poco tiempo. Cuando desperté esta mañana, luego de un sueño agitado, me encontré en la cama con las manos vacías, mejor dicho, y para no faltar a la verdad, sin manos pero con unas prótesis de acero galvanizado, negras como el sueño. Las articulaciones padecen una artrosis ligera producto del oxido acumulado entre las ranuras, pero responde a los impulsos cerebrales y, aunque a deshora, consigo que le haga caso a mi cuerpo serrano. El repiqueteo metálico de los ganchos —algo maltrechos por la dureza de la batalla contra las teclas— avanza en formación de dos en fondo hasta las trincheras de las palabras que una tras otra van cayendo en la pantalla.

9.4.06

domingo de ramos


"el que no estrena, no tiene manos."

No recuerdo haber pasado más frío en vida que en Domingo de Ramos. Ese era mi domingo favorito. Cuando era pequeña, siempre estrenaba algún modelito pero, la mayoría de las ocasiones, el tiempo no acompañaba al atuendo elegido por mi madre, eternamente fantaseando con un bonito y soleado día de abril. El vestido de flores azules, menudas y saltarinas, repleto de nido de abeja, con la chaquetita blanca algodón, no daba el suficiente abrigo en aquella mañana húmeda y lluviosa, y los zapatos de charol acababan convertidos en pateras a punto de hundirse con todo el agua que empapaban los calcetines de perlé. Esas domingos, aterida, agitaba con fogosidad la palma, hoja de lanza -una palma lacia y austera sin trenzas ni colgajos cursis-, quizá esperaba que tales aspavientos me librasen de aquel gélido viento que rechinaba entre las costillas y los pulmones. Otros años teníamos más suerte y el modelito de cazadora y falda tableada en mezclilla de franela gris nos tapaba el corazón inquieto y los ojos asustados de tanta palma y rama de olivo que luchaban por arrearle coces al borriquito, que bajaba presuroso las escaleras de la iglesia de San Francisco. Mi estreno favorito fue aquel pichi de pata de gallo verde en paño de lana con un jersey blanco y medias blancas con pompones. ¡Qué delicia! ¡Cuánto abrigaba y qué poco pesaba!
Esta mañana no tengo nada para estrenar: ¿sin manos, ya no podré volver a escribir?

6.4.06

chicas del 75

Malena lucía con orgullo sus negros ojos achinados despejando su carita tozuda con una pequeña pañoleta azul cobalto, que le recogía la melena detrás de aquellas orejas más bien de soplillo. Viniese o no al caso, le encantaba soltar en las conversaciones sus frases favoritas de "El Gran Timonel": "Mientras sea monje tocaré la campana", "Esto es como barrer el suelo: donde no llega la escoba, el polvo no desaparece solo", y otras lindeces del estilo. Una noche de temporal perdió su pañoleta en una esquina de aire cruzado en la plaza da Algalia, y ya nunca más recordaría los pensamientos floridos de ninguna revolución cultural. Sin embargo, nunca dejó de fumar como un carretero.

Romina era menuda y bajita, una hippie de figura normalita que escondía sus ojos verdes entre el revuelo de sus rizos morenos antes de cepillarse a los novios de todas las amigas.

De pequeña, Rebeca, enmudecía ante las preguntas de la maestra; de mayor, hechizaba con sus ojos de gata sobre el tejado de zinc. Sus novios padecían de jaqueca de tantos cabezazos que se propinaban contra la pared del dormitorio, y ella..., ella mataba la culpa rasgando la vena de su muñeca izquierda.

Carolina plantó a su novio, el moreno guapísimo, por un artista en ciernes al que abandonó por un cubano que la arrumba entre sus mil y una fantasías.

