29.2.04

la paloma

Más nieve, más frío y más noches con sus siete días.
La paloma todavía sigue en el patio, rígida y fría como la muerte. Sus plumas cansadas ya no se dejan agitar por el viento.
Ahora dos pinzas de plástico verde velan su cadáver.

25.2.04

amores que matan

Todo aquel amor le atenazaba el alma, le impedía salir de lo inmediato, de lo cercano, del nido, del regazo y los mimos.
Un día el cronopio (gracias, Cortázar) diluyó su amor en un estanque cualquiera, no dejó nada en el tintero y cerró la puerta.

Ahora que ha descubierto los otros mundos, no sale de su asombro.

19.2.04

Bamboleo

Parece que mi vida se ha vuelto un constante bamboleo, y todo oscila de los fragmentos a las burbujas. De los fragmentos de tozuda realidad a las burbujas de los sentimientos. Así entre burbujas y fragmentos vamos matando el rato.
Hay burbujas blancas de cristal transparente que suenan a noche y burbujas de sol invernal que templan el alma. Hay fragmentos instalados en el cotidiano transcurrir, como parásitos aferrados a la piel de una ballena, que nos someten y se alimentan de nosotros.

15.2.04

la resaca del 14-F

¡Minino, minino... pero esta nenita que se cree¡ Qué pesada, no deja de achucharme. Y ese olor a frívola, rebelde de Gaultier, no lo aguanto.
Al que no entiendo es al amo Luis: princesa arriba, princesa abajo, mi niña preciosa... ¡Qué pastel es éste¡

Claro que lo de la señora Elena es para salir huyendo: que hoy sí, mañana no, que eres mi vida, que te deseo y no te tengo... Una de cal y otra de arena, con ese tipo de negro y olor a cuero que cualquier día me despelleja la cola con esas botas cubanas/ de tacón cubano.

Con lo bien que vivía yo en mi cestita azul, a mesa puesta, con los paseos y los mimos de Luis y Elena. Ahora, como de rancho y los mimos que sobran.

11.2.04

turkish bar

Aquel pequeño bar de esquina, cutre, oscuro y ruinoso, refugio de alcohólicos padres de familia se ha cargado de olores.
Primero aparecieron las ventanas, luego las teteras, los posters del Egipto turístico y el moreno que siempre mira cuando paso. Luego llegaron las especias, los olores de la Kasbah de Casablanca o Argel, o el barrio turco de Berlín.

Aromas desconocidos, dulces y un algo pastosos. Su fragancia me encontró desprevenida aquella tarde febreril de inusitada primavera.
Aquellos efluvios envolvieron mis sentidos, y no pude por más que volver mi cabeza con sorpresa.
- ¿Qué huele?
- Ah, el nuevo bar, comprendí tras rastrear su huella en el aire.

Ahora, cada vez que me acerco a la esquina estiro mi naricita esperando mi ración diaria de los nuevos perfumes lejanos, melancólicos y empalagosos.
El exotismo de Oriente ha llegado a provincias.