<<¿No aparece ya claro todo el destino de un niño de tres años cuando, mientras lo visten, piensa inquieto cómo hará para vestirse cuando grande, él, que no sabe hacerlo? Para poseer algo o a alguien es necesario que no nos abandonemos a él, que no perdamos la cabeza, que, en suma, seamos superiores al objeto apetecido. Pero la ley de la vida es que se goza sólo aquello a lo que nos abandonamos. Estuvieron magníficios los inventores del amor a Dios: Dios es lo único que, a la vez, puede poseerse y gozarse.>>
El oficio de vivir. Cesare Pavese.
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