29.6.08

dylan

Era una tarde bochornosa, y para colmo el autobús a las puertas del cielo no tenía aire acondicionado. Las dos horas de camino a la finca Mesegosillo con el falso tercipleo pegado al muslamen y el sudor a chorros estuvieron a punto de dejarnos sin fuerzas para llamar a sus puertas. Pero el verdecito del prado, la sombra de los pinos y la cercanía del maestro me dejaron compuesta tan sólo como una mujer.

Contra todo pronóstico el maestro, que ya tiene sus años y sus manías: nada de fotógrafos y nada de pantallas al lado del escenario, no estuvo dispuesto a esperar hasta el final y a eso de las 21,30 horas, cuando todos esperábamos a la señorita Eva Amaral, aparece en escena cual men in black y se lanza con uno de sus clásicos del 66, Rainy day woman, y continua con otra de finales de los sesenta, Lay Lady Lay. De ahí en adelante bastantes de los últimos discos, de Modern Times: una alocada Rollin’ and tumblin’, y una estupenda Ain’t Talkin, y de todo un poco, country, rock, y mucho rithm and blues. Algunas que te suenan y no sabes si realmente las conoces pero las ha cambiado tanto que te resultan irreconocibles o son de nueva cosecha. Ese es su encanto, sus versiones de sus clásicos como Highway 61, por ejemplo.

Serio como un palo, al mando de los teclados y armónica -nada de tocar la guitarra-, no se permitió una palabra durante la hora y media de concierto. Y cuando ya lo dábamos todo perdido, vuelve para los bises, se sienta a los teclados y comienza a puntear aquello de ¡oé, oé, oé,... oé!. Digerida la broma cómplice del míster, el público le sigue a voces con el ¡oé, oé, oé...oé! Atónitas por semejante gesto del impasible, escuchamos de su viva voz la presentación del grupo, incluso de sí mismo -algo dijo de Robert Zimmerman- y nos deja para terminar una versión candenciosa y nocturna de Like rolling stone -una de mis favoritas- para que nos vayamos contentos a dormir. Era la tercera vez que lo veía, la primera que le escuchaba hablar y que tenía semejante gesto cómplice con el respetable. Ya se sabe la naturaleza amansa a las fieras.

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