31.12.10

2010




Hay años que uno comienza con el recuerdo de la pasión grabado en un lunar de la camiseta, y una esperanza que no toquetea demasiado por miedo a gastarla. Un año terminado en cero pero nada redondo, que termina con la pasión abrazada a Misombra y la esperanza cumplida ya duerme en el olvido. Y un sinfín de palabras en la trastienda: el jefe cambia de manos, fracturas y salas para sobrevivir, rebajón del sueldo y subidas de gastos y ¡arrástrate!, la muerte súbita y un traje de dolor, palabras por hilvanar y voces raídas, y los amigos entre abrazos. ¡Ring the bell!

feliz año, queridos niños y niñas.



Y para celebrarlo nuestro brindis con la señora Bartoli. chin, chin...

24.12.10

19.12.10

diciembre, domingo (1915)

Las cuatro y diez. Estoy segura que éste es el peor domingo de toda mi vida. He llegado al fondo. Mi corazón ya no late. Sigo viviendo gracias a una especie de zumbido de la sangre en mis venas. Está obscureciendo, sólo en las ventanas hay un resplandor blanco. El ruido de mi reljo, encima dela mesa al lado de la cama, es fuerte y vigoroso, como si fuera rico de una vida diminuta, mientras yo desvanezco y muero. Ya es de noche. El mar está muy agitado. Roza las rocqas, las barre, las cubre, las ciñe y les salta por encima. En la luz cruda y metálica, las rocas toman un color rojizo. En lo alto una raya ancha y vierde morado de una montaña, y sobre la montaña un cielo de un azul tendue que resplandece como el inteior de una concha mojada. La luz cambia a cada instante. Hasta en este momento, mientras escribo, se havuelto menos cruda. Algunas nuvecitas blancas coronan la montaña como humo que asciende. Y ahora un color de púerpura, amenazador y extraño está cubriendo el cielo. Los árboles voltean en esta claridad inestable. Un perro ladra. El jardinero habla solo y arrastrando los pies curza el sendero bien rastrillado; recoge el cesto de hierbas arrancadas y ser va. Dos enamorados pasean al borde del mar. Llevan abrigos gordos y ella lleva un pañuelo rojo en la cabeza. Andan orgullosos y despreocupados, muy juntos y desafiando el viento.
Hoy estoy enferma - no puedo andar - y sufro.


Diario, Katherine Mansfield.

14.12.10




I walk the line. Jonnhy Cash.

Video y música de la película Into the wild (Hacia rutas salvajes) de Sean Penn.

12.12.10

Me despierto a lo dominguero: tarde, despacio, con legañas y voz de sargento de las COES, todavía con resaca por el notición del sábado: miLanzarote se retira y cede el sillón de sus entretelas al niñoMañueco (al que Misombra vaticina carrerón como césar de Helmántica).

Mientras arrumbo la primera magdalena me asomo a wikileaks en busca de algún nuevo cotilleo para animar el día. Hoy podemos degustar un rollito de invierno relleno de capirotazos y mandobles de los gringos a la flor y nata del gran capital español para que abandonen sus negocios en Irán o, bien, se abstengan de entrar en tales territorios. Repsol doblegó el espinazo; el Santander no pregonó el plan “Queremos ser tu banco” a los ayatolás, e Iberia se conformó con constuirles aviones de papel.

Tanto negocio fallido por agradar al amigo americano... ¿a cambio de?

Wikileaks todavía no tiene la respuesta.

2.12.10

secretos de alcoba

Tanta teoría de sistemas, tanto realismo político, tanta teoría de la integración, para que luego llegue un guaperas con artimañas de pirata de teclado y acabe dando al traste con toda la parafernalia teórica de las relaciones internacionales, que se convierten en un patio vecinas pringado de cotilleos y secretos a voces: Cristina Kichner que le pasaba todos los papeles importantes al maridito -¿qué ahora sola, fané y descanyada?-, Morales que se opera en secreto de un tumor, que si Sarkozy es un mandón y demasiado susceptible, que si Putin y Berluscconi son demasiado amigos, de la Vega y su “interés” por los casos que investigan los jueces y afectan a los gringos, o corrupción en Marruecos.

Enfurecidos porque
Mister Wikileaks se ha ido de la lengua acaban de ponerle precio a su cabeza. Como siga largando a éste lo fulminan como a la periodista rusa, Anna Politkóvskaya, o al ex-espía ruso, Litvinenko.