29.12.05

océano

Desde mi ventana atlántica olfateo un mar cuajado de sal y algas marrones y verdes. Dentelladas de espuma rizada quebradas por nubes deshiladas a fuerza de noches sorprenden la mirada perdida en el mar adentro. El aire mojado de salitre desparrama entre las voces de la casa un aroma amargo de lágrimas y océano.

Tierra adentro, decenas de kilómetros al norte, el granito lavado cubierto de musgo sedoso destila el veneno melancólico de la memoria. Bajo los soportales de la rúa del Villar, los pasos saltarines de "el rubio" y mis andares de rumba lanzan destellos rizados de un mar azul que rebotan contra las losas de piedra camino del océano. Las voces de los viejos amigos crepitan ante un café en la mesa de El Casino y chorros de recuerdos corren entre los gastados sofás de cretona y se refugian entre los recovecos del artesonado del techo.

El océano es un estado de ánimo que se infiltra.
Ch. Baudelaire.

26.12.05

día de navidad

-Toma, esta carpeta me la ha dado tu padre -dice mi hermana con voz pedir un café-, me parece que es tuya.
-¿Qué es? -le pregunto curiosa al tiempo que recojo la carpeta azul, vieja y blandengue después de años de humedad en un desván lluvioso-. ¡Vaya!, retorno a Brishead en Navidad...
En su interior perfectamente organizados: una carpetilla blanca con un autorretrato de mi viejo amigo S., datado el 27-4-79, un dibujo de lápiz, surrealista y anónimo, bastante desagradable, con venas cosidas y un pequeño barquito de papel que navega por la raya de un ojo reventón, y otros dibujos con muchos colorines y bastante "pasteles", producto de aquellas noches santiaguesas repletas de lluvia; dos vetustos ejemplares del "Mundo Gráfico" de 1916 y 1920; y otra carpetilla negra con reseñas y anotaciones de variados libros y autores: Goytisolo, Pasolini, Gramsci, Alvaro Caeiro, García Lorca, Noam Chomsky, Bertold Brecht o Leonard Cohen, entre otros. Y recupero mi poema favorito de Kavafis, ya olvidado:

"Nada me retuvo. Me liberé y me fui
hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
a través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
sólo los audaces beben el placer."

Lo que no reconozco, y me resulta totalmente extraño es el cuadernillo mecanografiado, con apenas cinco hojas de papel cebolla, y el siguiente título en la portada:

"PALABRAS DE POETA"
Poemas escritos por: Antonio Rodelas Montes
PROVO
Y un pequeño recorte en su interior que dice:

"Estos poemas son intercambiables por:
Unas palabras totalmente necesarias para el alma.
Un puesto de trabajo para mantenerme como persona.
Unas monedas para ir tirando.
Un beso para seguir soñando.
Cualquier cosa para continuar amando."

No recuerdo a su autor. No tienen fecha, ni anotación alguna. No consigo recordar cómo esas cinco hojas llegaron a mis manos. Tal vez unas palabras, un beso o quién sabe qué..., me las dejaron entre los dedos.

21.12.05

otros días

Los otros días:
La pequeña Lolita bailaba bachata al fondo del local con su falda de tules de Kiddy´s Class, bajo la atenta mirada del señor Salva-canalla que se la follaría -si se dejase- en el cuarto oscuro del almacén. Rosario pasea sus huesos por el barrio de Gracia. Mi querido Lanzarote dijo que tenemos un Gobierno de "geyperman" y de "barbies". Una niña de diez años escribió un libro de ayuda para hijos de divorciados. Rosario saborea encendida su última copa de coñá. El señor Zapatero gritó que los dirigentes del PP son "patriotas de hojalata" y señor Rajoy pataleó que el presi es un "bobo solemne". Rosario arde viva en un cajero de La Caixa y tres micos aplauden. Carmen Calvo declaró que aún no tiene hora para llevarse los legajos del Archivo. El señor Blanco escribió en La Gaceta que mi Lanzarote parece Groucho Marx; personalmente, creo que ni merece tal piropo. Eso sí..., tenemos al país que parece el camarote de los hermanos Marx. Los tres micos sollozan lágrimas de cocodrilo: "se nos fue la mano", "no queríamos hacerle tanto daño". Y nadie reclama el cadáver calcinado de Rosario.

18.12.05

museo mausoleo

La verdad, ni sabía dónde estaba Morille. Es más, cuando recibí la invitación de Domingo para la inauguración del "Museo Mausoleo", el sábado 17 diciembre, descarté, de un parpadeo, asistir al nuevo sarao pensando que quedaba lejos, por la sierra de Béjar -sí, lo sé, un cero en geografía de Charry Land y un latigazo-. Pero mi amigo, el charro-casado, me aclaró que estaba a quince minutos, aquí al lado. El sábado entre sábanas y ensoñaciones del despertar, ante una mañana de compras a codazos y éste no sabía muy bien qué "Museo Mausoleo" a inaugurar, me pudo mi curiosidad femenina, lo reconozco.

Después de memorizar el plano de carreteras provinciales para no perderme por el campo charro y acabar en la presa de Urueña, me planté en Morille en un periquete, hecha una afrancesada chica casquivana, justito para oír los reclamos de Fernando Castro y participar en la comitiva fúnebre integrada por la banda de música de Villamayor, los paisanos del pueblo, periodistas, algún político, guardias civiles, artistas y otros varios sin clasificar, todos muy bien dirigidos por un precioso carruaje fúnebre de madera vetusta, algo reseca, tirado por un caballo percherón bien renegrido que aguantó como todo un estoico los discursos de los creadores del acto: Fernando Castro, Domingo Sánchez Blanco y Javier Utray. Las referencias al significado de los enterramientos en urnas tan bien relatados por Sir Thomas Browne, a las diferencias con los enterramientos de coches de Vostell, y con el cementerio de coches de Arrabal, a anteriores proyectos de Domingo como el viaje a Paris para conocer al filósofo, a la obra de arte como producto un acto de amor e irritación -esto último de Utray me ha gustado mucho-, nos situaron un poco a los profanos en cuestiones artísticas y a los que, como reconoció el Alcalde de Morille en su discurso, "no entendemos el arte moderno, pero intentamos comprenderlo".

En la estepa devastada de lejanos horizontes, en un alto con vistas y con encinas al costado, quedaron enterradas las cenizas del filósofo Pierre Klossowski mientras los acordes del pasodoble torero calentaban los oídos en una mañana luminosa de azul frío. Y en la profunda fosa de hormigón reposa el pontiac de Javier Utray, con una enorme losa de hormigón encima y este epitafio: "P.I.P. on TIAK. La grand prix. En escribir una lápida se le va media vida a uno. Duro marmolillo." Aunque, tal vez no repose y simplemente descanse, ya me lo dijo el paisano de mentón afilado y nariz apocada, al ver las gotas de agua condensadas en el interior del cristal de la losa: "Mire, señorita, qué pronto las gotas en el cristal, a lo mejor aún respira". Este golpe de humor británico en pleno Morille, francamente, no me lo esperaba. Y no pude menos que dedicarle la mejor de mis sonrisas y una cómplice respuesta: "Seguro, aún está vivo, no le quepa duda".

12.12.05

vísperas

Se está bien en provincias, lo reconozco, a pesar de mis pataleos y despertares melancólicos. Los días trascurren sin sobresaltos y previsibles: los plátanos sin hojas y con las ramas de lunares; mi querido Lanzarote ha limpiado, una vez más, el medallón del Caudillo -esto ya tranquiliza, nos reconcilia con el devenir navideño-; este año toca arbolito en la plaza Mayor con grandes bolas rojas y unos lazos "palabra de honor" que quitan el hipo. Los Villancicos son la única actividad cultural que programa la señora Labrador, alias la moños. Ya me lo dijo el moreno rapado a la salida del concierto Joachim Kühn: "¡Ala!, a partir de ahora villancicos". ¡Qué razón tenía el angelito!

Sí, se está bien, lo repito. Sin embargo, de vez en cuando necesito largarme, perderla de vista, alejarme de todas las piedras y volver de noche, más bien tarde, entrar por la carretera de Madrid, y descubrir entre el vacío de la noche la catedral, luminosa y fría, aislada y nítida. Observar desde la otra orilla el perfil de Salamanca. Observar: sí, todo está bien... El Tormes transcurre, todo fluye y el "arte sucede".

8.12.05

festivo


Es tan temprano y tú ya me despiertas,
no me dejas dormir, algo sucede.
A ojos cerrados busco la ventana
para mirarte a ti mientras los abro.
Te digo que estás bella como nunca,
así, sin arreglarte aún el pelo,
rodamos en un beso cama abajo
y siento que estás viva de milagro.

Comienzo el día, así como si nada,
Apretado a tus pechos, pidiéndote café y amor.
Comienzo el día, aún alucinado,
los ruidos suenan lejos a esta hora turbia.

Afuera la gente hace lo suyo por vivir,
afuera la gente quiere averiguar,
afuera la gente habla del amor,
afuera me están llamando.

Comienzo el día y antes de que me hables,
ya te hecho mil promesas que no voy a cumplir.
Comienzo el día y al mirar hacia fuera
me entra como un mareo y tengo que sentarme.

Afuera la vida apenas comenzó,
afuera todo tiene que cambiar,
afuera los lobos son lobos aún,
afuera hay que salir armado.

.../...

Comienzo el día, aseguro las llaves,
Registro mis bolsillos en busca de monedas.
Comienzo el día y aún detrás de la puerta,
te pido un beso fuerte para salir al sol.

Afuera comentan la televisión,
Afuera el sindicato discute una ley,
afuera la patria está por reventar,
afuera me están llamando
y voy.

Daniel Viglietti. Comienzo el día (Noel Nicola)

7.12.05

7 de diciembre

7 de diciembre de 1999

El tiempo es una espuma en el aire, una flor derretida entre el humo de tus párpados infieles. El corazón late desnudo en el infierno cotidiano. No puedo esperar el fin. No deseo el fin, tan sólo el querer placentero, risueño, sin fin. No deseo alas de pájaro. No deseo el tridente de Poseidón, ni el amor de Afrodita, tan sólo el placer de una tarde de otoño. Mi verbo es escueto y flácido, se rompe a retazos con quiebros inútiles. No busco el placer desesperado de una noche ni el ardor fugaz de una tiniebla, tan sólo tu sonrisa tenue en la distancia.
Siento tu presencia lejana, siempre a lo lejos, perdida en la noche, perdida en esta niebla invernal. Busco un resquicio de compasión.