2.4.06

cerezos


Soy urbana, una chica de provincias urbanita. ¡Qué le voy a hacer! Cosas de la vida. Para campo, con el de mis macetas me voy arreglando. Si tengo mono planto la sillita roja en el balcón, a la sombra de la adelfa, entre tulipanes y geranios, para recitar por lo bajinis al aire de abril aquello de: "Tus ojos me recuerdan las noches de verano. Y tu morena carne los trigos requemados, y el suspirar de fuego de los maduros campos...". Y lista, ya tengo para un mes. Pero esta temporada, andaba yo inquieta, esa dosis de tierra no me bastaba, y eso que el níspero parece que ha prendido después de todo el invierno bajo palio. ¡Todo un logro! Sin pensármelo dos veces me apunté a la excursión de mi floripandi al valle del Jerte para ver los cerezos en flor. Las montañas lucían de invierno en un gris azulado mate reposado. Cerca de las cumbres los cerezos seguían hibernados pero en las laderas, desde el fondo del valle, de blanco reluciente los cerezos con sus flores níveas y lozanas cercaban al invierno y nos presagiaban el dominio de la primavera.

Claro que, en tiempos de movimientos de masas, lo que prometía ser un día de mantel a cuadros y tortilla se convirtió en rebaños de niños por doquier, reatas de autos, atascos y sobredosis de ropa deportiva. Con la honrosa excepción del esbelto guardia civil enfundado en su ajustado pantalón verde alfalfa y sus botas negro zaino bien calzadas hasta la rodilla, sólo le faltaba el famoso tres cuartos de cuero marrón. ¡Uhmm...! ¿Quién habrá inventado ese uniforme? Todo un hallazgo. Bueno, que me pierdo. Como nosotros ayer, los japoneses celebran la floración de los cerezos con el festival del Hanami. A la sombra de los sakura –cerezo en japonés-, se reúnen las familias y amigos, y comparten los alimentos que todos aportan, para celebrar la vida. Para los japoneses, los sakura representan la belleza y delicadeza, lo efímero de la vida humana ya que las flores bellas y sencillas viven muy poco tiempo en el árbol. En la antigua tradición Samurai, la flor del cerezo representa la vida del Samurai, dispuesto a morir por su señor, y antes que ver su nombre deshonrado por incumplir alguna de las normas del bushido. De vuelta a casa, empachada de sakuras, y con los grises y blancos abarrotando mi retina, recordé a Yukio Mishima que utilizó el harakiri –ritual legendario de los samurai- para suicidarse, mientras saboreaba un delicioso bombón relleno de higo, delicatessen de la tierra del Jerte.

30.3.06

la última palabra


La pescadera de mi barrio calza un treinta y cinco y mueve, nerviosamente, un cartón cuajado de escamas con sus manos pequeñas y regordetas, cada vez que las moscas de reflejos azules, casi negros, se empeñan en aterrizar sobre sus merluzas bastante traqueteadas. Tiene un marido delgadito y, también, bajito que la mira con ojos de trucha cansada y viste pantalón gris de tergal, algo flojo para su enclenque figura. El mayor orgullo de mi pescadera es su hija florero que milita de cuerpo presente toda la mañana en la pescadería, impasible de fina, con el pelo negro bien ondulado y una falda ajustada de joven casadera.

Todos los días de diario, justo antes de cerrar, el marido de mi pescadera llega en su ford scort granate oscuro, aparca en doble fila, enciende los intermitentes, entra en la tienda, recoge los embalajes y las tripas del pescado, los envuelve en un gurruño de periódicos y plásticos antes de tirarlos al contenedor. Canda la puerta de la pescadería. Comprueba que la cerradura no se mueve, y que las llaves están en el bolsillo de la chaqueta azul. Solícito, abre la puerta del coche a su mujercita que, con ojos exultantes y voz de ¡arr!, le recrimina no haber comprado perejil suficiente para regalar a sus mejores clientas: "Tiene una que estar una en todo... Con la mañana que he tenido, sin parar un minuto".

