30.3.06

la última palabra


La pescadera de mi barrio calza un treinta y cinco y mueve, nerviosamente, un cartón cuajado de escamas con sus manos pequeñas y regordetas, cada vez que las moscas de reflejos azules, casi negros, se empeñan en aterrizar sobre sus merluzas bastante traqueteadas. Tiene un marido delgadito y, también, bajito que la mira con ojos de trucha cansada y viste pantalón gris de tergal, algo flojo para su enclenque figura. El mayor orgullo de mi pescadera es su hija florero que milita de cuerpo presente toda la mañana en la pescadería, impasible de fina, con el pelo negro bien ondulado y una falda ajustada de joven casadera.

Todos los días de diario, justo antes de cerrar, el marido de mi pescadera llega en su ford scort granate oscuro, aparca en doble fila, enciende los intermitentes, entra en la tienda, recoge los embalajes y las tripas del pescado, los envuelve en un gurruño de periódicos y plásticos antes de tirarlos al contenedor. Canda la puerta de la pescadería. Comprueba que la cerradura no se mueve, y que las llaves están en el bolsillo de la chaqueta azul. Solícito, abre la puerta del coche a su mujercita que, con ojos exultantes y voz de ¡arr!, le recrimina no haber comprado perejil suficiente para regalar a sus mejores clientas: "Tiene una que estar una en todo... Con la mañana que he tenido, sin parar un minuto".

25.3.06

la noticia de la semana

El jaleo mediático de la semana comenzó, sin duda, cuando: "Euskadi Ta Askatasuna ha decidido declarar un alto el fuego permanente a partir del 24 de marzo de 2006". Tres tipos enmascarados de blanco, con txapela y jersey negros, sin arquear una ceja y mas tiesos que un garrote, ante una mesa de operaciones y con el famoso anagrama de la serpiente y el hacha como telón de fondo daban el marco solemne y grandioso a tal declaración contada por una voz femenina bien modulada, tranquila y candenciosa que intrigó a más de uno. ¿Quién es la voz de ETA que parece de locutora de telediario?

Desde ese momento de todo como en botica: corrió el champán -mejor dicho el cava-, declaraciones de zapatitos, la cara de vinagre Acebes en el Congreso, respuestas de Mariano, opiniones de las víctimas, comentarios de politiqueros varios, interpretaciones de la judicatura, lecturas entre líneas de periodistas, desconfianza en los más viejos e ilusión en los que gobiernan y allegados. Tres jubilados al sol en un banco de la plaza de Julián Sánchez, "El Charro", llegaron en un tris al acuerdo de que "el gobierno se ha bajado los pantalones" y, liquidado de un trago el tema estrella de la semanita, pasaron a debatir el siguiente punto del orden día, a saber, la artrosis galopante después de estos días lluviosos.

Lo mejor de todo este aluvión -que me temo no ha hecho más que comenzar sobre todo ahora que ETA ha decidido entrar a lo grande en los mass media dosificando los comunicados, ya vamos por el segundo en cuatro días-: la viñeta de Forges con sus viejitas declarando "que se ha acabado la última guerra carlista". (Repasemos queridos niños: la primera guerra carlista permitió a los territorios vasconavarros mantener sus fueros, más tarde respetados por el Caudillo por el apoyo que le prestaron los carlistas, antecedente del peculiar sistema de financiación del País Vasco en la actualidad). No me veo tan optimista con las doñas. Veremos. De unos figuras con corazón de bronce que han llegado a liquidar a diestro y siniestro, incluso a su propia gente por abandonar la organización -recordemos a Yoyes-, cualquier cosa.

22.3.06

primavera 2006

Es martes, la sobremesa se nos presenta de aturdir con tanto zapping de canal en canal. Tres Dominicas de la Presentación con el mismo corte de pelo, de piel blanquita, pelo negro, cara redonda, mejillas sonrosadas y chaqueta a juego, como buenas hermanas, contestan de buena fe a las preguntas de un sarasa recién casado y una finolis que se ha operado la delantera y luce escote de los que permite ver a gusto el canalillo de las tetas. Las hermanas les explican con paciencia de convento cómo se les ha ocurrido lo de mivocación.com: que es un medio de llamar la atención, que desde varias partes del mundo se han puesto en contacto con ellas, que han tenido 25.000 entradas en dos días. Las monjitas de seglar siguen parloteando de espiritualidad ante el vacío del mundo, de la llamada de Dios, de que también ellas han estado antes en el mundo, de sentir el fuego del Evangelio, que Santa María Magdalena también fue pecadora, en fin lo de siempre: de lo divino y lo humano con un estilo sor Citroen tertuliana del siglo XXI.
-Por dios..., ¿cómo las puedes aguantar? -me espeta Misombra con voz revuelta removiendo el azúcar con la cucharilla.
-¡Para ya!, deja de revolver, parece que estás tocando la campanilla y que nos llaman a maitines -le contesto mirándola con ojos de obtusa, preguntándome qué mosca le habrá picado a ésta.
-Me ponen del hígado, no las trago, me recuerdan a sor Piedad, la que nos daba filosofía y labores del hogar, ¿no te acuerdas? No las puedo soportar. Siempre con esas mañas de no haber roto nunca un plato, ese paripé compasivo. -Su voz adquiere temple de mala follá y de un golpe se escurre como una anguila entre la mesa y el sofá, abre el balcón y se tumba al sol entre los tiestos de los narcisos.
-¡Niña! Qué ya es primavera... Apaga eso -me grita con acento de feria de abril.

18.3.06

hombres con los que...

"Si un día tuvieran la ocasión de compartir su suerte conmigo, toda una vida,
sin duda me ofrecerían el aire...
hombres con los que no me he casado".

Dorothy Parker

Kurtz agarraba con fuerza el plato sopero y lo acercaba con precisión y tiento hasta el borde de sus labios sonrosados y carnosos; encajaba el borde del plato entre la comisura de los labios como si se tratase de una pieza del mecano, y sorbía despacio, profundamente como quién aspira el humo del primer cigarrillo del día, sorbía con ansia de sediento, con tal estrépito de gorgoteos que revolvía los fideos de las sopas ajenas. Antes del último sorbo, el resto de los comensales se habían deslizado silla abajo, habían acercado su cabeza al plato con tanto sigilo y cautela que la sopa estaba fría pero seguía intacta.

Roberto Roal tenía poca mano con las mujeres pero le gustaba alardear de su misoginia congénita.

Onofre tomaba el sol en el banco de piedra de la Quintana dos Mortos y escondía su nariz aguileña bajo el sombrero de panamá. En invierno, se calentaba el reuma con unos lingotazos de coñá en el Galo d’Ouro; usaba pantalón rojo de pana, jersey de cuello cisne negro y un abrigo corto gris marengo; bajaba y subía las escaleras de la Quintana dos Vivos con paso perezoso y algo cargado de hombros. Un verano, encontraron sus huesos larguiruchos y el hígado inservible en la cuneta de la autopista A-9.

13.3.06

hombres con los que no me he casado

Benjamín retorcía entre sus dedos afilados una bufanda de listas azules antes de disparar miradas desgarradoras a la mujer deseada.

Gabriel tenía alergia a los metales y un dólar de plata en su bolsillo derecho para tentar a la suerte. Cada vez que estrechaba la moneda con su mano un sarpullido plagaba su piel morena.

Ricardo Fontenla miraba fijamente y de lejos, ausente, esperando las olvidadas palabras de poeta.

Benito hablaba por los codos sin esconder sus manos callosas y agrietadas, demasiado estropeadas de tanto yeso en las paredes.

10.3.06

sin palabras

Esta semana las palabras se escaparon sin permiso. Buscaba entre las líneas en blanco de mi cuaderno azul, dentro de la caja de las medicinas -tal vez atacadas por algún virus de moda estuviesen en plena convalecencia entre los prospectos del Paracetamol o las indicaciones del Espidifen-. Bajé los viejos cuadernos del altillo del armario, y escudriñaba entre la memoria de las oraciones y vocablos. Husmeaba debajo de la almohada..., ¡nunca se sabe! estas mujeres se atacan de los nervios y luego se les pegan las sábanas, pero no, el insomnio no había pasado por aquí. Muda y taciturna trabajaba todos los días, charlaba con voz de otros días sin tener nada que decir. Rastreaba entre las huellas de los mirones de la plaza. Sin palabras entre los árboles de la plaza de los Bandos daba vueltas entre las losetas de piedra pisoteada, indagaba entre las letras sangre de toro del patio de Anaya, rebuscaba en las estanterías de Las Conchas, y entre el crujir de la madera y las voces de los poetas encontré a los autores:
"Tenía una especie de sed que nunca se saciaba. En su rostro, sus movimientos, su voz, había algo que reflejaba su sed. [...] Y todavía parece sediento. (Existe una expresión que verdaderamente ilustra la sed de Ben Hur: "abrasado de sed" [Is 5:13].)
¿Sediento de qué? Ojalá lo supiera.
Gente como ésa quizás esté condenada a vagar durante toda su vida por un desierto interior, entre áridas dunas amarillentas, arenas movedizas, soledad. Muchas aguas no lo apagarán, ni lo bañarán los ríos. Como cuando era niño, ahora todavía siento cierta fascinación por esa clase de personas, pero con el paso de los años he aprendido a intentar cuidarme de ellas. O no de ellas, sino de mi fascinación por ellas".
Un pantera en el sótano. Amos Oz.