7 de diciembre de 2005

El viento es el que golpea,
la mano es la que recuerda,
la voz es la que vigila,
y la mirada olvida en un golpe de suerte.

4.12.05

she's a rainbow

A veces las sorpresas te ponen la cabeza a pájaros, sopla el entusiasmo y este airón carnal despliega las velas risueñas del galeón... Y sientes que caminas por el lado soleado de la calle.

Otros días los hechos contundentes arriman el ascua a su sardina, y tozudos se abalanzan una mañana gris de un frío que se hielan las palabras... Y acabas a Dios rogando y con el mazo dando.

En apenas un par de horas, unas imágenes te estremecen y dejan un gusto desabrido con el cuerpo al aire. Un aire salobre y húmedo, frío e inmóvil como el de aquella plataforma petrolífera. Y con la visión de aquel hombre ciego que recibe el regalo de la aterida Hanna y sus heridas, vuelves al recuerdo de la ceguera infantil, a los recuerdos sin imágenes, que son recuerdos porque te los han contado, niña. Recuerdos para los que no hay olvido. Y lloras pero no tienes palabras, tan sólo te queda el placer.

Un día después, el destino se levanta generoso y regala ocasiones: cae en tus manos el genial artículo de John Berger —El País, 25 de noviembre— sobre “La Vida secreta de las palabras”, y sabes que has comprendido y él sabe contarlo:

“Hoy, sin embargo, en el modo de pensar de los ricos y en los medios de comunicación que ellos controlan, ha quedado abolida toda noción de martirio y ha venido a sustituirla la de exención. Esa exención del dolor y de la violencia que parecen proponer, en primer lugar, el dinero y luego todas las falsas promesas del consumo. En esta película no hay ese tipo de exención. Por eso nos identificamos con ella.
Tampoco se rinde en ella culto alguno al dolor. Sencillamente se ofrece una visión de cómo a veces el sufrimiento conduce a una salvación compartida, que nunca es simple, que nunca es mera palabrería. Antigua. Algo que suelen descubrir quienes no tienen poder.”

Berger habla del sufrimiento y del don de la vida en la película de Isabel Coixet, personalmente te quedas con sufrimiento y placer.

Por minutos, todo un día repiten el mismo slogan: Hoy, día mundial del sida, ...millones afectados en el mundo por el VIH, ... en España. Comes y siguen repitiendo: ...nuevos casos este año en Salamanca. Friegas y comentan: ...retrovirales de India para Sudáfrica. Chateas y escuchas: ...terapia experimental con inhibidores de la integrasa para el sida. Te sientas y piensas que alguien camina por el pasillo del hospital para hacerse con sus dosis de Fuzeon y terapia combinada. Mientras tanto por años Africa piensa que violar a una niña cura el sida.

30.11.05

rita en la montaña turca

Como con mi amiga Rita una ensalada más bien sosa en el delicioso patio del Delicatessen —lo qué casi me cuesta una gripe—- y me cuenta su calamitosa expedición veraniega a Turquía. Tal viaje turístico consistió en unas seis jornadas de senderismo por los montes de la Capadocia, cargando con la mochilita y durmiendo de acampada, aparte de los días de estancia en Estambul y en otra delicia turca. Cómo viajaba con su amiga belga, que contrató el viaje con una agencia francesa, rápidamente imaginé una estupenda excursión de europeos fashion y alternativos.

—¡Huy!, trekking y con guiris, genial, todo chicos guapos. ¿Habrás ligado un montón? —le pregunto ansiando conocer los pormenores de sus aventuras con algún holandés errante (los guiris: mi debilidad, lo reconozco).

Silencio y vuelta al rizo negro que acolcha su mirada perdida. En su clásico binomio inferencia-deducción de científica, mi amiga pensó que tenía todas las variables en la mano, y que no sé cuántos días de caminata en plena naturaleza bien valdrían alguna bonita historia de amor en la que refugiarse durante el mohoso invierno de su ciudad. Pero, una vez más, resultó la profecía que se cumple así misma, y en el grupo tan sólo dos hombres: un francés –con novia presente, por supuesto- y el guía, que para colmo era un turco borde y misógino. Sí, un montón de guapas europeas de senderismo por la Capadocia.

—Bueno, el francés era encantador y, como el guía era tan borde produjo un efecto rebote y se estableció una especial comunicación, más solidaridad entre nosotras. ¡Uff!, después de aquellas jornadas tan largas... Y el paisaje, maravilloso, sin rastro de civilización. —Y con sus manos de sabia delgada se explaya en desenvolver las bondades y bellezas del paisaje, en la maravillosa experiencia de la dureza del camino, de luchar con tus límites para seguir y no quedar atrás, en las heridas y los dolores, en el esfuerzo y el cansancio.

—Sí, contado así hasta es atrayente —le digo con estos ojos compasivos que Misombra me presta para las ocasiones—. No sé chica pensé que estos europeos serían diferentes. En mi clase de inglés sólo hay chicas, una ruina. Aunque, ya sabes, esto son las provincias. Pero ya veo..., si es turismo de aventura porque es eso, y si es el inglés porque es estudiar. No sé... ¿Qué hacen? ¿Dónde se meten?

27.11.05

sábado

Variación

En el remanso del aire
bajo la rama del eco.

El remanso del agua
bajo fronda de luceros.

El remanso de tu boca
bajo espesura de besos.


Federico García Lorca: Primeras canciones. 1922

24.11.05

los días


El sol helado de la mañana araña la mirada reseca por los sueños olvidados.

Las horas liquidan su registro entre liquidez inmediata, usuarios, registro, prudencia contable, provisión de fondos, gestión continuada, servicios, memoria, anualidad, imagen fiel, ajustes, ejercicio, herramienta, periodificación, valor residual, operaciones, diferidos, reclasificación temporal, desviaciones, inmovilizado, demérito, corto plazo, valores, insolvencias, devengo, plan, precio de adquisición, financiación afectada, operativa, liquidez inmediata, provisiones, valor venal, imputación de la transacción, solvencia, endeudamiento, saldos, anticipos, indicadores, caja, esfuerzo inversor, gasto diferido, provisiones, regularización y cierre.

La noche cancela el saldo amapola de tus ojos.

20.11.05

20 noviembre

¿Desde cuándo le ha dado al PP charro por los asuntos exteriores?
¿A qué viene esta desmedida afición de los gerifaltes provinciales del PP por los viajes a Argentina? Financiación partidista, ¿tal vez, donativos anónimos? No hace un mes la señora Presidenta de la Diputación con séquito y viandas disfrutó de un viajecillo por la tierra de los “ches”, y ayer mismo mi Lanzarote ha regresado de su viaje hecho de un “porteño” de pro, experto en tango y bandoneón. Cualquier día de estos contesta en el pleno las preguntas del sosín de Fernando Pablos con aquello de “Tomo y obligo...”, y si no al tiempo...

Claro que las vueltas a la realidad son duras, y recién llega mi Lanzarote se encuentra con que le han vuelto a ilustrar en rojo el medallón que el Caudillo tiene en la plaza Mayor. Él que tan limpito y lustroso lo había dejado para la Cumbre Iberoamericana y ¡zas! , una vez más, botecito de pintura al canto. Si es que son unos vándalos...., precisamente ahora que se cumplen los treinta años de su muerte, se lo tienen que embadurnar con saña. Con lo adecuado del medallón en esta plaza Mayor, testigo de las arengas del de Ferrol a los capitalinos una vez instalado su cuartel general en el Palacio del Obispo frente a la Catedral nueva –siempre con tutela de los cielos, el general-, y muy cerca del paraninfo de la Universidad donde el general Millán Astray —un bohemio del patriotismo— interrumpió el discurso del rector Unamuno con su agraciado grito de guerra: “¡Muera la inteligencia!”

16.11.05

cristina


Desde mi camita he visto caer la nieve temprana hecha migas desmenuzadas, y he pensado: “¡Oh, esto es el paraíso!”, hasta que el nubarrón negro de la memoria ha colado su recuerdo entre mis ensoñaciones y me ha mantenido en vilo el resto del domingo.

Ahora, ya cerca de desvelar el asfixiante misterio, nerviosa y apresurada cruzo la plaza de España. La banderola patria agita los gualdas al ventarrón del atardecer lluvioso.

—¿Habrá resistido? Tal vez un mal golpe se lo ha llevado por los aires.

Mi curiosidad enciende los pies ágiles, y abre la espita a las dudas torbellino que envueltas y revueltas quiebran mis manos heladas.

—¿Seguirá allí? Las últimas ventiscas lo habrán arrancado, seguro. No creo que haya aguantado las pesadas lluvias, ni la nevada otoñal. Es frágil… —pienso en un ir y venir de voces y pasos acelerados.

Los pensamientos blancos y morados de la medianera de la avenida de Mirat aúllan con grito de pétalo helado: “No está, no está…, ha volado…”. Temerosa y agitada doblo la esquina de Pérez Oliva, camino atropellada calle arriba. Sonrío, busco con la mirada impaciente. Imposible distinguir desde aquí. No puedo ver claro. Acelero. Sí, ahora, puedo verlo, ahí continúa: el cartel pequeño pero firme, bien atado a los férreos barrotes negros del balcón, algo doblado y maltrecho por las lluvias, los vientos y las noches heladas, por las noches sin ella. Ahí sigue, cerca y lejos, a siete metros sobre tierra, en el primer piso del número siete, encima de la whiskería Orquídea y frente al roñoso taller mecánico Auto. Ahí permanece altivo, enhiesto, testigo de las noches perdidas, cutre y maravilloso este cartón de embalar, de un marrón mortecino más adecuado para un panfleto maoísta que para precioso pendón de esta rotunda y transparente declaración de amor:

“Cristina te quiero”

—¡Uy, qué alivio! Menos mal… Sí, ahí está todo: las telas descoloridas, marco desteñido a tan tierna confesión, las menudas flores negras y alargadas —más bien cursis— trepando entre las brillantes letras negras, y la cuidada caligrafía de las tres mágicas palabras. Y un delicioso reguero de sensualidad me recorre el espinazo.

