4.2.06

el hotel de los líos


Mi querido Lanzarote ha tenido una semanita de éstas para torcer el bigote, afilar las garras y avivar la lengua de fuego para abrasar al primero que te roce. En fin... que si le da por montar un circo al pobre le crecen los enanos: los papeles del expolio —encerrados en la cajita acorazada de Carmen Calvo— al final viajaron de noche y bajo la atenta mirada del helicóptero a la tierra de Plá; la Audiencia de Salamanca rechazó el recurso del PP sobre el asunto de los anónimos poniendo verde al director del museo Casa Lis, y mantenía la responsabilidad civil subsidiaria del PP y Ayuntamiento de Salamanca -el auto habla de los envíos desde la sede del PP y del supuesto uso de datos del padrón municipal-; y, para rematarla, hoy mismo, se publicaba la noticia del auto judicial sobre el "business" del Gran Hotel, que asume los argumentos de Campo -constructor querellante por la estafa- y mantiene que el dueño, Francisco Gil, realizó dos contratos de compraventa: uno con el señor Campo y otro con el señor Curto -al que finalmente se lo vendió-, ocultando a los querellantes sus tratos con el amigo de mi Lanzarote. ¿Habrá salido a relucir en la instrucción esa afamada comida en que acabaron agarrando el maletín con el dinero negro y corriendo por las calles uno detrás del otro?

Bueno, bueno..., parece que se va caldeando la vida política en provincias -falta nos hace con tanta nieve por las esquinas- con la apertura del juicio oral por el tema de los anónimos, y cuando el señor Campo presente la acusación por la estafa en la venta del Gran Hotel. A mi Lanzarote sólo le falta que el proyecto de hotel en el actual edificio "Curto" con acceso directo desde el nuevo parking de Los Bandos también termine en los juzgados, y todos acabaremos como en la oca: de hotel en hotel y tiro porque me toca.

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