Me levanto a las siete de la mañana. Me asomo a la terraza, amanece lentamente, entre la maraña de antenas descubro un nubarrón. Vuelvo a la cama pensando que tan sólo será una nube de amanecida.
Tres o cuatro cabezaditas más tarde, a las once, me levanto. El balcón se ha inundado y sigue lloviendo. Ha refrescado y el viento trastea la ventana. No hay tormenta ni perfumes en el aire.
Miss piernas, la vecina del edificio de enfrente, sube la persiana en culotte y camiseta y abre la ventana. Unas manos ávidas la envuelven por la cintura y arrastran al interior.
Dos minutos más tarde, vuelve a asomarse y una mano sobre el hombro la barre una vez más. Busco entre los cd’s y le dedico Le toi du moi de Carla Bruni a todo trapo.
Creo que hoy desayunaré zumo y jamón.
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