22.8.07

y mordiscos

¡Estoy que muerdo! La tengo todo el día pegada a mi trasero, sin tregua ni para comer. Cansina y gritona a más no poder: perezosa, dejada, vaga..., y lo último: atorrante -¿habrá ido al concierto del dúo Sabina/Serrat?-.

Hoy se la he jugado: no he comido en casa y luego sesión de cine en un intento de que "La suerte de Emma" me roce, aunque sea de refilón y me pase una pizquita de buena estrella. Pero no..., no es mi día. La suerte de mi tocaya es como el destino: paradójica, sí el azar le proporciona el amor pero... . Ya se sabe: Dura poco la alegría en casa del pobre, y mi Emma acaba triste cuidando sus cerditos en la granja de Pin y Pon, pero contenta -otra vez la paradoja-, lo siento no quiero desvelar el final. Es una estupenda película alemana, dramática pero sin sensiblerías -me gustan los dramones alemanes de esta última época-, con la muerte en los talones, la soledad en el blanco de los ojos y el humor en el sillín de la motocicleta.

Cuando abro la puerta Misombra se abalanza y me sacude rabiosa con el palo de la fregona. "¿Dónde has estado todo el día zángana?". Escurro el bulto y me encierro en el baño. Apago la luz hasta mañana.

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