15.10.11

canalejas en un cuarto

Martes 11 de octubre, dos de la tarde. El panel electrónico de la plaza de Brujas informa: Paseo de Canalejas RETENCION. 27 grados. Cuando mi neurona se despierta ya estoy encerrada en el carril izquierdo con un Fiat azul delante y una furgoneta en el trasero. Petrificada. ¡Joder, sólo salen chicas por esa puerta! Facultad de Educación. A mi derecha un todo terreno negro con un tipo de cráneo afeitado que me mira desde arriba. Los jefazos Caixa Galicia se aplican sueldos y jubilaciones de políticos, la exdirectora de la CAM se endilga más 360.000 euros de pensión vitalicia. Y esto… ¿por hundir sus chiringuitos? El pelado del todo terreno esboza una sonrisa de sorna ¿Ha escuchado mis pensamientos? ¿Funciona la telepatía? Arrancamos. ¿Se puede ligar en un atasco? Con un poco se suerte paso el semáforo. No la hubo. Ahora en primera línea de batalla. ¿Qué pasa hoy? ¿Volvemos todos juntos para no perdernos?

Salen los niños de los jesuitas, veloces sin mirar a los lados. Quiero que mi carril suba así de rápido. ¿Por qué mi carril no avanza? Siempre más lento, la otra orilla se escapa y yo sin moverme. La marquesa del Audi vigila atenta mis bamboleos hacia su parcelita de calzada por si le rayo el auto.

Un japonés -¿chino, coreano? ¿Por qué no los distingo? ¿Ellos tampoco se distinguirán?- baja trotando por la acera soleada ¡Dios corriendo con este calor! ¿Qué fiebre les ha entrado a los chicos por correr? El estanquero acaba meterse entre pecho espalda casi trece horas poli-maratón a 30 grados. ¿Se puede estar 6 horas corriendo en bicicleta después de haberse metido 1h 17’ nadando entre medusas? Claro que si una te pasa la patita por la nariz se acabó la carrerita. Y si luego corres 5 horas, ¿se rompen los tendones, agrietan los huesos? Parece que no, el niño ¡vive!, acabo de verlo. ¿Cuanta agua necesitas para sobrevivir? Arranco. Nos movemos. Dice que se bebió 24 litros durante el viajecito en bicicleta. Me parecen muchos así de repente. Dice que, al final ya no sudas, y la sal se cristaliza sobre la piel. Llego a la altura de motos Dakar, volvemos a parar. Algún metro más… ¡por caridad! ¿Cuántos metros se recorren 5 horas corriendo? ¿Después de ese atracón le quedarán endorfinas para el resto de su vida? Y… si se le agotan, ¿no tendrá más orgasmos? ¿Son inagotables las endorfinas? Casi, casi… He llegado al supermercado. Otra vez el semáforo se empeña en cerrarme el paso. Canalejas abajo circula el bus de la línea 3, ¿lo conduce el hombre al que atacaron la semana pasada? Arrancamos. Lo pierdo de vista. Los árboles de la Alamedilla y plaza de España me saludan. Respiramos tranquilos la banderita nos protege.

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