Desde luego, estoy hecha una sentimental. Cabizbaja y pensativa, me dejo llevar hacia la plaza de El Charro, camino torpe con unos cuantos ovillos de preguntas entre las piernas: ¿un amor no correspondido?, ¿anónimo?, ¿lo habrá visto Cristina?, ¿qué clase de tipo cuelga en el balcón su íntima declaración?, ¿desde cuándo?, ¿sucumbirá Cristina ante tal pública confidencia?

13.11.05

la décadanse

Vuelve a intentarlo, ahora acerca su cabeza a la copa del dry martini y con su nariz de ingenua bordea el filo de la copa. La mujer de blanco aspira con fuerza, de un trago inútil; los aromas del Noilly Prat se resisten, ocultos, atrapados entre un hielo que rueda cañerías abajo. Tan sólo el olor lejano y ardiente del hombre de azul le habla con claridad. La mujer apoya sus pies con firmeza en la barra metálica del taburete y con un ligero impulso yergue las contorneadas caderas y estira el escueto vestido de alpaca, en un inútil intento por evitar que sus broceadas piernas se conviertan en el único abrazo de la mirada del hombre de azul.

Tourne-toi
Non
Contre moi...


El hombre de azul apenas ha articulado dos conversaciones pero ha empinado tres margaritas en cinco sorbos, y sus ojos de escualo enredado han encontrado la presa ansiada. Anclado a aquellos pies largos de dedos proporcionados, felices entre las tiras de piel de las sandalias negras, estremece el deseo en un vaivén de trapecio.

Et danse
la décadanse...


La melodía de susurros cadenciosos oculta el tic-tac del reloj cromado. La mujer siente calor..., más calor; un infierno sellado a punto de explotar colma de espanto su cabeza.
—Sí comer algo me vendría bien, sí volver al principio, empezar. Sí desayunar estaría bien, me sacaría de este cuerpo enroscado y cabeza tambaleante.
Una red de manos invisibles aprisionan los pies de la mujer, una caricia en la mirada estrecha el cerco del hombre que desea.

Reste là derrière moi,
balance
la décadanse
Que tes mains frôlent mes seins et mon cœur qui est le tien...


El hombre levanta ya sin prisas el que sabe su último margarita, como un tigre aúlla recordando la luna lastimera en la noche lejana. Afuera la lluvia moja el ocaso y un lacónico olor a hierba mojada acaba de colarse entre las rendijas de la puerta giratoria. Los pies inmóviles de la mujer de blanco mecen su alma perdida como el ingenuo deshoja la margarita. Los pies de cielo abierto lo engullen entre el espanto y la belleza de los recuerdos malditos. La mujer encorva los dedos del pie derecho con gesto hastiado y agita el meñique adormecido por melodiosa voz de la Birkin. El hombre la mira a los ojos con rostro de dios extraviado, y en fugaz gesto atrevido se lanza sobre el pie derecho, con impacto contundente y dientes de tiburón arranca los dedos del pie. Atrás queda un muñón y una víctima aterida descalza ante la barra del bar.

La décadanse
A bercé nos corps blasés et nos âmes égarées...


Y «Lo demás es silencio» y nieve temprana.

9.11.05

la décadence

Decadencia, resistencia, decadencia, lluvia, alegría, verano, abrazo, piel, calor, hielo, más calor, sudar, infierno, oculto, personalidad, amiga, hablar, escuchar, sentir, oler, hierba, espalda, dedo, estremece, soplido, aúlla, luna, infiel, amar, bebe, futuro, sellado, abierto, mano, cuerpo, enroscado, montes, senderos, inicio, principio, desayuno, soñar, sonrisa, pequeña, caricia, sincera, cara, rostro, alma, cadena, atrapa, red, trapecio, tigre, espanto, belleza, ingenua, margarita, deshojada, agua, corre, océano, evapora, empapa, lluvia, calor, dios, nube, deshace, construir, nuevo, incierto, resistencia, decadencia.

"La luz diurna más deslumbrante. la racionalidad a cualquier precio, la vida lúcida, fría, previsora, consciente, sin instinto, en oposición a los instintos, todo esto era sólo una enfermedad distinta ― y en modo alguno un camino de regreso a la vida, a la salud, a la felicidad Tener que combatir los instintos— ésa es la fómula de la décadence mientras la vida asciende, la felicidad es igual a instinto." Friedrich Nietzsche. El ocaso de los ídolos.

6.11.05

dry martini


Lentamente, sin prisa y algo agitada hunde la aceituna en el líquido transparente; levanta los ojos ceniza de la copa, y enrosca un mechón del pelo negro en su dedo índice. Al fondo, el gran reloj cromado marca las seis y diez; todavía no ha oscurecido. Son los únicos clientes en la barra de Chicote. La mujer de blanco revuelve de nuevo, ahora en sentido contrario mientras observa como el barman termina de agitar la coctelera y vierte con suculento cuidado el margarita en la copa del hombre azul.

—Sabes, el dry martini también era la bebida favorita de Buñuel. Incluso tiene su propia receta. Dice que hay que poner en la nevera, de víspera, todo lo necesario : copas, ginebra, coctelera, vermut, etc. El hielo ha de estar a unos veinte grados bajo cero, todo un experto.

—¡Ya...!, muy de especialista, los veinte bajo cero —entona con sorna el hombre azul observando a trasluz la estilizada copa de champán.

—¡Ah, deliciosa! —susurra La mujer de blanco después de morder sin dientes la aceituna—. Primero, sobre el hielo bien duro echa unas gotas de Noilly Prat y media cucharadita de café, de angostura, lo agita bien y tira el líquido conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierte la ginebra pura, agita y sirve. Insuperable, lo he probado.

—“Diablos, nunca debí cambiar el escocés por los martinis", —masculla entre dientes el hombre azul mientras la contempla helado y confuso, después de beber el margarita de un trago. La mujer de blanco huele la copa con fruición tratando de encontrar los restos del Noilly, la angostura o el aroma oculto del hombre azul.

1.11.05

noviembre

Una de mis debilidades —vino y chocolate, aparte— son las chicas rebeldes. Mujeres inconformistas, artistas-intelectuales de vida agitada, que se adelantaron a su época, fueron más allá de las convenciones del momento. Y de entre ellas una de mis favoritas es Lou Andreas-Salomé. Así que, cuando en la biblioteca de Las Conchas por una de estas casualidades del destino me asaltó desde un estante su autobiografía, Mirada retrospectiva. Compendio de algunos recuerdos de vida, la pillé cual ávida morfinómana.

Pero en estos momentos ya cargo con la desilusión. Su escritura es lenta, densa, sin agilidad ni fluir, repleta de vericuetos y sombras. Largas frases que se retuercen, de las una necesita un candil para comprenderlas a la segunda —ya se sabe, las torpes—. La he terminado a vista de pájaro, visualizando con la mirada sombras de palabras y perfiles conceptuales. No me ha gustado.

A rescatar:
La definición que el señor Freud le dio a su amiga del psicoanálisis, mas propia del señor Allen —Woody— que del ilustre creador de tal disciplina. Ella lo cuenta así:

"En momentos en que él mismo experimentaba repugnancia, me expresó su asombro de que a pesar de todo yo siguiese tan profundamente fiel a su psicoanálisis: “porque yo no enseño otra cosa que a lavar la ropa sucia de la gente”."

La poesía que su gran amigo Rilke le escribió:

Extíngueme los ojos: puedo verte
Tápame los oídos: puedo oírte
Y aun sin pie puedo ir hasta ti
Y aun sin boca puedo conjurarte.
Arráncame los brazos: te toco
Con el corazón como con una mano
Arráncame el corazón: latirá el cerebro
Y si al cerebro prendes también fuego
He de llevarte entonces en mi sangre.


El poema de Heinrich von Kleist citado en los comentarios, de asombroso parecido a la anterior.

Quítame
los ojos, lo oiré; los oídos, lo sentiré;
quítame también el tacto, lo seguiré respirando;
quítame ojos, oídos, tacto y también olfato,
Arráncame todos los sentidos y concédeme el corazón:
me habrás dejado entonces la campana que necesito
y en un mundo entero llegaré a encontrarlo.


Muy propias para este día de difuntos gris y tristón, con flores blancas y claveles rojos sobre tumbas recién fregadas, y churreros a la puerta del Cementerio.

30.10.05

yumehi's theme

Estos últimos tiempos una canción me obsesiona —es mi vicio—. Primero conseguí el Cd, y sus notas comenzaron a espolvorearse por toda la casa, vagaban a trompicones entre los cantos de los libros, se descolgaban por la red del atrapasueños o merodeaban entre las bolas chinas. Estas raciones no fueron suficientes. Ahora tengo la solución perfecta: me voy a su página web y allí puedo escucharla una y otra vez. Mi canción suena sin interrupciones, sin oquedades, sin fin, ad infinitum.

Mi canción tiene un vaivén de olas verdes, agitadas, un ritmo cadencioso y penetrante. Mi canción lluviosa resuella melancolía entre las notas azules que se descalzan para secarse.

Aunque, según leo en YO Dona, la señora Ainhoa Arteta declara: ”La melancolía es una perdida de tiempo”.
—¡Ah... ! ¿Entonces para qué cantar “una furtiva lágrima”?, por ejemplo —me pregunta Misombra con pálpito de cínica—. No me creo su “soy pasional”.

Y la melodía suena una vez más en el ordenador, resuena en mi cabeza, me asalta entre las fuentes de las herramientas del Word, ocupa los interlineados, rellena los formatos. Mi canción se repite una y otra vez, sin fin. Los resquicios para el amor son escasos.

26.10.05

in the mood for love


Leo en la muy seria y profesional web de la BBC que, el pasado fin de semana, cinco mil chinos sin pareja se reunieron en un parque de Shangai para el gran fiestorron de las citas rápidas. “¡Anda!, mira, estos chinos que bien se lo montan” murmuro entre perpleja y admirada. Que no tienen tiempo para encontrar el amor de su vida, pues nada se montan un sarao de miles y el que no encuentre no será por abundancia, ni por oportunidad.