25.3.06

la noticia de la semana

El jaleo mediático de la semana comenzó, sin duda, cuando: "Euskadi Ta Askatasuna ha decidido declarar un alto el fuego permanente a partir del 24 de marzo de 2006". Tres tipos enmascarados de blanco, con txapela y jersey negros, sin arquear una ceja y mas tiesos que un garrote, ante una mesa de operaciones y con el famoso anagrama de la serpiente y el hacha como telón de fondo daban el marco solemne y grandioso a tal declaración contada por una voz femenina bien modulada, tranquila y candenciosa que intrigó a más de uno. ¿Quién es la voz de ETA que parece de locutora de telediario?

Desde ese momento de todo como en botica: corrió el champán -mejor dicho el cava-, declaraciones de zapatitos, la cara de vinagre Acebes en el Congreso, respuestas de Mariano, opiniones de las víctimas, comentarios de politiqueros varios, interpretaciones de la judicatura, lecturas entre líneas de periodistas, desconfianza en los más viejos e ilusión en los que gobiernan y allegados. Tres jubilados al sol en un banco de la plaza de Julián Sánchez, "El Charro", llegaron en un tris al acuerdo de que "el gobierno se ha bajado los pantalones" y, liquidado de un trago el tema estrella de la semanita, pasaron a debatir el siguiente punto del orden día, a saber, la artrosis galopante después de estos días lluviosos.

Lo mejor de todo este aluvión -que me temo no ha hecho más que comenzar sobre todo ahora que ETA ha decidido entrar a lo grande en los mass media dosificando los comunicados, ya vamos por el segundo en cuatro días-: la viñeta de Forges con sus viejitas declarando "que se ha acabado la última guerra carlista". (Repasemos queridos niños: la primera guerra carlista permitió a los territorios vasconavarros mantener sus fueros, más tarde respetados por el Caudillo por el apoyo que le prestaron los carlistas, antecedente del peculiar sistema de financiación del País Vasco en la actualidad). No me veo tan optimista con las doñas. Veremos. De unos figuras con corazón de bronce que han llegado a liquidar a diestro y siniestro, incluso a su propia gente por abandonar la organización -recordemos a Yoyes-, cualquier cosa.

22.3.06

primavera 2006

Es martes, la sobremesa se nos presenta de aturdir con tanto zapping de canal en canal. Tres Dominicas de la Presentación con el mismo corte de pelo, de piel blanquita, pelo negro, cara redonda, mejillas sonrosadas y chaqueta a juego, como buenas hermanas, contestan de buena fe a las preguntas de un sarasa recién casado y una finolis que se ha operado la delantera y luce escote de los que permite ver a gusto el canalillo de las tetas. Las hermanas les explican con paciencia de convento cómo se les ha ocurrido lo de mivocación.com: que es un medio de llamar la atención, que desde varias partes del mundo se han puesto en contacto con ellas, que han tenido 25.000 entradas en dos días. Las monjitas de seglar siguen parloteando de espiritualidad ante el vacío del mundo, de la llamada de Dios, de que también ellas han estado antes en el mundo, de sentir el fuego del Evangelio, que Santa María Magdalena también fue pecadora, en fin lo de siempre: de lo divino y lo humano con un estilo sor Citroen tertuliana del siglo XXI.
-Por dios..., ¿cómo las puedes aguantar? -me espeta Misombra con voz revuelta removiendo el azúcar con la cucharilla.
-¡Para ya!, deja de revolver, parece que estás tocando la campanilla y que nos llaman a maitines -le contesto mirándola con ojos de obtusa, preguntándome qué mosca le habrá picado a ésta.
-Me ponen del hígado, no las trago, me recuerdan a sor Piedad, la que nos daba filosofía y labores del hogar, ¿no te acuerdas? No las puedo soportar. Siempre con esas mañas de no haber roto nunca un plato, ese paripé compasivo. -Su voz adquiere temple de mala follá y de un golpe se escurre como una anguila entre la mesa y el sofá, abre el balcón y se tumba al sol entre los tiestos de los narcisos.
-¡Niña! Qué ya es primavera... Apaga eso -me grita con acento de feria de abril.

