29.1.13

chejov




Ayer fue su cumpleaños, aunque esté muerto desde 1904.  
"¡Oh, las cosas que hacemos en las provincias por puro aburrimiento! ¡Las cosas triviales e innecesarias! Y todo porque no podemos hacer las cosas que son importantes. ¿Por qué sentimos de pronto la necesidad de casar a este Belinkov, quien incluso en nuestra imaginación no era para nada buena materia prima como esposo? La mujer del director, la mujer del inspector, y todas las maestras resplandecieron, incluso se volvieron más bonitas, como si acabaran de darse cuenta del sentido de sus vidas. La mujer del director tomó un palco en el teatro, y ¡mira! ahí en el palco estaba Várenka, con un abanico, radiante y feliz, y a su lado Belikov, tan incómodo que parecía que le hubieran sacado de su casa con unos alicates. Si yo daba una fiesta, las damas insistían en que debía invitar tanto a Balikov como a Várenka. En una palabra, la máquina se había puesto en marcha."
El hombre enfundado. A. Chéjov.


24.1.13

ella fue





No hago más que pasearme alrededor de  la pantalla del portátil. Voy a la cocina busco  diez palabras en el cubo de la basura, solo mondas de naranja y polvo. Me encierro en el baño. Vuelvo a la pantalla, en el teclado la t se ha atascado. Continuo buscando más palabras en twiter, encuentro un murmullo lapidario. Revuelvo en el congelador, me asaltan cuatro comas y un punto y seguido. Comienza a nevar.  Los primeros copos del  invierno golpean los pétalos de los pensamientos, cubren de ceniza blanquecina los hierros de las antenas. Crujen los pasos de los caminantes. Tiemblan mis pasos alrededor de la pantalla. Agotada, sin palabras,  no te escucho.  

1.920
23  enero.- He visto a dos doctores, un asno y otro asno. He pasado el día en la ventana. Era hermoso y claro. He estado todo el día tratando de trabajar, y no he conseguido nada. Creo haber empezado nueve o diez veces el artículo sobre el libro de T. Resultado, me he quedado muy agotada.
Diario. Katherine Mansfield. 

18.1.13

se caldea el ambiente




Ayer,  mientras leía la última página del libro de relatos “Tierra desacostumbrada” de  Jhumpa Lahiri  he escuchado en la radio la noticia de que otra mujer india fue violada por siete hombres, otra vez en un autobús, otra vez una violación múltiple, otra vez la India. Muchas,demasiadas otras veces. Ya sabes si vas a India, querida, nada de autobuses aunque tal vez las blanquitas no les pongan a estos neandertales o como diría el gitano “estos que acaban de caerse del árbol”.
Jhumpa Lahiri, nacida en Inglaterra pero afincada  en USA, de padres bengalís cuenta en su libro una serie de historias cuyos protagonistas son también de ascendencia bengalí. Me han sorprendido porque a pesar de su educación, sus años viviendo bajo una cultura occidental como la americana, mantienen tradiciones como los matrimonios concertados: padres empeñados en presentar pretendientes bengalís a sus hijas, e hijas que acaban cediendo y se casan con hombres a los que apenan conocen.

  “Al final de esa semana, Navin llegó para casarse conmigo.  Me repugnó verlo, no porque lo hubiera traicionado sino porque todavía respiraba, porque aún estaba allí para mí y tenía incontables días más que vivir.”
Hacia la orilla. Jhumpa Lahiri.

Ahora solo falta que la mega mancha solar nos fría la pelambrera y terminemos en plan “la cantante calva” y sin conexiones.

13.1.13

buenos días





                         Es un domingo pálido, neblinoso, olas de frío se estampan contra los cristales de la ventana. Las cigüeñas hace horas que han despertado, su aleteo sobre los tejados revuelve el aire acurrucado en las cornisas de la Clerecía.  Enciendo un cigarrillo y salgo al balcón, el humo calienta la nariz.   Tres caladas y el meñique ya no responde, a  este paso se cuelga el iPad y otro domingo enterrada.  Los árboles de la calle de las Úrsulas continúan esquilmados, ennegrecidos y silenciosos. Ningún pájaro canta y yo no soy el cuco.







10.1.13

juguetito




                         Cuando menos te lo esperas, cuando nada pedías y te conformabas con carbones y un roscón relleno de nata,  baja la sorpresa por la chimenea y te dejan un iPad, negro grafito, “pequeño, peludo, suave; tan blando por  fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos” que me tiene encandilada. Los días transcurren veloces pegada a su pantalla, más desquiciada que silente, con un látigo afinado tratando de poner orden entre tanta aplicación que se desmarca sola –cositas de esta mente predigital—, añorando aquellos lejanos tiempos del MS-DOS marcados por un largo listado de instrucciones que había que aprenderse de memoria como la lista de los reyes godos: cd dir, rd dir, md dir...,  que ahora se solucionan con  un click o deslizando suavemente el dedito por la pantalla del juguetín. ¡Cuánto manoseo, por dios!

5.1.13

reality show






Nada de deseos estupendos: amores a mordiscos, amigos a bandadas, felicidad...,
este año se impone el "reality show". 

2.1.13

2013






Seguramente lo adecuado sería decir que no soy supersticiosa, que no creo en el mal  fario del 13 pero no puedo… Sí, lo soy,  creo en la mala suerte del 13, incluso trato de evitar poner esa fecha en cualquier texto -cruzo los dedos-. Con semejante perspectiva del inevitable año trece no  ha quedado otro remedio que cumplir  todas las tradiciones, hechizos, exorcismos: comenzar el año con pie derecho, vestir de rojo y dorado en plan christmas tree, felicitar el año a mis queridos niños gritando:
¡FELIZ AÑO!
Deseando que todos los deseos se cumplan: la felicidad duerma a nuestra verita cada noche, el deseo se repantigue en el sofá,  el dinero no quepa en el congelador y los amores no paren de dar vueltas y vueltas en la lavadora. 
¡Chin, chin!