Si uno es muy tímido, no hay problema, un "Cupido" podía entregarle a la persona elegida la rosa o un mensaje. Sí, todo muy pensadito: acceso exclusivo para universitarios de 20 a 45 años, entrada con rosa incluida para regalar al elegido —en lugar de la consabida entrada + copa, tan hispana—. Todo muy japonés.

Si en China se fueron al parque con rosita en mano, entre risas, bailes y juegos para buscar al amor, en Charri-City, miles de torpes buscamos un apaño —amor a primera vista, en fino— el pasado fin de semana, botando de bar en bar, hechos un pincel con las recién estrenadas galas de la nueva temporada otoñal, machacamos bien el hígado, bizqueamos a ratos, renqueamos ensordecidos por la música ambiente, echamos tejos a diestro y siniestro, venteamos las anginas hasta la ronquera y pasado el equinoccio de la noche llegamos a las rebajas de ¡ya son las 4 y nada!? Eso sí, ni una conversación inteligible.

Creo que unos cuantos —una toneladas de cuantos— necesitaríamos otra fiestecilla de singles para arreglarnos este centro de ingravedad permanente que nos traemos.
A ver, si con un poco de suerte mi querido Lanzarote, o el señor Estella, toman nota del invento “cultural” chico y nos montan un festival de citas rápidas en el parque de los jesuitas, ahora que el "2005, Plaza Mayor de Europa" ha finalizado y antes de que el frío ocaso invernal nos acose. Tal vez así, los forties podamos curarnos contentos la gripe del pollo —ya encima— con el tan celebrado calor de pecho ajeno, además de ahorrarle unos duros al maltrecho sistema sanitario. Sí, todo son ventajas. ¡Qué no se quejen!

22.10.05

el hombre melancolía


El hombre melancolía usa perilla pero no sombrilla, y las penas le llueven grises, sin descanso. Cada día una nueva tristeza le abate desde las zapatillas felpudas. Sube despacio, mustia y mohína desde la planta de los pies, fémur arriba, hasta asentarse en la barriguita, bien adentro entre los pliegues melosos del estómago.

El hombre melancolía siempre trabaja, no descansa, tanto abatimiento da mucho que hacer. Trabaja bien duro con las murrias, las bate con melisa y una pizca de insomnio, las amasa suave con palabras y las tiende a secar entre las adidas rojas y la blusa negra.

El hombre melancolía teje una manta de palabras al abrigo de la languidez lluviosa del jueves santo. Cavila, desteje, intriga, deshila, y de tanto urdir el tedio la pesadumbre corre por las canales, baja por los sumideros, rebosa por las alcantarillas y va a parar al mar helado de las zangarrianas.

El hombre melancolía levanta la vista, templa los enormes ojos azules, levanta la tapa del occipital, y de un golpe seco y metálico arranca el prendido flato de la temporada otoñal. De nuevo, asienta la cabeza trasquilada, acaricia la perilla y abre la sombrilla: “Este sol de otoño no me sienta.”

19.10.05

Misombra´s back

No es fácil seducir a una dura-mimosa. Sí, seducción era lo que necesitaba Misombra después de la rabieta que montó cuando nos fuimos a la playa adejeña. Las duras-mimosas necesitan cuidados especiales: una no puede atacar con toda la artillería de carantoñas y lindeces, a lo cubano; sus gritos ahogarían hasta los nenúfares. Es una tarea ardua, para mentes bien equipadas y equilibradas, y con suficiente capacidad de planificación estratégica.

Le dejamos el regalo canario —un precioso atrapasueños— colgado de su ventana, sin esperar las gracias, ni cualquier comentario casual. Así fue, mutismo. Pocos días más tarde, colocamos sus bombones favoritos entre los cactus del salón —desde aquella convertidos en su nido—. A los dos días la caja de los Godiva estaba vacía, con arañazos en la tapa, y sus ojillos brillaban de placer sensual. Aquel tufo a rencor rancio que cortaba el resuello al entrar en casa, se lo tragó con el chocolate. La mañana de los helicópteros, su pensamiento traspasó mi mente, y antes de que pudiese darme cuenta la voz de Jim Morrison le ayudaba a extirpar los pinchos que infestaban sus escuálidos miembros. Entre ayes canturreaba: “This is the end... the end, my only friend”. Comprendí el mensaje: el principio del fin; ahora dejarla hacer con calma, y sobre todo tener siempre a mano el guante de terciopelo rojo.

El viernes cocinó berenjenas con pasta. El sábado la invité al teatro —se desternilló de risa con el “Colon en la barraca” de los Corsario— y se achispó con el Ribera del Duero. De madrugada, al entrar a oscuras en el portal, me confiesa: “Niña, te llamó el de Murcia hace semanas, pero le dije: Ella ya no vive aquí”. Casi la pisoteo y la estrujo, me pongo el guante de terciopelo, abro el buzón, y tan sólo le susurro: “Ah..., pues al móvil no ha llamado". Siento su mano húmeda y temblorosa entre mis dedos.

16.10.05

cumbrísima/4

Hasta Charri-City ha llegado la sombra alargada del amigo americano para desteñir el colorido de las conclusiones de la cumbrísima, y los gerifaltes se han plegado sin rémora alguna a los runruneos de pasillos, no vaya ser que: afecte al Plan Colombia, el FMI se enfade...

Lo que no se ha desteñido, a pesar de las lluvias y ventiscas, es el jardín japonés que han plantado en la fuente de la puerta de Zamora. Está desconocido, hecho un primor de diseño de la nueva jardinería. Tan acostumbrada me tiene el jefe de parques y jardines del excelentísimo a la tradicional sosez, horterada, es más, mal gusto de sus jardines que tal derroche de sencillez, elegancia y gracia, con sus pensamientos morados y blancos, la gravilla de cuarzo lechoso y los arbolitos de temporada: abetos enanos y mini-pinos, me tiene embelesada y no dejo de admirarme cada vez que paso por la placita. ¿Será nuevo el jardinero jefe? ¿Lo habrá mandado, mi Lanzarote, a algún cursillito de reciclaje por la pasada Cumbre? Embobada estoy.

15.10.05

cumbrísima/3


He decidido curiosear en el encuentro de escritores en la cumbre, pero ni consigo acercarme. Al llegar a la Clerecía un fornido "especial" se planta en jarras y me desvía hacia la calle Meléndez; rosmando y con gesto de eso se lo dirás a todas, guapo!, le hago caso. Así, por un azar acabo tomando un café en El Corrillo con la mujer-espontánea y el hombre-nazareno que carga con una enorme cruz en su vía crucis personal camino de Fonseca —sede de la cumbrísima—. La cruz de madera maciza lleva grabadas las obsesiones de su calenturienta cabecita: “perdón, bondad, amor, paz. No mentirás. No robarás. No matarás”.

—Es la primera estación —nos aclara, apurando el último sorbo del zumo de piña.

Recién se marcha el crucificado de la Cumbre, y una brisa de carreras, un vientecillo de polis en motos, un airón de sirenas, un vendaval de especiales y guardaespaldas, y, al fin, la tormenta de autobuses “grand class” repletos de señoras. Incapaces de resistirnos salimos a la calle, muy bien cortejadas por el guardaespaldas que se acaba de plantar en la puerta del bar.

—¡Anda, qué todo esto!, porque se lo consentimos... —comenta maldiciendo la mujer-espontánea.

—Sí..., se lo consentimos y, además, pagamos la fiesta —le respondo con sorna lapidaria y sonrisa de 9 milímetros parabellum.

—¡Quita, quita!, que me pongo mala —gruñe entre dientes y escapa para la barra. Siento los ojos del poli en la nuca y olor a pólvora en la boca.

El sarao de escritores ni olerlo, claro.

12.10.05

cumbrísima/2

Desde las ocho de la mañana, los helicópteros no han dejado de zumbar como un maldito despertador celeste. Toda la calle es silencio, tan sólo ese ruido de aspas vibrantes que va y viene, que se acerca y aleja como los truenos en la tormenta. Ni coches, ni motos, ni camiones, nada, sólo la chatarra ruidosa que vaga por el cielo de Charri-City. El perro cateto de la vecina se ha despertado y cada vez que la chatarra voladora se acerca berrea y aúlla en tono de cuasi-lobo. Escondo la cabeza bajo la almohada.

—Joder, si son las ocho de la mañana. ¿Qué maldito gerifalte se mueve a estas horas?

Los ladridos del perro cateto de mi vecina, Orfelia, han despertado a los canes del vecindario y el rottweiler de enfrente saluda desde el balcón al gran pájaro de hélices carnívoras.

—Por Dios, que alguien ponga orden, es fiesta... Ahora que estaba en el mejor de mis sueños: en brazos del hombre maduro.

Otra vuelta, ruedo cama abajo entre los tulipanes rojos del edredón, pensando que tal vez el plumón posea maravillosas cualidades de aislante acústico hasta ahora desconocidas. Cierro los ojos con impulso suplicando que se desplomen y me concentro en el silencio lejano, recordando aquella nube de helicópteros que se desplegaban al son de la cabalgata de las walkirias.

Entre las chispas y ruidos de los helicópteros escucho el crujir de las púas de Misombra entre los cactus; camina sin rumbo entre libros y discos; ella, también, vela en esta mañana de fiesta nacional.

“This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend, the end
.../...
Waiting for the summer rain”

Y la voz de Jim Morrison a todo volumen suena en toda la casa, suena en toda la calle, suena en toda la ciudad, compite con las chatarras rodantes entre unas nubes blancas y el cielo azul.

10.10.05

el método


Me gusta El método. Me gustan sobre todo las imágenes iniciales, la simultaneidad de los créditos y la presentación de los personajes. Son rápidas, trepidantes, intensas, y al mismo tiempo largas, como el día que se avecina. El bullicio de la calle, del bar, de las mesas de desayunos en familia, son los únicos exteriores de todo el film, salvo la escena final. Me gusta esa pantalla dividida en varias partes que nos muestra, por momentos y en cada pieza, la misma acción de algunos personajes desde varios ángulos diferentes. Fernando que entra en el bar-barullo desde perspectivas diferentes. Me gustan estas repeticiones, estas escenas repetidas desde planos diferentes, ¿una referencia buñueliana? -"La repetición me atrae, tiene un efecto hipnótico”-.

