17.4.07

encadenados

Gabriel restregaba sus manos callosas con saña y mucho jabón tratando de quitarse el yeso incrustado. Era lo malo de ser yesista... Al menos, se había librado del muermo celestial y de su oficio de "corre, ve y dile". Aunque lo peor eran las alas, no había manera de quitárselas de encima y, por si fuera poco, no valían para nada. Eso sí, aún le quedaban sus rizos y su carita angelical con los que trataría de ligarse a la amiga de la novia de Paco, el solador, "una morenaza" según le había dicho.

-Allí están -pensó al entrar en el bar "Oasis", mientras se metía las manos en los bolsillos.

-Hola, chaval -le saludó Paco dándole una palmadita en la espalda y guiñándole un ojo-. No tienes remedio, siempre tarde. Ésta es mi novia, Sheila, y ésta es María. ¿A que es guapa?

-Hola, yo soy María -susurró ruborizada la morena mientras alzaba su cara virginal y le tendía la mano. "¡Joder! Qué castigo... Esta vez no va a ser fácil escapar.", caviló Gabriel al sentir su mano suave y casta.

No hay comentarios: