2.1.13

2013






Seguramente lo adecuado sería decir que no soy supersticiosa, que no creo en el mal  fario del 13 pero no puedo… Sí, lo soy,  creo en la mala suerte del 13, incluso trato de evitar poner esa fecha en cualquier texto -cruzo los dedos-. Con semejante perspectiva del inevitable año trece no  ha quedado otro remedio que cumplir  todas las tradiciones, hechizos, exorcismos: comenzar el año con pie derecho, vestir de rojo y dorado en plan christmas tree, felicitar el año a mis queridos niños gritando:
¡FELIZ AÑO!
Deseando que todos los deseos se cumplan: la felicidad duerma a nuestra verita cada noche, el deseo se repantigue en el sofá,  el dinero no quepa en el congelador y los amores no paren de dar vueltas y vueltas en la lavadora. 
¡Chin, chin! 

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