“Siempre me he sentido atraído, en la vida como en mis películas, por las cosas que se repiten. No sé por qué, no trato de explicarlo. En El Angel exterminador hay por lo menos una decena de repeticiones.” Luis Buñuel: Mi último suspiro.
-O, simplemente una atracción del amigo Piñeyro-.

Me gustan las escenas de los personajes ante la mesa: debaten, esconden, fingen, pasean, increpan, se enfadan, lloran, se asoman a la ventana, sitian, tontean, se venden, embisten, recuerdan. Y es curiosa la fuerza de la memoria, en uno de esos momentos: la ventana, el hombre, su mirada y un “déjà vu” en mi recuerdo, efectivamente: “12 hombres sin piedad”; ¿otra referencia?

Tan sólo un detalle, le falta una chispa de sorna y un aliento de ironía, y le sobran ciertos momentos en que Piñeyro se pone estupendo o, como diría el hombre exigente, se pone melancólico.

6.10.05

aridez


La política de inmigración de ZP se resumen en “poner puertas al campo.”

“veinte años en el monte Marao le habían llenado el alma de silencio. En una aridez como aquella, solo las vidas que latían con ruido conseguían salir adelante”. Bichos.

Miguel Torga: Delgado como un palo, perfil de contrabandista español, anda que no para, fuma sobre todo cuando está con amigos o cuando escribe, le gusta la soledad y aprecia mucho a quien la respeta, no cree en fantasmas, vive por los nervios que tiene, el arte para él no es una ambición: es un destino, ama a los dioses paganos, a quienes han cantado en sus Odes.

exposición en el Centro Hispano-Japonés

4.10.05

cumbrísima/1

Ayer vino el Borbón para pasar revista a Charri City. Una mañana helada, de otoño para castañear sin dientes, y con un “fixo a noite en pleno día”. Mi querido Lanzarote, más inflado y risueño que de costumbre, certifica que todo está en perfecto estado de revista. ¿No rascará la pintura roja del medallón del generalísimo? Me asombra este hombre, no lo reconozco desde que ha dejado de azuzar a la Casa Lis. Tan sólo un pequeño detalle: le faltó vestirse de charro. Espero que no me falle y lo luzca con la gallardía acostumbrada en la recepción del Ayuntamiento el día 14. “Pisa morena, pisa con garbo...”

1.10.05

rentrée


La semana de la rentreé arrastra un bochinche fuera de lo normal. Los estudiantes ya han llegado a Charri City. El bullicio del comienzo del curso y este veranillo de San Miguel estiran este “fin de l’été”. Sin embargo, el trabajo se clava a las lumbares sin remedio. Hoy, particularmente, lo siento atornillado en acero.

Misombra sigue instalada en su mutismo. Es tal su enfado desde que la dejamos sin ir a Tenerife que ahí sigue arrinconada entre los cactus forrada de pinchos sin atender a razones.

—Pero niña, si sólo fuimos a la playa! A ti no te gusta. Te quema. Con lo mal te sienta el sol. Te pones más negra que un conguito, y luego dices que no quieres estar tan morena en invierno.

Nada, no hay manera. Silencio. Nos mira desde lejos con un odio que da miedo. ¡Qué, invierno me espera! A mí, claro. Lapetarda en su habitual ir a lo suyo ni se entera. Si ni tiempo tiene. Horas y horas enganchada al meetic, que si el anuncio, la foto, el perfil: “¿Aquí, qué digo?”, “¿Me pongo o me quito años?”, “Y éste que me cuenta...”. Aviso a navegantes cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Eso sí, todo son ventajas: “no machaco el hígado en los bares, me bajan las transaminasas, conozco gente y practico idiomas” ¿?

Y menos mal que ha subido la bolsa, aunque no me fío ni un pelo, el brent sigue por las nubes. Tengo la impresión de que todo esta “cogido por alfileres”, incluida la cumbrísima que nos espera.

-—¡Huy!, las 8, ¡qué horas!. Ya llego tarde a la fiesta de la mujer alboroto. Adiós...

27.9.05

síndrome de sol y sueños

Los primeros días no han resultado fáciles, el síndrome me tomó por los pelos, sacudió con fuerza la atolondrada cabeza y me dejó tirada sobre gotas de grasa maloliente, envuelta entre garras de humedad norteña.
La enamorada lo ha tenido más fácil. Sí, a la sombra, retenida, secuestrada en la cueva pero tan sólo ha tenido que mudar las endorfinas del sol por las de los polvos salvajes. ¿Ya se sabe la fuerza del amor!
Alejarse del sol, y por encima con paradita en el reino de la lluvia y los delfos, ha sido duro, muy duro: la niebla, el aire casi líquido, la lluvia como el tableteo de las ametralladoras. Con tanto cenagal a la espalda, el síndrome prendió entre mis costillas y un dolor de acero estrechaba el corazón. La abstinencia ha dejado un regusto a vacío envasado y un crepitar de articulaciones que siempre conducen a un rebullir cerebral gran creador de sueños imposibles.

Mi sombra, con la más estricta lógica de la sinrazón, provoca un volcado desde el más allá inconsciente, y desata un huracán de imágenes sin perfil, cuentos vergonzantes, recuerdos imposibles, deseos infelices, remordimientos hambrientos y pasiones sobrecogedoras. Mientras el señor Passy sueña con la guerra en excavadora, el barco y el gorro que le falta; las chicas en provincias, a vueltas con esta obsesión del “tajo again” -así de rudas nos hemos vuelto-.
Más sueños de negro en noches livianas, que tan sólo dejan un vaho helado en las pestañas y costuras en las legañas. En un minuto todo un recuerdo fulgurante y más allá el olvido, únicamente palabras, un personaje, una sensación, un desasosiego que vaga todo el resto del día entre visillos. Dice Passy que los libros de Jung “son atrapadores de sueños, son redes en las que las imágenes quedan retenidas y salen de mañana: tiras un poco y, como los pañuelos de los prestidigitadores, van una detrás de otra anudadas por las puntas.” Me temo que me convendría leer al amigo Jung, tal vez entre el amigo Carl y mi auténtico atrapador de sueños --regalo de la enamorada-- consiga tirar un poco todas las mañanas, y grabar en mi memoria esos sueños-olvido. Aunque sin tirar demasiado no sea que se vaya la manta por el repulgo.

23.9.05

adeje

La mañana de otoño baja transparente, y la Gomera al frente recuerda al último volcán de la Atlántida.
La mujer inglesa que habla español con acento gallego, sacude al pequeño Danny y le susurra con voz de currucú:
--Mira que te estampo como no duermas.
Danny ríe a carcajadas y espera la estampida.
--¡A ver, ni voy, ni vengo ! Que te duermas... Mira que te aplasto. --Repite en ese tonillo de mamá joven que enternece. Danny la mira fijamente y parece que va comprendiendo el mensaje después de varios: “¡Oh my God!" y una nana en inglés, con soniquete de Lugo.
La mujer inglesa abre el termo con café que nos sirve bajo la sombrilla. Me cuenta que nació en Londres, hija de emigrantes gallegos, vivió allí hasta los dieciocho, se casó con un gallego y emigraron a Canarias; que echa de menos la lluvia, y la casa se le viene encima.
Entre suspiros y sorbitos de café americano, mi querida amiga L.A. --la mujer enamorada-- nos cuenta, una mañana más, los detalles de su noche vodafone: amor “à la fin de l´été” que crece gracias al satélite. Noches habla que te habla al rocío de Adeje con un tipo en Granada. Y otra mañana más, planchamos el espinazo al sol ávidas de nuestra dosis diaria de endorfinas. Sí, difícil de creer, pero me temo que padecemos la recién descubierta adicción al bronceado resultado de esas dulces endorfinas producidas por la piel expuesta al rayito de sol.

Los pájaros vuelan a turnos, inquietos. No escuchan, ni vigilan. Vuelan a ras de cielo y olvidan. Vuelan a ras de suelo y reclaman un sueño olvidado.

El inglesito de piel tostada, y ojos azul grisáceo me mira sin pestañear, apenas sonríe. Le miro, hago un gesto con la mano. Vuelve a mirar fijamente, sonríe con algo más de gracia pero sin confianzas. Sus ojos brillan al sol del mediodía. Lanza una última visual, y decide ponerse en movimiento, lentamente, sin agobios ni prisas. Una pausa en el camino, otra ojeada, con mi mano le animo a seguir, en su cara una sonrisa en los ojos y en la boca. Vuelve a empezar despacio, ahora se arrastra, ahora gatea con ímpetu, ya casi está a mi lado. Levanto mi mano, giro la muñeca una y otra vez, izquierda, derecha, izquierda... y le canto: “Cinco lobitos tiene la loba, cinco lobitos detrás de la escoba...”; no entiende ni jota pero se ríe a carcajadas. Se sienta a mi lado sin dejar de observarme. Vacío la mochila en busca de una chocolatina, todo cae desperdigado en la toalla: el libro, el monedero, la libreta roja, el bolígrafo...; agarra la funda de las gafas y la coloca entre su oreja y su boca, en plan hablando al móvil, y me mira como queriendo decir algo. Hoy, Georgie --el inglesito londinense-- cumple trece meses, y devora la chocolatina de un trago.

19.9.05

atrapadores de sueños

“Si me dijeran: te quedan veinte años de vida, ¿qué te gustaría hacer durante las últimas veinticuatro horas de cada uno de los días que vas a vivir?, yo respondería: dadme dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición de que luego pueda recordarlos; porque el sueño sólo existe por el recuerdo que lo acaricia.
Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas y eso son las más de las veces. Están sembrados de obstáculos que conozco y reconozco. Pero me es igual.
Esta locura por los sueños, por el placer de soñar, que nunca he tratado de explicar, es una de las inclinaciones profundas que me han acercado al surrealismo. Un chien andalou nació de la convergencia de uno de mis sueños con un sueño de Dalí.”
Luis Buñuel: Mi último suspiro.

El mar no deja de batir, una nube ha barrido el sol y, al fondo, la montaña de veroles amenaza lluvia. La playa.

