"Es necesario que
comprendan: nosotros no tenemos capacidad para acomodar a los muertos en el
lugar de lo eterno.
Nuestros
difuntos desconocen su condición definitiva: desobedientes, invaden nuestra vida cotidiana, se
inmiscuyen en el territorio donde la vida debería dictar su exclusiva ley.
La consecuencia más seria de esta promiscuidad es que la propia muerte, al no ser respetada por sus inquilinos, pierde la fascinación de la ausencia total. La muerte deja de ser la más incurable y absoluta diferencia entre los seres."
Rosalinda,
la ninguna. Mia Couto.
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