18.3.06

hombres con los que...

"Si un día tuvieran la ocasión de compartir su suerte conmigo, toda una vida,
sin duda me ofrecerían el aire...
hombres con los que no me he casado".

Dorothy Parker

Kurtz agarraba con fuerza el plato sopero y lo acercaba con precisión y tiento hasta el borde de sus labios sonrosados y carnosos; encajaba el borde del plato entre la comisura de los labios como si se tratase de una pieza del mecano, y sorbía despacio, profundamente como quién aspira el humo del primer cigarrillo del día, sorbía con ansia de sediento, con tal estrépito de gorgoteos que revolvía los fideos de las sopas ajenas. Antes del último sorbo, el resto de los comensales se habían deslizado silla abajo, habían acercado su cabeza al plato con tanto sigilo y cautela que la sopa estaba fría pero seguía intacta.

Roberto Roal tenía poca mano con las mujeres pero le gustaba alardear de su misoginia congénita.

Onofre tomaba el sol en el banco de piedra de la Quintana dos Mortos y escondía su nariz aguileña bajo el sombrero de panamá. En invierno, se calentaba el reuma con unos lingotazos de coñá en el Galo d’Ouro; usaba pantalón rojo de pana, jersey de cuello cisne negro y un abrigo corto gris marengo; bajaba y subía las escaleras de la Quintana dos Vivos con paso perezoso y algo cargado de hombros. Un verano, encontraron sus huesos larguiruchos y el hígado inservible en la cuneta de la autopista A-9.

13.3.06

hombres con los que no me he casado

Benjamín retorcía entre sus dedos afilados una bufanda de listas azules antes de disparar miradas desgarradoras a la mujer deseada.

Gabriel tenía alergia a los metales y un dólar de plata en su bolsillo derecho para tentar a la suerte. Cada vez que estrechaba la moneda con su mano un sarpullido plagaba su piel morena.

Ricardo Fontenla miraba fijamente y de lejos, ausente, esperando las olvidadas palabras de poeta.

Benito hablaba por los codos sin esconder sus manos callosas y agrietadas, demasiado estropeadas de tanto yeso en las paredes.

10.3.06

sin palabras

Esta semana las palabras se escaparon sin permiso. Buscaba entre las líneas en blanco de mi cuaderno azul, dentro de la caja de las medicinas -tal vez atacadas por algún virus de moda estuviesen en plena convalecencia entre los prospectos del Paracetamol o las indicaciones del Espidifen-. Bajé los viejos cuadernos del altillo del armario, y escudriñaba entre la memoria de las oraciones y vocablos. Husmeaba debajo de la almohada..., ¡nunca se sabe! estas mujeres se atacan de los nervios y luego se les pegan las sábanas, pero no, el insomnio no había pasado por aquí. Muda y taciturna trabajaba todos los días, charlaba con voz de otros días sin tener nada que decir. Rastreaba entre las huellas de los mirones de la plaza. Sin palabras entre los árboles de la plaza de los Bandos daba vueltas entre las losetas de piedra pisoteada, indagaba entre las letras sangre de toro del patio de Anaya, rebuscaba en las estanterías de Las Conchas, y entre el crujir de la madera y las voces de los poetas encontré a los autores:
"Tenía una especie de sed que nunca se saciaba. En su rostro, sus movimientos, su voz, había algo que reflejaba su sed. [...] Y todavía parece sediento. (Existe una expresión que verdaderamente ilustra la sed de Ben Hur: "abrasado de sed" [Is 5:13].)
¿Sediento de qué? Ojalá lo supiera.
Gente como ésa quizás esté condenada a vagar durante toda su vida por un desierto interior, entre áridas dunas amarillentas, arenas movedizas, soledad. Muchas aguas no lo apagarán, ni lo bañarán los ríos. Como cuando era niño, ahora todavía siento cierta fascinación por esa clase de personas, pero con el paso de los años he aprendido a intentar cuidarme de ellas. O no de ellas, sino de mi fascinación por ellas".
Un pantera en el sótano. Amos Oz.