16.9.05

vuelo al sol

Es curiosa la fuerza de las supersticiones. Vuelo Barajas - Tenerife Sur, martes 13, asiento en la fila 13, un disparo me recordó: “no te cases, ni te embarques”. No me perdí ni una coma de las explicaciones de seguridad que tan clarito nos emitía una pantalla dos filas más abajo.
Lapetarda pide un benjamín y duerme la borrachera.
La razón se impone: anochece a 50º bajo cero y la línea del horizonte se ha transformado en una franja de colores encandenados: rojo sangre de toro, azul amanecer, naranja sabiduría, azul china.
La mujer batidora nos subió hasta la casa de mi querida LA, por la autopista a mil por hora y sin dejar de hablar del accidente mortal de esa mañana en la salida de Fañabe. Encierro los sueños entre atrapasueños lakotas colgados de las ventanas. Desde que he llegado no tengo más que pesadillas.

11.9.05

charrifiestas


Mi querido Lanzarote, impecable, vestido de charro en el desfile procesional de la patrona da por inauguradas las charrifiestas. Caldera, Mañueco, Isabel Jiménez y Vicepresi Junta CyL cortan arrimados la cinta en la inauguración de la Feria Agropecuaria y se achuchan para chupar foto.
Casetas en la calle a tutiplén: sabrosón el pincho de bola de ibérico con rioja en el Momo, el pulpo con alvariño de G. Potemkin y el lacón con ribeiro de la Taberna Celta. Lección de kabuki en el Liceo. Maquillaje muy blanco: mujer joven. Cejas delgadas y con final descendente: mujer joven y amable. Labios negros: hombre fuerte. Labios rojos: chica joven. Llueve, y un frío que pela ahuyenta a las moscas. Apache Indian & The Reggae Revolution bailar sin parar. Y esta noche Rachid Taha. Tiramisú en La Regenta:
“El té carece de la arrogancia del vino, del individualismo consciente del café, de la inocencia sonriente del cacao”. Kakuzo Okakura.

8.9.05

la mosca

La impresora está encendida. Hay una mosca con seis patas negras que masculla panza arriba un grito de socorro en la tapa de la bandeja de la Epson EPL-6200. Se agita en ebullición de miembros fríos y cristalinos. Patas brunas, articuladas y esqueléticas: estira, encoge, estira, encoge.

Ahora arrugada, parece que salude con las dos manitas más pequeñas, con un impulso lacónico y enano tensa con fuerza el último par de patas,
tanto, tanto, que araña los cielos blancos del techo.

Hay una mosca con que encoge las patas aceradas y temblorosas, y ahora las estira. Por momentos, es tal la vibración e impulso que su cuerpo negroplateado se golpea contra el plástico granoso.
Ahora paralizada, mira al techo buscando una solución inútil: es la época del año en la que las moscas tienen que morir.


".../...
Vosotras las familiares,
Inevitables, golosas,
Vosotras moscas vulgares
Me evocáis todas las cosas.
.../..."
(A. Machado)

5.9.05

los bandos


Mi querido Lanzarote persigue sin descanso su aparcamiento estrella –ya a pocos metros de la salida a contratación- bien cerquita de la playa Mayor y de la zona de compras. Un charro aguerrido ha colocado varios panfletos en los centenarios árboles de la plaza de los Bandos, con aquestes mensajes:

“El Ayuntamiento me podó el día 24 de agosto de 2005. ¿Por qué razón? Aparcamiento en esta plaza.”

“He sido podado por el Ayuntamiento el día 24 de agosto de 2005. ¿Lo entiende usted? Pues yo sí. Quieren que desaparezca.”

“Desde el día 25 de agosto de 2005 doy menos sombra: el Ayuntamiento me ha podado. ¿Por qué? Por intereses privados."

Ahora los árboles se podan en agosto, es la "nouvelle jardinage".

2.9.05

doméstico huracán


Deportes de riesgo. Prácticas de riesgo. Grupos de riesgo. Accidentes de tráfico. El Katrina, New Orleans: Fats Domino aparece entre los que esperan ser rescatados, ¿Where´s Willy DeVille? Hogar dulce hogar: une chambre avec vue. La ventana de gasas tiñe de marrón y naranja los ladrillos y el hierro del balcón sin vistas. El imperio desbordado por el desastre huracanado. La lata de mejillones usa cortafácil y teje una grieta que plañe en rojo a borbotones. El 3,9 por ciento de españoles, precisó atención sanitaria por accidente doméstico o en actividades de ocio; un total de 1.671.956 siniestros en 2004. Se salva el barrio francés. El peligro en casa: caídas, golpes, quemaduras, descargas eléctricas, torceduras, inhalaciones nocivas, cortes, resbalones, contusiones, fracturas, esguinces, mutilaciones. Demasiado corazón.

29.8.05

en casa

Cuando volvimos, la casa respiraba a incendio de rastrojos, y cenizas de romeros en brasero. Las hierbas resecas crecían entre los cojines del sofá, y un hongo gris sombrío escalaba la pared de la cocina. Lapetarda lucía un moreno zaíno más del tipo estar colgada al sol en el tendedero –cual sábana al clareo- que de pingo nocturna. Al vernos llegar con las maletas, los paquetes de patatas y pimientos, las cajas de vino y aguardiente, y con nuestra piel de blanquitas al aire de un crucero por los fiordos, clavó sus ojos en Misombra y se justificó atentamente:
—Es la operación asfalto de tu querido Alcalde, me tiene negra. Y con tanta “conversation” con los guiris no salgo de las terrazas.
—¡Vaya, dominarás el inglés?
—No te creas..., algo más sí, pero me ha dado más por el chino y mañana he quedado con Omar para empezar con el urdú, creo que no es tan difícil, y son los idiomas del futuro.
—Ya... un verano exótico, el tuyo —le replica burlona Misombra.
—Chica, lo que te da de sí el turismo cultural, y sin moverte de casa.

25.8.05

de nuevo, el jefe

El hombre de las veinte caras y cincuenta refranes —“No se va la manta por el repulgo”— asoma por encima de la pantalla del ordenador. El semblante rebosante de redondez flácida, los ojos ennegrecidos chispean a saltos dentro de la pequeña línea de fuego bordeada por las sanotas mejillas. Levanta el brazo peludo de vellón, me tiende la mano y la estruja fuerte, bien fuerte, tratando de agarrar un odre de aire fresquito del mar salado. La mano deja una huella de sudores carnívoros, caldos de unto y farinato de invierno. El jefe saluda la vuelta de vacaciones. Mi sombra sale pitando a esconderse entre las páginas de la Ley de Contratos:
— ¡Uy!, que éste me sacude y me arruga con el meñique, —dice con un guiño por los aires— si, ahora, vendrá lo de: ¿Qué tal las vacaciones, bonita?

22.8.05

una semana


Los ingleses llevan camiseta de manga corta bajo la camisa de popelín blanco, cenan en el patio del “Delicatessen" en una noche de abanico y helados, y la rubia de negro impecable y piercing en el labio soba la pierna del lindo inglesito con los pies de rojo. La petunia blanca se chamuscó a la sombra entre manos ajenas. Mañanas fresquitas bajo lomas de trigos recortados, “y el suspirar de fuego de los maduros campos.”
La nevera vacía, entre silencios nocturnos, estertores quejosos de judías tiernas y muslos de pollo de corral recién adobados. Una frase mata el hambre de tanto darle vueltas, ni con otra vuelta de tuerca logra el efecto deseado. Los aniversarios confunden: no ponen los nombres en su sitio. “¡Ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar no lloro, y a veces, lloro sin querer”.
Los patos con vértigo miran incrédulos el canal de la Hacienda Zorita. Una nube de plumas deja un reguero de patos blancos arrollados en la autovía de Castilla. Sagitario888: la espía que surgió del frío. “Alguien que pide un papel de fumar... Alguien que baila sin brújula al fondo del local”. Una semana trabajando.

17.8.05

vacaciones al norte

En el norte, las vacaciones no son fáciles. Empezando por la maleta, hay que llevar de todo: desde la gabardina y el jersey al vestidito palabra de honor, sin olvidar los calcetines. Este año he conseguido empaquetar todo en el trolley rojo, y mi sombra se ha apañado con un maletín de congreso, a ella cualquier cosita le tapa –o destapa-. ¿La familia? Bien gracias.
Santiago, noche fresca, con mucho exmaoísta convertido al pactismo celebrando la votación parlamentaria. Desde el otero de la terraza del Suso veo al señor diputado Xesús Vega –¡lo que avejenta la política, dios!—: la Xunta es suya. El gato de mi amiga Rita está a dieta. A mi rubio no le sienta bien que no me acuerde de María: ¿Quién es María? (tierra trágame, es su hija).
Festín de percebes en Ferrol salpimentados con ráfagas de muerte lenta y paseos al borde del finisterrae. “La mitad de las gallegas sólo han tenido una pareja sexual en su vida”. Touriño toma posesión en la plaza del Obradoiro entre sones de música clásica sin gaiteiros y con poemas –fino de la muerte-, y nombra Conselleira de Cultura a una ex-chica ERGA. Las chicas de ERGA eran las que más chillaban en las asambleas, al grito de guerra: ¡Fala galego! Si no que le pregunten al Marqués de Bradomín, uno de sus blancos favoritos.
La playa más llena que nunca y el agua más fría que siempre. En Benidorm, “mueren dos hermanas inglesas al quedar atrapadas en una cama plegable”.
Mi querido CR me invita a su nuevo estudio-nave-casa, y me dice: “te queremos” (¿él? ¿sus gatos? ¿sus perros? ¿sus patos? ¿as galiñas?), y me regala tomates de su huerta. Y Don Manuel mastica la derrota pescando en el yate Azor; no, ese, no —en qué estaré pensando—, en el yate de un amigo.

13.8.05

the black man /3

El sudor convertido en un río de fuerte olor a hormonas lo tenía totalmente empapado; agarró con alegría la toalla que el entrenador le ofrecía. Iban ganando y aunque el calor era obsesivo y estaba agotado no cedía un milímetro al dolor, sabía que esta era su oportunidad. No podía creerlo, había conseguido encestar veintitrés tantos en este partido y la victoria ya era suya -la Regency School volvía a ganar la copa-, el mejor tanteo de toda la temporada y con los ojeadores de Harvard en el banquillo. La sonrisa del entrenador se lo confirmó: la beca estaba en el bolsillo. Podría graduarse en Económicas, él un “black man” de los suburbios de Chicago.