"Quien quiere un juguete
No lo vendo por travieso
ni porque a nadie ofende
es alegre y juguetón
y por las niñas se pierde
Niñas, guardaos de enojarle
que vive dios que arremete
y cuando estéis más seguras
por vuestro postigos entre.

Que ni hiere, ni mata,
ni pica, ni muerde.

Es alegre a todas horas
y amanece o no amanece
hay vecina que daría
cuanto tiene por tenerle.
Porque le conoce ya
y porque son más de siete
las noches que por pecar
ha amanecido a la muerte.

Que ni hiere, ni mata,
ni pica, ni muerde.

Es su condición tan noble
que cuanto más furia tiene
las niñas juegan con él
al juego del esconderse
A mí me daba Juanilla
la esposa de Antón Llorente
una hora de descanso
por un palmo del juguete."
Luis de Góngora.

5.3.06

el pollo

La lluvia repiquetea en la ventana y la humedad se cuela entre los tulipanes y la escuálida adelfa que dormitan en el balcón ateridos y temblorosos por el norte implacable. Aunque, al menos me libro de otro fin de semana atrapada en el mundo de blancanieves pero sin enanitos a los que atosigar un rato. Es sábado, me he levantado tarde, entre gramo y gramo de cafeína enciendo las sinapsis neuronales y logro untar la mantequilla de higos en la tostada y minutos más tarde cuando ojos y cerebro sincronizan leo en La Gaceta que la venta de pollos enteros ha descendido un 20% sin embargo no ha bajado el consumo de huevos ni de pechugas. Vuelvo a leer el titular: "El consumo de pollo entero cae, pero no las pechugas" pensando que no había atado todos los cabos de los titulares y la entradilla. Algo similar pasa con el pollo asado, ya no comemos pollo de asador, a juzgar por los datos. Perpleja no sé muy bien qué pensar, parece que ha entrado la paranoia general de la gripe aviar pero a rachas: no tomamos pollo entero, pero sí a trozos o sus derivados. Parece que nuestra sesuda cabecita ve al difunto de cuerpo presente, sin mutilar, y en un rápido reflejo piensa: ¡zas! pollo-gripe aviar-gripe mortal, y sin más salimos corriendo de la sección de carnicería. Pero a tres pasos, ni dos pasillos más allá del Gadis, nos encontramos con las estanterías repletas de bandejas con pechugas de pollo, de pavo, etc., tan blanquitas y bien colocadas, y tres bandejas de golpe para el carrito de la compra semanal. Algo así nos sucede cuando caminamos por la selva y vemos entre los matorrales una cuerda pintada de amarillo y negro simulando el estampado de tigresa que se agita a lo lejos, salimos de estampida sin más. No paramos a pensar lo que estamos viendo, nuestro cerebro asocia rápidamente tigre-peligro y en su afán de supervivencia nos lanza a doscientos por hora en dirección opuesta al falso tigre. Con este ejemplo Francisco José Rubia ejemplificaba su tesis de que el cerebro nos engaña y quizás pueda añadir este comportamiento absurdo de los consumidores a su colección. Sí, sin duda Rubia tiene razón nuestro cerebro nos engaña, vemos al pollito sin descuartizar y salimos corriendo; aunque no lo acabo de comprender, la verdad, siempre pensé que a la gripe aviar le daría lo mismo, una vez contagiado el pollito que lo tomemos entero, descuartizado o pelado pero ya se sabe recién levantada y sin duchar no tengo la cabecita para pensamientos de hondo calado.

2.3.06

horizonte helado


"Es una noche de invierno.
Cae la nieve en remolinos."

"La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa."

"Es una noche de invierno.
Azota el viento las ramas
de los álamos. La nieve
ha puesto la tierra blanca.
Bajo la nevada, un hombre
por el camino cabalga;"

"El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos,
cayendo está como sobre una fosa."

"Nadie elige su amor. Llevóme un día
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares."

"sobre la tierra fría la nieve silenciosa!..."

Antonio Machado