27.9.09

espías y barajas nocturnas

A las 2:03 no podía seguir leyendo las aventuras del retorcido personaje de Auster en el lejano oeste. Cerré el libro, apagué la luz y eché el cierre.
Despierto sudorosa y dispuesta a madrugar, a dejar en la almohada el tropel de sueños de esta noche, tercos y olvidados. Miro el reloj, tan sólo ha pasado una hora, son las 3:14 , todavía queda sitio para unos cuántos sueñecitos. Silencio. La luz de la farola me deja ver la silueta de la mujer del cuadro de Hooper. Lee al borde de la cama en una habitación de hotel. Sola. Recuerdo el anuncio en la web no sé qué: "Espía a tu vecinita sin que te vea. Ningún muro podrá frenar tus fantasías. Convierte tu móvil en una cámara espía." Tal vez los vecinos de enfrente se lo están pasando como enanos viéndome dar una vuelta, otra, otra más, decúbito supino, de lado. Me levanto medio mareada y por ver si hay moros en la costa. Nada, los vecinos cerrados a cal y canto tras las persianas. Sin resquicios de luz entre las rendijas. Ni un alma. Los obreros han abierto de nuevo la zanja de la obra de mi calle inexistente, y van... seis. Misspiernas duerme sin bajar la persiana como yo. Tampoco hay luz. Con cámara de andar por casa y espiando desde la terraza familiar un abuelito se hace famoso con la obra de El Corte Inglés. —Es lo que tiene la noche, la toma una con algo y se alarga ad infinitum, por lo menos hasta que agarra las neuronas por los cuernos y decide poner orden en el gallinero.—

Recurro a Cortázar. Abro Octaedro al azar en busca de alguna señal:
"Más tarde -la noche giraba despaciosa con su cielo hirviente de estrellas-, otras barajas se mezclaron en el interminable solitario del insomnio. La mañana traería las llamadas telefónicas, los diarios, el escándalo..."

Clarea por el este. Lejos, muy lejos. Recordar el concierto de Ara Malikian de anoche todavía me estremece. Son las 7:55, una jauría de pájaros ha comenzado a gorjear.

21.9.09

el rastro

A la una, el sol caldeaba con salero el aire madrugador. En el rastro, los puestos reventaban de mirones y taimados, sobre todo los de bolsos y camisas de falsos Prada, Gucci o Ralph Lauren, poco interés por las plantas y nada por la quincallería del fondo.

Mi puesto favorito es uno de ropa de segunda mano, especializado en chaquetas, pantalones y abrigos de piel. Me encanta ponerme esas chaquetas usadas por quién sabe en algún lugar del mundo, gastadas de tiempo, con alguna rozadura, cicatriz de un descuido al apoyarse en la balaustrada del Pont Neuf o con huellas de carmín recuerdo de un amor perdido. En esos instantes me siento arropada por el calor de unos extraños, una nueva piel con memoria me protege. Casi, casi puedo oler los perfumes de sus dueños. En abril, un chaquetón de piel con bordados de colores escondía en su cuello de cordero melenudo un ligero aroma a lavanda y patchouli, quizás recuerdo de sus días en Woodstock. Esta mañana había varios gorros de visón marrón muy de la bella Lara y un precioso casquete de astracán marrón con mini visera al estilo de las chicas
Courréges de los sesenta. Made in France. Huele a restos de champán y madera. Ya no puedo seguir sin él a pesar de su forro maltrecho. Sé que sus dueñas me protegerán en las noches de destierro helado y mantendrán mi cabeza fría y el corazón caliente.

18.9.09

la música del viernes


Lascia ch’io Pianga

Aria de la Opera Rinaldo. Händel. Incluida en la banda sonora de Anticristo, la última peli de Lars Von Trier con Charlotte Gainsbourbg de prota, que está demoledora. El otro día necesité una dosis de terrazas con soda para recuperarme de la locura del amigo Lars. Desde entonces la cancioncilla ronda por mi cabecita. No he parado de buscarla desde esa noche bergmaniana y, por fin, está la tarde he dado con ella. ¡Alabados sean los dioses!

14.9.09

fin de fiestas

"-Sean sinceros. ¿No les parece estúpida esta celebración de fiesta patria? ¿No les parece que hay mucha risa y mucho escote, mucho alcohol y mucha gomina, mucha organza y crema de Chantilly, mucho jazz y tabaco rubio?"

Yo, yo y yo (Monodiálogos paranoicos). Juan Filloy.

Aquí sustituiríamos el jazz por la musiquilla peliaguda, por lo demás igualito, igualito.

3.9.09

la bombilla

Ya tengo la bombilla de Sebastián. Ha tardado, incluso llegué a pensar que lo había soñado como cuando sueño que he perdido a misombra y al salir a la calle ahí está, sin quitarme ojo. Tras tanto esperar ya no sé qué hacer con ella, si buscarme un enchufe para amante de alto cargo que me monte un pisito; ponerla cual peineta estilo Martirio, aprovecharla como pisapapeles emulando al "pisapapeles príapo" de Man Ray pero en castrati, o donársela a Milanzarote ahora que habrá quedado a oscuras tras la última iluminación regulativa de las callecitas .

También tengo del programa de las charrifiestas 2009, y para que no me lo pierda han colocado el desfile procesional-ofrenda floral a las siete de la tarde. Allí estaré en primera fila, cámara al hombro dispuesta a fotografiar a Milanza uniformado de charro. Como no vaya le planto en el altar, y me voy con Pepiño Blanco que últimamente arrasa -siento ponerme dura Toisa, querido, pero si no este hombre me deja compuesta y sin novio-.

Estoy muy preocupada, voy a tener que dejaros desatendidos niños queridos porque con tal programa petado de acontecimientos que ha preparado Milanza: el concurso hípico, el concurso de petanca, los pasodobles toreros, el torneo de futbol sala, la pelota a mano y el tenis, la concentración de tamborileros, la demostración aérea, Lauren Risueño y el baile de sevillanas, voy a terminar rendidiña. Uy! y aún tendré que buscar un hueco para no perderme a mis queridos Les Enjoliveurs. Tal vez la solución pudiera ser acoplar la bombilla de Sebastián a mi achacoso corazoncito y que me mantenga despierta y lúcida escribiente para contaros los pormenores de todos estos prometedores aconteceres. ¿Será posible, doctor?