27.9.05

síndrome de sol y sueños

Los primeros días no han resultado fáciles, el síndrome me tomó por los pelos, sacudió con fuerza la atolondrada cabeza y me dejó tirada sobre gotas de grasa maloliente, envuelta entre garras de humedad norteña.
La enamorada lo ha tenido más fácil. Sí, a la sombra, retenida, secuestrada en la cueva pero tan sólo ha tenido que mudar las endorfinas del sol por las de los polvos salvajes. ¿Ya se sabe la fuerza del amor!
Alejarse del sol, y por encima con paradita en el reino de la lluvia y los delfos, ha sido duro, muy duro: la niebla, el aire casi líquido, la lluvia como el tableteo de las ametralladoras. Con tanto cenagal a la espalda, el síndrome prendió entre mis costillas y un dolor de acero estrechaba el corazón. La abstinencia ha dejado un regusto a vacío envasado y un crepitar de articulaciones que siempre conducen a un rebullir cerebral gran creador de sueños imposibles.

Mi sombra, con la más estricta lógica de la sinrazón, provoca un volcado desde el más allá inconsciente, y desata un huracán de imágenes sin perfil, cuentos vergonzantes, recuerdos imposibles, deseos infelices, remordimientos hambrientos y pasiones sobrecogedoras. Mientras el señor Passy sueña con la guerra en excavadora, el barco y el gorro que le falta; las chicas en provincias, a vueltas con esta obsesión del “tajo again” -así de rudas nos hemos vuelto-.
Más sueños de negro en noches livianas, que tan sólo dejan un vaho helado en las pestañas y costuras en las legañas. En un minuto todo un recuerdo fulgurante y más allá el olvido, únicamente palabras, un personaje, una sensación, un desasosiego que vaga todo el resto del día entre visillos. Dice Passy que los libros de Jung “son atrapadores de sueños, son redes en las que las imágenes quedan retenidas y salen de mañana: tiras un poco y, como los pañuelos de los prestidigitadores, van una detrás de otra anudadas por las puntas.” Me temo que me convendría leer al amigo Jung, tal vez entre el amigo Carl y mi auténtico atrapador de sueños --regalo de la enamorada-- consiga tirar un poco todas las mañanas, y grabar en mi memoria esos sueños-olvido. Aunque sin tirar demasiado no sea que se vaya la manta por el repulgo.

23.9.05

adeje

La mañana de otoño baja transparente, y la Gomera al frente recuerda al último volcán de la Atlántida.
La mujer inglesa que habla español con acento gallego, sacude al pequeño Danny y le susurra con voz de currucú:
--Mira que te estampo como no duermas.
Danny ríe a carcajadas y espera la estampida.
--¡A ver, ni voy, ni vengo ! Que te duermas... Mira que te aplasto. --Repite en ese tonillo de mamá joven que enternece. Danny la mira fijamente y parece que va comprendiendo el mensaje después de varios: “¡Oh my God!" y una nana en inglés, con soniquete de Lugo.
La mujer inglesa abre el termo con café que nos sirve bajo la sombrilla. Me cuenta que nació en Londres, hija de emigrantes gallegos, vivió allí hasta los dieciocho, se casó con un gallego y emigraron a Canarias; que echa de menos la lluvia, y la casa se le viene encima.
Entre suspiros y sorbitos de café americano, mi querida amiga L.A. --la mujer enamorada-- nos cuenta, una mañana más, los detalles de su noche vodafone: amor “à la fin de l´été” que crece gracias al satélite. Noches habla que te habla al rocío de Adeje con un tipo en Granada. Y otra mañana más, planchamos el espinazo al sol ávidas de nuestra dosis diaria de endorfinas. Sí, difícil de creer, pero me temo que padecemos la recién descubierta adicción al bronceado resultado de esas dulces endorfinas producidas por la piel expuesta al rayito de sol.

Los pájaros vuelan a turnos, inquietos. No escuchan, ni vigilan. Vuelan a ras de cielo y olvidan. Vuelan a ras de suelo y reclaman un sueño olvidado.

El inglesito de piel tostada, y ojos azul grisáceo me mira sin pestañear, apenas sonríe. Le miro, hago un gesto con la mano. Vuelve a mirar fijamente, sonríe con algo más de gracia pero sin confianzas. Sus ojos brillan al sol del mediodía. Lanza una última visual, y decide ponerse en movimiento, lentamente, sin agobios ni prisas. Una pausa en el camino, otra ojeada, con mi mano le animo a seguir, en su cara una sonrisa en los ojos y en la boca. Vuelve a empezar despacio, ahora se arrastra, ahora gatea con ímpetu, ya casi está a mi lado. Levanto mi mano, giro la muñeca una y otra vez, izquierda, derecha, izquierda... y le canto: “Cinco lobitos tiene la loba, cinco lobitos detrás de la escoba...”; no entiende ni jota pero se ríe a carcajadas. Se sienta a mi lado sin dejar de observarme. Vacío la mochila en busca de una chocolatina, todo cae desperdigado en la toalla: el libro, el monedero, la libreta roja, el bolígrafo...; agarra la funda de las gafas y la coloca entre su oreja y su boca, en plan hablando al móvil, y me mira como queriendo decir algo. Hoy, Georgie --el inglesito londinense-- cumple trece meses, y devora la chocolatina de un trago.