Su retina se llenó de colores, rojos, azules, verdes y amarillos, el sonido de un tintineo llegaba lejano, no ya más cerca, era el tiritar de las botellas que chocaban entre sí. Horas y horas observando el trasteo azaroso de unas botellas contra otras. De las botellas de colores colgadas del manzano del jardín en su casa de Filadelfia Street, botellas azules, rojas, amarillas y ese sonido acristalado y brillante, titilante como las estrellas azuladas de las noches de verano. La voz de su madre llamando para cenar : “Robert, Robert, ven ya está lista... ¿Robert, dónde estás? ¡Robert, ven a cenar!” No podía contestar, no podía levantarse, sólo seguir tumbado, mirando fijamente las botellas de colores.

Poco a poco los cristales se disiparon entre la bruma, el sonido fue alejándose, y entre un mecer de olas y un susurro de viento salobre sintió el sol quemándole los ojos y un calor tenebroso con una peste azufre que le produjo arcadas. Otra vez el olor del miedo, el mismo que esta mañana sintió al bajar las vacías escaleras de West Ruislip. El ruido de los cañones era ensordecedor, uno tras otro descargaron sus bolas de pólvora, más estruendo y más cañonazos contra el bajel español que parecía acercarse demasiado. Las descargas sacudían la goleta. Todos aquellos hombres, mujeres y niños que viajaban hacinados desde el Golfo de Guinea, hervían de pánico. Entre aquel hedor de pólvora sin piedad, viajaba el terror de los secuestrados a golpe de bayoneta por los soldados ingleses.

De nuevo, la luz del sol le deslumbró, la claridad eran tan ardiente que el calor quemaba su piel, un calor desesperado. El sudor bajaba por sus poros y empapaba su camiseta del “Black Power” ; hacía calor, y millones de “hermanos” se habían reunido para marchar sobre Washington, para reclamar el fin de la segregación, millones de personas para escuchar a Luther King : “I have a dream...”. Ahí perdió el miedo y decidió que el mundo era suyo.

Un estruendo de volcán encendido rebotó contra las paredes de hormigón, un río de lava asesina corría por los túneles cercanos a la estación de Mile End.
En ese segundo infernal su retina se embriagó de imágenes veloces, su pasado, el pasado de sus antepasados y el futuro voló ante sus propios ojos.
Un humo de fuego devastó los vagones y el olor a carne requemada, piel curtida y pelo carbonizados selló de muerte los pasillos de la incertidumbre que viajaba por las entrañas de la tierra. Suspiros de fuego estrujaron sus neuronas entre haces de azufre asesino, destilando una última lágrima salada y añeja que hirió de muerte su corazón.

8.8.05

the black man /2

Oxford Circus. “¡Uff! mitad de trayecto ya solo faltan quince minutos”, sintió un alivio tan pasajero como inútil. Al abrirse las puertas la tensión entró a borbotones entre los nuevos pasajeros, trató de apartarla de su cabeza y comenzó a repasar las citas de esta mañana. La cercanía del trabajo lo ensimismó en las tareas que comprobaba en su POD último modelo -regalo de su empresa-: “entrevista con Mr. Stuart, entregar el informe sobre el asunto de Sharp Corporation (discutirlo antes con Patrick)”.

Las francesas se bajaron en Bank y con ellas la algarabía. El silencio se dispersó entre los viajeros, como un gas venenoso electrizó el aire de desasosiego. Levantó la cabeza de la agenda y vio como el joven paquistaní, que estaba oculto tras las jóvenes francesas, sacó la mochila que tenía agazapada bajo del asiento, introdujo la mano y revolvió nervioso. El corazón acelerado disparó ráfagas de terror: “Ya está, esto se acabó. Ese cabrón...”

Un estruendo de volcán encendido le devastó los oídos, y sintió los ojos más abiertos que nunca, como platos, y una luz cegadora de nieve al sol los exprimió dentro de sus órbitas, y el dolor acribilló cada célula de su piel.

La piel de Lucy, blanca como la nieve, tan blanca que deslumbraba tendida a su lado. Cuánto había deseado abrazar una piel blanca, de poros cerrados, que oliese a blanco, y ahora con Lucy desnuda entre sus brazos el miedo le impedía abandonarse, deleitarse con la ternura imaginada; el miedo estrechaba el cerco, sus manos vibraban entumecidas por un calor asfixiante que le atenazaba la garganta y devolvía los suspiros al estómago. La amaba desde el primer día en que la vio en el comedor del campus, tanto la había deseado y ahora ese miedo siempre oculto entre las malditas neuronas le mantenía paralizado, torpe y destilando sudor a chorros.

5.8.05

the black man /1

The Black Man se agarró a la barra metálica del vagón y estrechó con fuerza la cartera de piel entre sus piernas. El tren 245 de Central Line arrancó con una sacudida brusca de la estación de “Nothing Hill Gate”, los pocos viajeros del vagón se asieron con rapidez a lo que tenían a mano tratando de dominar el miedo que encendió rabiosamente sus ojos. Echó una visual a su alrededor y desde luego había menos gente que un mes atrás. A esas horas de comienzo de jornada, y camino de la city el metro debería estar atestado de esa mezcla variopinta de ejecutivos y trabajadores, y turistas madrugadores camino del Metropolitan.

Desde los últimos atentados un olor a miedo recorría los pasillos y estaciones del metro, era denso y penetrante con un resto de pólvora hiriente y atenazadora. Volvió a sentirlo ahora, en este vagón. Con inquietud revolvió la mirada y esa primera ojeada no le devolvió ningún sospechoso con mochila. La joven de la izquierda lo miró con los ojos abiertos como si también ella sintiese ese olor del miedo. Sí, sus ojos preguntaban qué pasa, frotó las manos impaciente y las escondió bajo el bolso de girasoles. Las jóvenes francesas del fondo reían y jugueteaban con sus móviles haciéndose fotos, ajenas al ambiente crepuscular que invadía a los usuarios habituales.

Los primeros atentados del 7 de julio conmocionaron Londres, y bajar al metro no fue fácil, todos aceleraban el paso y escondían la cabeza como si una lluvia finita y menuda los estuviese quemando. Pero los atentados de la semana pasada aguzaron el pánico, y los vagones y pasillos viajaban solos, el metro estaba prácticamente a la mitad. En todas las líneas, en todas las estaciones, la tensión, la tristeza y la inseguridad se mezclaban. La desconfianza recorría los túneles, y los viajeros sospechaban de cualquier paquistaní, de las mochilas o, simplemente, de los hombres morenos.

2.8.05

galaxias


“Cuando considero la corta duración de mi vida, absorbida en la eternidad precedente y siguiente -memoria hospitis unius diei praetereuntis-, el pequeño espacio que ocupo e incluso que veo, abismado en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran, me espanto y me asombro de verme aquí y no allí, porque no existe ninguna razón de estar aquí y no allí, ahora y no en otro tiempo.”
Pascal.

28.7.05

lluvia

Llevo aquí cuatro días, pero tengo la sensación de que han pasado meses. El domingo tenía las trazas de final de verano y las nubes cargadas de nostalgia. El lunes llovía y el martes arroyaba: el frío me llevó a la lana y a la humedad del otoño mortecino de los días cortos; pero el miércoles, el miércoles era pleno invierno, el estruendo de la lluvia me despertó de madrugada y el viento me calzó las botas y cerró el abrigo. Y hoy, 28 de julio, es un jueves de un marzo ventoso y traicionero, que repleto de “idus” se ha instalado en la ría. ¿Vendrá pronto la primavera? Misombra se ha evaporado entre brumas y nubes ennegrecidas.
Entre chaparrón y chaparrón saqueo la hemeroteca de mi madre, de tal botín destaco:
-Toda actriz que se precie de finísima y elegantísima viste de Prada.
- Los Borbones contagian todo lo que tocan: Letizia de España cada vez más sosicursi, y Marichalar calza zapatos Luis XIV para la gala del Deporte.
- No me aclaro con la separación de Concha Queasco, ni con los affaires de Carmen Sevilla, ni con el lesbianismo de no sé cuántas folklóricas.

23.7.05

Galias

Ahora Lapetarda dice que no, que no se viene al fresco de las Galias, que aquí hay muchos guiris, que aún le quedan por conocer dos contactos del meetic —el último de Ávila, un descubrimiento—, y allí no se le pierde nada.

Misombra me guiña un ojo, sacude el martini, y le contesta:

—Pues aquí te quedas, guapa, a ver si te pilla de uno de estos reventones y puedes darte unos bañitos playeros.

Nosotras sacudimos la pereza, planchamos el bikini y limpiamos el polvo al montecristi dispuestas a comernos 400.000 metros de asfalto en una mañanita soleada de domingo.

18.7.05

una de romanos


Al fin hemos logrado recomponer a Misombra que congelada en su terquedad no salió del “réfrigérateur” ni para ver a Henri Salvador.
Nuestro trabajo nos costó, toda la mañana del domingo a golpes con el cincel destripando los cascotes helados de su corazón. Y menos mal que S sacó el piolet de la maleta y con precisión agrietó el cascarón helado de proa para que nuestra bruja asomase la cabeza entre carámbanos y estalactitas. La escurrimos bien y la tendimos al sol en la baca del citröen antes de que la tiritona la matase. Entre el airecillo y los rayitos cuando llegamos a Almenara de Adaja había recuperado el brillo en su mirar de sombra y el colorcito en las mejillas. Devoró y masticó con lentitud todas las explicaciones del Museo de las Villas Romanas, escuchó a Ovidio en el peristilo, se bañó en las termas, cenó cordero con garum y dátiles con miel en el triclinium, y alegró la larga tertulia con canciones para sus amigos y nos enseñó que:
“Los honestiores desarrollaron en sus palacios rurales una vida que tenía en el ocio una de sus claves. Ocio no entendido como inactividad, sino como tranquilo y pausado cultivo de las virtudes personales y los placeres como la literatura, la buena mesa, la amistad o la caza.”