"Quien quiere un juguete
No lo vendo por travieso
ni porque a nadie ofende
es alegre y juguetón
y por las niñas se pierde
Niñas, guardaos de enojarle
que vive dios que arremete
y cuando estéis más seguras
por vuestro postigos entre.

Que ni hiere, ni mata,
ni pica, ni muerde.

Es alegre a todas horas
y amanece o no amanece
hay vecina que daría
cuanto tiene por tenerle.
Porque le conoce ya
y porque son más de siete
las noches que por pecar
ha amanecido a la muerte.

Que ni hiere, ni mata,
ni pica, ni muerde.

Es su condición tan noble
que cuanto más furia tiene
las niñas juegan con él
al juego del esconderse
A mí me daba Juanilla
la esposa de Antón Llorente
una hora de descanso
por un palmo del juguete."
Luis de Góngora.

5.3.06

el pollo

La lluvia repiquetea en la ventana y la humedad se cuela entre los tulipanes y la escuálida adelfa que dormitan en el balcón ateridos y temblorosos por el norte implacable. Aunque, al menos me libro de otro fin de semana atrapada en el mundo de blancanieves pero sin enanitos a los que atosigar un rato. Es sábado, me he levantado tarde, entre gramo y gramo de cafeína enciendo las sinapsis neuronales y logro untar la mantequilla de higos en la tostada y minutos más tarde cuando ojos y cerebro sincronizan leo en La Gaceta que la venta de pollos enteros ha descendido un 20% sin embargo no ha bajado el consumo de huevos ni de pechugas. Vuelvo a leer el titular: "El consumo de pollo entero cae, pero no las pechugas" pensando que no había atado todos los cabos de los titulares y la entradilla. Algo similar pasa con el pollo asado, ya no comemos pollo de asador, a juzgar por los datos. Perpleja no sé muy bien qué pensar, parece que ha entrado la paranoia general de la gripe aviar pero a rachas: no tomamos pollo entero, pero sí a trozos o sus derivados. Parece que nuestra sesuda cabecita ve al difunto de cuerpo presente, sin mutilar, y en un rápido reflejo piensa: ¡zas! pollo-gripe aviar-gripe mortal, y sin más salimos corriendo de la sección de carnicería. Pero a tres pasos, ni dos pasillos más allá del Gadis, nos encontramos con las estanterías repletas de bandejas con pechugas de pollo, de pavo, etc., tan blanquitas y bien colocadas, y tres bandejas de golpe para el carrito de la compra semanal. Algo así nos sucede cuando caminamos por la selva y vemos entre los matorrales una cuerda pintada de amarillo y negro simulando el estampado de tigresa que se agita a lo lejos, salimos de estampida sin más. No paramos a pensar lo que estamos viendo, nuestro cerebro asocia rápidamente tigre-peligro y en su afán de supervivencia nos lanza a doscientos por hora en dirección opuesta al falso tigre. Con este ejemplo Francisco José Rubia ejemplificaba su tesis de que el cerebro nos engaña y quizás pueda añadir este comportamiento absurdo de los consumidores a su colección. Sí, sin duda Rubia tiene razón nuestro cerebro nos engaña, vemos al pollito sin descuartizar y salimos corriendo; aunque no lo acabo de comprender, la verdad, siempre pensé que a la gripe aviar le daría lo mismo, una vez contagiado el pollito que lo tomemos entero, descuartizado o pelado pero ya se sabe recién levantada y sin duchar no tengo la cabecita para pensamientos de hondo calado.