19.9.05

atrapadores de sueños

“Si me dijeran: te quedan veinte años de vida, ¿qué te gustaría hacer durante las últimas veinticuatro horas de cada uno de los días que vas a vivir?, yo respondería: dadme dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición de que luego pueda recordarlos; porque el sueño sólo existe por el recuerdo que lo acaricia.
Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas y eso son las más de las veces. Están sembrados de obstáculos que conozco y reconozco. Pero me es igual.
Esta locura por los sueños, por el placer de soñar, que nunca he tratado de explicar, es una de las inclinaciones profundas que me han acercado al surrealismo. Un chien andalou nació de la convergencia de uno de mis sueños con un sueño de Dalí.”
Luis Buñuel: Mi último suspiro.

El mar no deja de batir, una nube ha barrido el sol y, al fondo, la montaña de veroles amenaza lluvia. La playa.

16.9.05

vuelo al sol

Es curiosa la fuerza de las supersticiones. Vuelo Barajas - Tenerife Sur, martes 13, asiento en la fila 13, un disparo me recordó: “no te cases, ni te embarques”. No me perdí ni una coma de las explicaciones de seguridad que tan clarito nos emitía una pantalla dos filas más abajo.
Lapetarda pide un benjamín y duerme la borrachera.
La razón se impone: anochece a 50º bajo cero y la línea del horizonte se ha transformado en una franja de colores encandenados: rojo sangre de toro, azul amanecer, naranja sabiduría, azul china.
La mujer batidora nos subió hasta la casa de mi querida LA, por la autopista a mil por hora y sin dejar de hablar del accidente mortal de esa mañana en la salida de Fañabe. Encierro los sueños entre atrapasueños lakotas colgados de las ventanas. Desde que he llegado no tengo más que pesadillas.

11.9.05

charrifiestas


Mi querido Lanzarote, impecable, vestido de charro en el desfile procesional de la patrona da por inauguradas las charrifiestas. Caldera, Mañueco, Isabel Jiménez y Vicepresi Junta CyL cortan arrimados la cinta en la inauguración de la Feria Agropecuaria y se achuchan para chupar foto.
Casetas en la calle a tutiplén: sabrosón el pincho de bola de ibérico con rioja en el Momo, el pulpo con alvariño de G. Potemkin y el lacón con ribeiro de la Taberna Celta. Lección de kabuki en el Liceo. Maquillaje muy blanco: mujer joven. Cejas delgadas y con final descendente: mujer joven y amable. Labios negros: hombre fuerte. Labios rojos: chica joven. Llueve, y un frío que pela ahuyenta a las moscas. Apache Indian & The Reggae Revolution bailar sin parar. Y esta noche Rachid Taha. Tiramisú en La Regenta:
“El té carece de la arrogancia del vino, del individualismo consciente del café, de la inocencia sonriente del cacao”. Kakuzo Okakura.

8.9.05

la mosca

La impresora está encendida. Hay una mosca con seis patas negras que masculla panza arriba un grito de socorro en la tapa de la bandeja de la Epson EPL-6200. Se agita en ebullición de miembros fríos y cristalinos. Patas brunas, articuladas y esqueléticas: estira, encoge, estira, encoge.

Ahora arrugada, parece que salude con las dos manitas más pequeñas, con un impulso lacónico y enano tensa con fuerza el último par de patas,
tanto, tanto, que araña los cielos blancos del techo.

Hay una mosca con que encoge las patas aceradas y temblorosas, y ahora las estira. Por momentos, es tal la vibración e impulso que su cuerpo negroplateado se golpea contra el plástico granoso.
Ahora paralizada, mira al techo buscando una solución inútil: es la época del año en la que las moscas tienen que morir.


".../...
Vosotras las familiares,
Inevitables, golosas,
Vosotras moscas vulgares
Me evocáis todas las cosas.
.../..."
(A. Machado)

5.9.05

los bandos


Mi querido Lanzarote persigue sin descanso su aparcamiento estrella –ya a pocos metros de la salida a contratación- bien cerquita de la playa Mayor y de la zona de compras. Un charro aguerrido ha colocado varios panfletos en los centenarios árboles de la plaza de los Bandos, con aquestes mensajes:

“El Ayuntamiento me podó el día 24 de agosto de 2005. ¿Por qué razón? Aparcamiento en esta plaza.”

“He sido podado por el Ayuntamiento el día 24 de agosto de 2005. ¿Lo entiende usted? Pues yo sí. Quieren que desaparezca.”

“Desde el día 25 de agosto de 2005 doy menos sombra: el Ayuntamiento me ha podado. ¿Por qué? Por intereses privados."

Ahora los árboles se podan en agosto, es la "nouvelle jardinage".

2.9.05

doméstico huracán


Deportes de riesgo. Prácticas de riesgo. Grupos de riesgo. Accidentes de tráfico. El Katrina, New Orleans: Fats Domino aparece entre los que esperan ser rescatados, ¿Where´s Willy DeVille? Hogar dulce hogar: une chambre avec vue. La ventana de gasas tiñe de marrón y naranja los ladrillos y el hierro del balcón sin vistas. El imperio desbordado por el desastre huracanado. La lata de mejillones usa cortafácil y teje una grieta que plañe en rojo a borbotones. El 3,9 por ciento de españoles, precisó atención sanitaria por accidente doméstico o en actividades de ocio; un total de 1.671.956 siniestros en 2004. Se salva el barrio francés. El peligro en casa: caídas, golpes, quemaduras, descargas eléctricas, torceduras, inhalaciones nocivas, cortes, resbalones, contusiones, fracturas, esguinces, mutilaciones. Demasiado corazón.