13.7.05

visitas

La pequeña lolita se ha marchado pero ha llegado mi amigo S para el dancing de los Thievery Corporation —mucho ruido y pocas nueces y más de sitar como los TGU—, así que hemos pasado del jolgorio coquetón a la jauría gay-marujil. Entre medias Henri Salvador nos sumergió en un show de los cincuenta con telón de terciopelo, bromas, bailes, gags, simpatía y paroles; los del Teatre Lliure llenaron de tiros un bar kitsch repleto de Eduardos, Ricardos, nobles y Lady Anne.
Conclusiones sobre la actualidad teatral después de estas veladas:
Está de moda cantar “Ne me quitte pas” en el escenario, introducir flashes de absurdo en mayores o menores dosis y numeritos de cante y baile.

9.7.05

fin de semana


La pequeña lolita amenaza con venir. Bueno, exactamente, en cualquier momento sacude el timbrazo. Con la disculpa de vernos a su cuasi-novio-anguila, a nosotras y a Charlie Haden pisa charrilandia una vez más.

Lapetarda no deja de jalear, correr por los pasillos y probarse trapos.
—¡Qué corran los tragos, tiemblen las piedras y brinquen las aceras! —canta ensimismada ante el espejo con ojos de pulga saltarina tratando de decidir qué zapatos con qué trapito.

Misombra se ha calzado los morros de invierno, y con boina y guantes se encierra en el congelador.
—¡No pienso salir hasta que la lolita se largue, y pásame la radio que el domingo quiero escuchar el mundo babel de tu querido JP Silvestre —me chilla a la cara con aliento de cubito-melocotón-helado.
—¡Pero niña!..., vas a perderte el concierto de Henri Salvador con lo que te costó birlarle las invitaciones al gabacho —le largo despacito conteniéndome para no ahogarla—. ¡Mujer!, con lo bien que te lo pasaste en el concierto de Joe Bataan bailando la conga...
—Bueno, no sé..., pero la lolita no viene con mis invitaciones, que se lo pague si puede... Y esa petarda que deje de cantar “Le fou de la reine” que desafina.

La estrujo de un bufido con ganas de sepultarla en el congelador, y la dejo tendida entre un paquete de espinacas y una tarrina de helado de castañas. ¡Brrr...!

6.7.05

el cometa

Esta mañana encuentro a Misombra hecha un ovillo debajo del fregadero con los dientes castañeando y una de víveres como para resistir un asedio troyano.

—Han lanzado un misil para romper un cometa en medio del universo. ¡Terrible, terrible! ¿Y ahora qué va a pasar? —gimotea.

—Mujer, no será para tanto... Además acaban de decir en la radio que han acertado en el núcleo del meteorito y hay resquicios de agua.

—¡Cierra, cierra! Peor, eso es lo peor, agua, escondía agua. Sabe Dios que engendro han dejado escapar... Unos atrevidos y soberbios. ¿Y dónde habrá ido todos esos trozos?... ¿Tú que te crees? No es una piedra cualquiera.

>>>Los cometas como la Caja de Pandora nunca deben abrirse —sentencia con voz temblorosa y ojos asustados del que espera sin remedio la guerra de los mundos.

Su pánico me llega lejano, confundido, entre legañas y bostezos; como todas las mañanas, aún a medio despertar a pesar de las horas y la claridad, me atizo mi dosis de páramo camino del pueblito. Hasta hace apenas dos semanas, mi estepa con cuatro encinas y poco más era verde rabiosa, el trigo verde agitaba sus plumas entre remiendos de arcilla, un mar verde resplandeciente con lunares de amapolas rojas, pero esta mañana toda la llanura es ocre y pajiza, cuajada de trigos requemados y aire con sabor a desierto. Tan sólo sábanas verdes tendidas al sol hiladas con girasol y remolacha.

—¿Crecerán los girasoles? —me pregunto. El pánico abre surcos entre el trigo afeitado, y planta las dudas del cometa.

13.4.05

telerrealidad

Dos veces por semana Flérida, con los ojos como platos y parlanchina, sacude en mi despacho las historias de cómo su marido perdió la pierna izquierda por la gangrena, de cómo ahora está algo mejor de la depresión, de que, ¡pobre!, ahora le van a cortar los dedos del pie derecho –otra vez la gangrena-, de cómo la rusa –que vino con su hijo y el bebé en la navidad del 2000- empeora de la enfermedad de Krohn y una vez por semana la hospitalizan para darle no sé qué tratamiento.

Mientras pasea la fregona por las baldosas color sepia y esparce el polvo de las carpetas, desgrana con voz quejosa cómo aquella noche navideña su hijo agarró la escopeta de caza y de varios tiros casi certeros hirió al dueño y a una de las chicas del puticlub de Pedrosillo; de cómo lleva más de cuatro años en la cárcel y le quedan tres, de cómo se volvería loco si no es por la rusa. Flérida recoloca el polvo esparcido con el impulso certero de un plumero, mientras la escucho absorta, con toses contenidas, y trato de encontrar un algo de compasión entre las memorias y papeles dispersos.

13.2.05

sin sombras entre las plumas

Busco tenerte de alguna manera,
en un suspiro, en el aire, entre los dedos.
Que tu boca recorra mi espalda,
poro a poro, día tras día.
Quiero que te pegues a mí,
sentir tu brazo como una soga al cuello.

(Para losadita por sus pájaros.)

26.1.05

porno star

Por dónde podría empezar?... Llevo días, la verdad, semanas intentándolo pero me atraganto. Podría empezar por el momento en que coloca al reproducción de su "Nacho’s cock" en erección en la pared de ladrillo cara vista del bar, y este chico de ojos azul intenso nos aclara, tan dicharachero e inquieto, que tiene esa leve curvatura también en la realidad; que el látex ha quedado muy bien a sus veinticinco cm de verga, y que es copia, copia, del original nada en falso ni añadido; que se está vendiendo muy bien. Me sorprende que no traiga merchandising, tal como está la cosa últimamente, la verdad.

Pero esto parece muy directo y poco serio. Podría comenzar por el principio y en plan profesional, algo así como: el actor porno, Nacho Vidal, ha recogido el premio del Espacio de Arte Contemporáneo “El Gallo”, que dirige Domingo Sánchez Blanco con el que ya cuentan Nick Cave o Fernando Arrabal. El actor muy contento lucía el anillo y manifestaba: “Siempre me he considerado un Dalí en lo mío”.

Aunque este arranque no me convence es muy formal, quizás algo más coloquial, tipo periodista de cercanías: No sabía muy bien qué iba a encontrarme en El Moderno, pero la velada prometía con las chicas subiendo por las paredes, las braguitas por los aires, besos voladores..., y no podía dejarla pasar. Así que hecha un primor y una monada me planté en El Moderno. Mi sorpresa fue descomunal, allí eran todo tipos, pocas monas sueltas y alguna frikie perdida. Yo que esperaba un gallinero, jaleante y bien dispuesto, pues no, una pandilla de bajitos y tímidos que "pa" qué..., pero luego ya se fueron descubriendo ante la verborrea imparable de nuestra porno-star national. Aunque no tuvo aceptación su oferta de regalar su miembro a la chica que le brindase sus bragas; el material femenino no sucumbió ante el látex, quizá si hubiese probado con ellos...

No, creo que no me convence. Puede que lo mejor es no complicarme y utilizar esa técnica diferente pero ya manida de comenzar por el final y contar el gran éxito que tuvo su firma de autógrafos, que allí la estampó en camisetas, sujetadores, pantalones, posavasos...; que se explayó con las preguntas que le formulaba el moreno de la derecha -en fin, que como raja el rubio-, y así nos enteramos de que cree en el amor; que él era muy sexual: se levanta todas las mañanas empalmado y si no tiene pareja pues nada una paja y a la ducha, que es la mejor manera de comenzar el día; que el sexo y las drogas están reñidos; que no le gusta no sé qué director porque, claro, venga a perfeccionar la iluminación, encuadre, a repetir, y, claro, él allí empalmado..., y eso no puede ser...; que no tiene ni la EGB y de no ser por la pornografía no sabe donde podría haber acabado... en la cárcel, porque le gusta tener dinero (real como la vida misma).

15.1.05

saqueo

Mi querido Lanzarote, no da para tanto ajetreo y comidas festivas. Por si fuera poco, y por lo pronto, ha tenido que tragarse que, una vez más, los... le embadurnen con pintura roja el precioso medallón del Caudillo, tan bien esculpido en los soportales de la Plaza Mayor. Eso sí, cualquier día agarran el "fairy" y limpito se vuelve a quedar, y volverá vigilante la pertinente patrulla de municipales. Si ya lo decía el filósofo: Todo pasa y nada cambia (o era el poeta, y era: todo pasa y todo queda.¡Uy!, si tengo una niebla...).

A mi querido Lanzarote quieren empacharle con el saqueo del Archivo, pero "Él", que sigue tan inspirado como le caracteriza -véase las vallas-, está dispuesto a sacar los tanques -et les citoyens- a las calles y no tardando veremos la patrulla de la local en la calle Tentenencio, por si vienen a llevárselos de noche, y si no al tiempo.

8.1.05

El plan y las vallas

Estamos como queremos. Ya tenemos Plan
y tenemos Vallas. No podemos quejarnos. Para comenzar el año mágico ( suma 7, para los negados) lo tenemos de lo más completito. ¿O tenemos un Plan vallado? Como era: ¿ O unas vallas planificadas? ¿O un planificado vallado? Bueno no sé... Creo que me estoy haciendo un lío. La niebla -como en el ambiente exterior- se ha instalado en mi cerebro de chica provinciana, y sólo me deja funcionando unas poquitas neuronas cubiertas de una preciosa cencellada -sí, algo frías-.

Mi querido “Lanzarote”, fiel a sus maneras de caballero de la negra armadura, está dispuesto a defender esos "papelillos de ná" -y ¡en catalán!- con su vida si así llegare el caso. Así me gusta, políticos con salero y agallas, que para pusilámines sobrados estamos. Lo que sí no me pierdo es el embarque de los “papers”. Allí me planto entre las vallas, con mi equipo polar y el catalejo antiniebla.

Mi cabecita cencelleante es un hervidero de preguntas: ¿vendrán de noche? ¿Los sacarán de día y en trailer? ¿Los tirarán por la ventana? ¿Los levantarán en helicóptero? ¿Habrá tortas como auguran los del Plan? ¡Huy! que eso no es, boba... ¿en qué estás pensando?