26.4.07

jueves

Era una mañana rugosa y oscura que estrujaba el corazón entre las bocinas de los coches. Pasaron las horas, las arrugas se convirtieron en gotas de lluvia. A eso de las seis de la tarde, el corazón salió por los aires. Cuando llega la noche, el cielo llamea sobre el asfalto mojado.

"El agua es para apagar el Infierno; el fuego, para incendiar el Paraíso". Jeremy Taylor (1613-1667) en El libro del Cielo y el Infierno. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

21.4.07

palabrasss

Es tradición en La Armada Española que "las borbones" amadrinen portaviones y corbetas; yo como no soy Borbón y, además, vivo en provincias, he de contentarme con algo más discretito, como las lindas palabritas en riesgo de extinción. Sin dudarlo, me he anotado a la convocatoria de escuela de escritores.com y me he hecho madrina de varios palabras juguetonas y evocadoras:

Monería: me lo decía mi abuelita, me lo decía mi mamá.

Trapisonda: porque me recuerda a los tebeos que leía de las hermanas Gilda, de Mortadelo y Filemón o de Rompetechos.

Repulgo: palabreja incluida en el refrán favorito de mi jefe: "no se va la manta por el repulgo".

Creo que con tres ahijadas ya tengo bastante, como diría mi amigo Isi ¡niña no seas avariciosa! No sé... como no tengo padrinos, ni "afillados" a los que dar la pascua, puedo permitirme otras dos más, tal vez.... uhmm! Ya sé, éstas dos pobres que la RAE ha propuesto para suprimir del diccionario por franco desuso:

Alfonsearse: burlarse de alguien en tono de chanza.

Atraquina: atracón.


¡Niño!, no te alfonsees de mis retortijones que estoy a punto de reventar después de la atraquina de percebes.

17.4.07

encadenados

Gabriel restregaba sus manos callosas con saña y mucho jabón tratando de quitarse el yeso incrustado. Era lo malo de ser yesista... Al menos, se había librado del muermo celestial y de su oficio de "corre, ve y dile". Aunque lo peor eran las alas, no había manera de quitárselas de encima y, por si fuera poco, no valían para nada. Eso sí, aún le quedaban sus rizos y su carita angelical con los que trataría de ligarse a la amiga de la novia de Paco, el solador, "una morenaza" según le había dicho.

-Allí están -pensó al entrar en el bar "Oasis", mientras se metía las manos en los bolsillos.

-Hola, chaval -le saludó Paco dándole una palmadita en la espalda y guiñándole un ojo-. No tienes remedio, siempre tarde. Ésta es mi novia, Sheila, y ésta es María. ¿A que es guapa?

-Hola, yo soy María -susurró ruborizada la morena mientras alzaba su cara virginal y le tendía la mano. "¡Joder! Qué castigo... Esta vez no va a ser fácil escapar.", caviló Gabriel al sentir su mano suave y casta.

14.4.07

14 de abril

"Intensidad cinematográfica, sorprendente, la de estas recientes y profundas horas de la vida de España. Elecciones, consultas en Palacio, crecimiento de la voz popular, fuerte palpitación republicana en todo el país, múltiple florecer de banderas rojas en la tarde del martes, inminencia del nuevo régimen. Gobierno provisional, salida de los Reyes... Todo ello, en poco más de cuarenta y ocho horas. El nuevo Gabinete republicano está actuando desde la tarde de aquel martes,..."

Nuevo mundo. 17 de Abril de 1931.


"Ahora hemos de hacer una Constitución que convenga al carácter nacional; pero ¿quién le dará a este ser oprimido durante un siglo (¿nada más?) la forma que le cuadre, si tenemos que abandonar los "prejuicios reaccionarios y revolucionarios, liberales y conservadores", que también son, a mi entender, realidades de nuestra alma? Todos los españoles tendremos que forma un corro inmenso alrededor de los Toros de Guisando, y esperar con ansiedad que ese venerable vestigio ibérico nos revele nuestra identidad nacional."

Una Constitución en busca de autor. Manuel Azaña.


¡VIVA LA REPUBLICA!

10.4.07

el postre

Después de una semanita de pasión, con más fresquito del deseable, atascos de viacrucis, sin torrijas ni capirotes, con un mochuelo oteando desde la cerca de Doñana, flamencos a miles, y el olor de azahar en las plazas y recodos; la vuelta mis lides diarias me ha deparado una sorpresa tan golosa que voy camino de atracarme sin mover los carrillos. Si es que... ¡los tiempos avanza que es una barbaridad! y quién lo diría, clavadita a mi TFT puedo ojear un sin fin de semanarios, periodicuchos, revistillas, editadas en España desde el año 1772 hasta 1933 que la Biblioteca Nacional ha colgado en su hemeroteca digital. Uno de mis favoritos es El Tirabeque. Periódico semanal, satírico–político–burlesco, y algo más, publicado allá por 1870 en plena vorágine del sexenio revolucionario -cuando Prim andaba a la caza de un príncipe que gustase en reinar en un país dominado por la inestabilidad política-, que no se cortaba en repartir a diestro y siniestro.


"-Sabe su mercé que el ministro de la Desgracia y la Injusticia está tan delicadillo que le han mandado los facultativos guardar cama por algunos días?
-Esas son las consecuencias de la excomunión
-¡Quiá! Lo que le pasa á ese caballero ministro, es que debia de purgarse muy a menudo, pues todavía no he visto á un progresista que no padezca del estómago.
[...]
-Y Prim, ¿qué hacia?
-Ese se me figura que estaba viendo la Manifestación entre bastidores, ó examinando una ametralladora ó dos, que ha tenido el capricho de comprarse con nuestro dinero para mas tarde convertirnos esa plata en plomo, y metérsela en el cuerpo al lucero del alba que le diga buenos ojos ojos tienes...
-Tirabeque, esas armas serán para los carlistas.
-Si ya no queda más que media docena de curas que se van á enviar como regalo al emperador de Guinea, metidos en una jaula de hierro, y con collar de cascabeles y campanillas al pescuezo para que piensen en la Resurrección y en Pascua Florida..."

El Tirabeque. Año I. Capillada IV. 11 de septiembre de 1870.

3.4.07

primavera



Salamanca, calle Miranda y Oquendo esquina general Castaños.

"Prohibido prohibir..."

1.4.07

el correo del zar

Todas las tardes sentado en el alféizar del escaparate de Caja Laboral, un hombre rubio, alto y fuerte, de hombros anchos, con ojos azules de cielo de estepa y bigote poblado, extiende su brazo y abre su mano firme a los transeúntes que circulan por Álvaro Gil. Los días de invierno cubre su calvicie con un gorro de piel marrón con orejeras, el frío agarrota sus dedos gruesos y rugosos. En los días de sol tuesta la piel de su cabeza; muestra el pelo cortado al uno y su busto de cosaco. Su mirada ausente traspasa el quiosco del chaflán, los muros del edificio de Torres Villarroel, más allá del parque de la Alamedilla remonta hacia la llanura de trigo verde. Callado y tímido no mendiga unas monedas, tan sólo exhibe su miseria con pudor ante las miradas ajetreadas de los paseantes, y tal vez recuerde su aldea en Ucrania, a sus parientes y amigos, la nieve de Rostov o las cúpulas doradas de San Petesburgo.